Medio: VISION 360
Fecha de la publicación: miércoles 05 de marzo de 2025
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Dinero, cuotas de poder o espacios de representatividad en el Órgano Legislativo son los principales elementos que negocian los denominados “taxi partidos” para “prestar” su sigla a un candidato que busca figurar en la papeleta, según analistas consultados por Visión 360 para este reportaje.
El denominativo de “taxi partidos” está relacionado con una alusión a su militancia, porque se aseguraba que sus cuatro o cinco “militantes”, más el candidato, cabían dentro de un taxi, e incluso se ironizaba conque con seis “el taxi iba lleno”. Entre los entrevistados para esta nota no hay consenso sobre en qué época se empezó a utilizar el denominativo, pero en lo que sí hay coincidencia es en que las tratativas son a cambio de algo.
El tema cobra vigencia a partir del acuerdo firmado entre los “evistas” y la cúpula del Frente Para la Victoria (FPV) de cara a los comicios de agosto. El expresidente Evo Morales, tras perder la dirección del Movimiento Al Socialismo (MAS), busca con ese partido repostular para ganar un nuevo mandato. En reiteradas ocasiones, el exmandatario se refirió a que se trata de un “préstamo” de sigla.
Cinco militantes…
Antiguamente, bastaba con la recolección de firmas para hacerse de una de estas siglas, según relató la historiadora Sayuri Loza.
“Es en lo que en los noventas se consideraban partidos pequeños, o sea, les decían taxi porque entraban cinco en cada partido, seis si decían que están apretados; entonces así se les denominaba en los noventas a estos pequeños partidos que empezaron a surgir precisamente porque la ley electoral permitía que cualquier persona pudiera organizar su partido con simplemente recolectar firmas”, contó a este medio.
Para el analista y exdiputado del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Hugo San Martín, la definición de “taxi partido” se remonta incluso a los sesenta. Uno de los que utilizó este término, según sostuvo, fue el extinto líder del Partido Socialista Uno (PS-1), Marcelo Quiroga Santa Cruz, para referirse a aquellas estructuras “sin representación alguna”.
“En su origen, en la década de los 60, se denominaban taxi partidos porque uno de los que llamó así fue Marcelo Quiroga Santa Cruz; precisamente en aquella época, todavía estamos hablando de antes de 1965, llamaba así a los partidos que podían entrar sus militantes dentro de un taxi, que no eran más de cuatro o cinco personas que eran parte de estos partidos políticos sin representación ninguna”, expresó.
El analista Paul Coca manifestó que la definición de “partido taxi” fue acuñada por el periodista Raúl Rivadeneira Prada en 1984.
“Cuando él hablaba de los ‘taxi partidos’, los comparaba con un taxi, en el sentido de que lo agarramos para ir a cierto lugar o lo usamos sin importar el color del vehículo, quién es el conductor; pagamos y nos lleva a cierto lugar y pare de contar, y que eso se aplicaba en el tema de la política. Hoy se usa ese término de forma peyorativa a aquellos partidos que, si bien tienen un registro en el TSE, si lo tienen obviamente, pueden llevar como candidatos a las personas interesadas en ellos”, explica.

Rédito político y económico
Los móviles de estas siglas, a la hora de negociar, suelen ser cuotas de poder para sus líderes, o bien, montos económicos, según los entrevistados. Coca explicó que las estructuras de este tipo buscan la supervivencia política, llegar con la dirigencia a los espacios de poder.
“¿Qué es lo que buscan? Sencillo, espacios de poder. Lo que pasa es lo siguiente: cuando un partido político de esta naturaleza está con la sigla vigente, cumpliendo con lo mínimo los requisitos, ¿qué quiere? Participar en las elecciones, superar la barrera del 3%, absolutamente que de manera rápida, la dirigencia que está con ese partido llegue a los espacios de poder, porque el objetivo de un partido político es, quiérase o no, llegar a los espacios de poder. Entonces quieren participar, pero ellos mismos tomar las decisiones, tanto las candidaturas y espacios de poder”, aseguró.
