Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 21 de febrero de 2025
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La semana comenzó con un importante hecho político-simbólico y preparatorio rumbo al proceso electoral nacional de este año. Esto, en el país de los mínimos institucionales, la falta de confianza en el accionar estatal y la democracia de baja intensidad, es loable. Pues, a saber, durante este periodo gubernamental, solo el Tribunal Supremo Electoral ha contado con esa iniciativa y capacidad. El presente apunte viene no tanto a quiénes acudieron a ese encuentro, sino, más bien, a quiénes no lo hicieron; pensando prospectivamente en el mapa completo de actores del proceso electoral que ya se vive. Si bien dentro de los actores invitados a este Encuentro Multipartidario se encontraron la más importante instancia de representación política del país (presidencias Senado y Diputados, este último ocupando el cargo bajo cuestionada sesión), las alianzas vigentes a la fecha (que tienen representación en la Asamblea Legislativa) y el espectro de partidos políticos que legalmente vehiculan la representación de la ciudadanía boliviana a la fecha (con un par de nuevos actores, arribados ahí tras una flexibilización de plazos para su participación en este proceso), resulta inevitable pensar que —pelea intestina del MAS de por medio— el mapa no estuvo completo.
Por un lado, en lo que refiere a actores políticos, no estuvo el sector evista. Y aunque por ahora resulta dificultoso ponerle datos numéricos a la preferencia o votación que podría obtener Morales, si es que llegara a ser habilitado (hecho que el país sabe que no pasará), lo cierto es que estamos ante quizás el único actor político nacional que camina con su voto duro a cuestas.
En el otro lado —el de los actores institucionales— la ausencia relevante fue la de quienes no tienen ya ni la legalidad ni la legitimidad, pero sí toda la posibilidad de seguir erosionando la integridad electoral del venidero proceso como hicieron con el precedente: el Tribunal Constitucional Plurinacional.
Es lógico que si estos dos actores con la legitimidad desportillada, pero con el poder aún activo (uno de alguna representación y otro, de la acción judicial constitucional) llegaban a ser invitados, no hubiera habido conversación posible y no tendríamos ni siquiera la buena nueva simbólica con la que contamos al finalizar esta semana. Pero también es cierto que, sin ellos, el mapa de actores involucrados en el proceso electoral está incompleto.
Algo similar está ocurriendo en medio del ruidoso desorden en el que se publicitan encuestas preelectorales. Ocurre que, gracias a la imposibilidad normativa de controlarlas, su realización en este periodo está sujeta a los arbitrarios criterios de quienes las llevan a cabo. En ese caso, hay muchos “precandidatos” que no están siendo medidos (incluido Morales y su voto duro, al que se hizo referencia). Y es que, si acudimos a la diseminada hipótesis de que un “voto outsider” está a la espera de ser cautivado y tiene capacidad de mover el escenario electoral, lo cierto es que, en los márgenes de la “oficialidad mediática”, todo un espectro de actores con características propias de la antipolítica trabajan diariamente para tener un candidato de sello “liberal/libertario” y, vistas las cosas, hasta que no existan candidaturas inscritas, ese voto descontento se lo está tratando de endilgar a figuras que (todavía) no reúnen esas características.
Aunque varios de los puntos acá señalados puedan sonar a obviedades, en Bolivia siempre será importante poner reflectores sobre las periferias de la “realidad comunicada” porque más de una vez los resultados electorales se han encaminado por fuera de los relatos oficiales que mediáticamente se hicieran en el camino. En otras palabras: hay películas que ya hemos visto y que está prohibido olvidar.