Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 30 de agosto de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Sí, la nueva Ley de Organizaciones Políticas procura que Evo Morales y Álvaro García Linera “entren por la ventana” en los comicios nacionales, con un mini-referéndum partidario (las internas) que compense aquel otro, de circunscripción nacional, que perdieron el 21 de febrero del 2016.
Es la parte más evidente de la estrategia oficialista y debería concentrar a todas las fuerzas defensoras del 21F en una interpelación ética ciudadana al Tribunal Supremo Electoral, donde un par de magistrados ya han dado señales de independencia hacia los dictados del Órgano Ejecutivo.
Es al TSE al que corresponde rechazar las candidaturas a las primarias que incluyan a personas vetadas por la Constitución y por el mandato popular de la consulta vinculante. Ya algo de esto ha sido dicho desde ese Tribunal, pero habrá que mantener la guardia alta para reaccionar ante un eventual fallo sibilino, que por un lado “respete” el carácter vinculatorio y simultáneamente dé lugar a la absurda sentencia 084 del TCP.
Pero hay otros aspectos de la Ley de Organizaciones Políticas que también merecen reflexión pública, referidos ante todo al control del “timming” electoral procurado por el régimen. Se trata de administrarle los tiempos o ritmos a la oposición, imponiéndole una hoja de ruta restrictiva que, entre otras cosas, fuerce a revelar de forma temprana los nombres de los candidatos a las principales magistraturas.
Esto, apuntando tanto a una eventual guillotina judicial previa a las internas, como al afinamiento de la maquinaria de guerra sucia en los medios de desinformación estatales y para-estatales (según estimaciones del Premio Nacional de Periodismo, Humberto Vacaflor, éstos suman alrededor de un 70% del total de los órganos de prensa del país).
Controlar los tiempos es tener en las manos una de las principales variables estratégicas en un proceso electoral, y ya hemos visto cómo el chavismo abusó de ese instrumento en Venezuela, dictando desde la ilegal Asamblea Nacional Constituyente convocatorias apresuradas a diversos comicios (regionales, municipales y presidenciales) que fueron dispersando gradualmente a la oposición.
Es parte de esa “cancha inclinada” diseñada por los socialismos populistas, para que los goles sean fáciles de hacer hacia un lado pero muy difíciles de concretar hacia el otro.
La manipulación del “timming” viene a sumarse al control del espacio geográfico electoral, plasmado en un mapa de circunscripciones que viola el principio de “un hombre, un voto”, con un claro favorecimiento hacia las zonas hegemonizadas por el Movimiento Al Socialismo. Artificio con el cual el oficialismo amplía desproporcionadamente su verdadera representatividad parlamentaria.
El control del espacio-tiempo electoral es, entonces, el mecanismo a utilizar para esa suerte de “física” del fraude estructural, con la que se busca la perpetuación en el poder de una camarilla cleptocráctica similar a las desenmascaradas en otros países de la región.