Otra de las formas de negociar una sigla, según Loza, hija de la extinta Remedios Loza -quien fue legisladora y candidata a la Presidencia por Conciencia de Patria-, está relacionada con que las “cuotas de poder” se den en “anticrético”. Explicó que si un partido pequeño hace alianza con uno de mayor importancia, obtiene cargos en espacios de poder, y los beneficiados deben aportar una parte de su sueldo al partido.
“Esa es la negociación de la cuestión. Y ahora este ‘chofer’, el jefe del partido, por lo general lo que hace es acomodarse en un curul, un curul en la franja de seguridad, por decir, el primer o segundo diputado plurinacional, alguna cosa. Entonces ese ya va a tener el cargo seguro y sus ayudantes seguramente van a ser sus asesores, van a entrar en alguna licitación”, expresó Loza.
Su trascendencia
Loza sostuvo que en la historia, los partidos pequeños también llegaron a ser grandes. Citó el caso del MNR, que durante la masacre de Catavi en 1942, diez años antes de la Revolución Nacional que encumbró a Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Zuazo en el poder, era apenas un “partido pequeñito”.
“Bueno, como los taxis pasan, que cuando hay lluvia se llenan, pero cuando ya no hay lluvia se vacían. En el hipotético caso de que pasara, que este taxi partido (el FPV) pasara a ser grande, bueno, no sería la primera vez. No olvidemos que el MNR era un partido pequeñito”, recordó la historiadora.
Coca afirmó que los “partidos taxi” pueden tener buenos resultados, pero que en líneas generales, estas estructuras no buscan representación a nivel nacional, ya que implica un costo mayor y estarían sometidos a la crítica de la militancia de base.
“Pueden tener un buen resultado en la votación, los dirigentes estarán en los espacios de poder, pero a estos partidos no les interesa hacer estructura, porque si hacen estructura y lo hacen crecer al partido, y realizan una inversión en todo sentido para tener una estructura de partido grande, estas estructuras obviamente van a condicionar a los jefes del partido, una forma de caudillismo vinculada a los mecanismos que ese sector afín al caudillo, dueños de una sigla, son los que tienen”, explica el analista.
Mercadeo de siglas
Hugo San Martín manifestó que muchos partidos pequeños logran una sigla para lucrar con esta, y que ello, al carecer de una estructura política nacional, los lleva a un “déficit de representatividad” en la sociedad política.
“Lo que muchos partidos políticos de estos pequeños que logran una sigla dentro del poder electoral han hecho en los últimos años, que es lucrar con la sigla del partido. Y creo que a eso nos está llevando este déficit de representatividad que existe en este momento a nivel de nuestra sociedad política”, indicó.
Loza considera que mucho hace el dueño de una sigla, debido a que este puede decidir no meterse en política y solo pedir un monto económico, o bien pedir espacios de poder a cambio de la candidatura a la cabeza de su partido.
“Depende del dueño de la sigla. Un dueño de sigla más pragmático puede decir yo no tengo interés en la política. Tengo esta sigla que es como una suerte que me ha tocado, está todo en orden (y la doy en) cinco millones de dólares para el que quiera; y es bien difícil sacar partidos políticos. Entonces le pagan, pues le pagan lo que pide”.

Coca argumentó que independientemente de los puestos por negociar o las sumas de dinero comprometidas, están las condiciones bajo las cuales se consiguen estos réditos y que esto no es regulado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
“Una sigla sin ningún tipo de estructura no es que fácilmente los jefes se la van a entregar con el candidato, no es solo dar espacios para el poder, sino en qué condiciones se las va a dar. Si llegan al poder qué ministerios van a tener, qué es lo que van a pedir a cambio o, en otro caso, cuánto dinero quieren como un mero alquiler para esta elección, aspecto que el TSE no regula para nada”, indica.
En los últimos años, al menos dos partidos agarraron un protagonismo considerable en elecciones. En 2019, el Partido Demócrata Cristiano (PDC) prestó su sigla en primera instancia al expresidente Jaime Paz Zamora, para las elecciones de ese año; sin embargo, este declinó su candidatura. Para aquel entonces, las encuestas lo colocaron en los sitiales más bajos, arañando poco más del 1% de preferencia electoral.
En su lugar, y faltando dos meses para los comicios entró el ciudadano coreano-boliviano Chi Hyun Chung, con quien el PDC, ya tras las elecciones, escaló a un sorpresivo tercer lugar, obteniendo un 8,78 % de los votos, desplazando a Bolivia Dice No, al cuarto lugar con un 4,24%.
Otro acontecimiento de esta índole fue el acuerdo entre Jorge Tuto Quiroga, aspirante a la Presidencia, quien pactó con el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) para ir a las elecciones como candidato por la organización “Libre”. El FRI, cabe recordar, brindó su respaldo al expresidente Carlos Mesa para formar Comunidad Ciudadana (CC), para las elecciones de 2019 y 2020.
Puntos de vista
Sayuri Loza: “Cuando hay lluvia, el taxi se llena”
Como con los taxis pasa, que cuando hay lluvia se llenan, pero cuando ya no hay lluvia se vacían. Es muy posible que Evo Morales, de seguir en política, trate de fundar su propio partido, porque al final esto (el FPV) es prestado. Lo está tomando, creo que temporalmente.
Si uno piensa en 1942, que es cuando pasa la masacre de Catavi, el MNR era un partido de unos cuantitos, eran unas cuantas personas. Entonces puede ser que crezca el partido. Pocos partidos han empezado grandes, muchos han empezado en pequeñito. Así que no es nada de sorprender que un taxi partido se convirtiera en un partido gigantesco. Claro, muchos de estos taxi partidos han desaparecido también porque han perdido su personería, etcétera, etcétera. Pero ahora es un ahora, es una una suerte tener un partido, no porque no es tan fácil ahora ya sacar partidos.
Entonces ya muchos los alquilan, los prestan, los encargan, los entregan. Dicen que cobran hasta un millón de dólares. Otros dicen que tienen, que te cortan, o sea, que te piden cargos, digamos. Un dueño de sigla más pragmático puede decir yo no tengo interés en la política y darla en alquiler por dinero por lo general.
Pero si piden participación plena y representatividad o espacios de poder, es lo menos común, porque si alguien quiere una sigla, seguramente la va a querer limpia, sin que haya un tipo que quiera cargos y demás. Porque ya esta persona que quiere la sigla tiene su equipo, tiene ya sus alianzas armadas.
A estas alturas del partido yo no conozco a un candidato que no tenga ya su equipo, sus alianzas, sus prospectos de diputados, de senadores y hasta de ministros.
Así que creo que más les valdría conseguir una sigla blanca, que sea un alquiler y que se las entreguen.
Paul Coca: “No tendrán reparos en dar la sigla”
El tema del taxi partido o partido taxi fue dado allá por 1984, por Raúl Rivadeneira Prada, periodista y escritor boliviano. Lo puso en un artículo; cuando él hablaba de los taxi partidos, los comparaba con un taxi, en el sentido de que lo agarramos para ir a cierto lugar o lo usamos sin importar el color del vehículo, quién es el conductor; pagamos y nos lleva a cierto lugar y pare de contar, y que eso se aplicaba en el tema de la política.
Por eso es que hoy se usa ese término de forma peyorativa a aquellos partidos políticos que si bien tienen un registro en el TSE, si lo tienen obviamente, esos partidos pueden llevar como candidatos a las personas que estén interesadas en ellos, en adquirir a esa organización política.
Esta organización no va a tener reparos en dar la sigla, es decir, brindar el espacio de la candidatura a candidatos con los que no precisamente guarda un tema de afinidad ideológica, porque estos partidos no tienen un criterio ideológico; por ejemplo, uno ve que el FPV postula en 2019 a Israel Rodríguez, el hijo del jefe nacional del partido.
Lo postula al año siguiente a Chi Hyun Chung, que es absolutamente vinculado a un grupo de derecha, y en la siguiente elección, que es esta de acá, lo quiere llevar a un inhabilitado Evo Morales, que es todo lo opuesto a la derecha, porque obviamente quieren ese aspecto.
Estamos en un momento político en el que todos quieren llegar a la Presidencia, todos quieren llegar al Parlamento, todos quieren tener poder. Y para hacerlo se construye algo nuevo que es una inversión económica que pocos la realizan, o directamente buscan una sigla que les facilite, o les presta la sigla para candidatear. La trascendencia que toman no es la trascendencia de formar una estructura propia.