Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 05 de enero de 2025
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Ciertamente, cuando hablamos del 2025,
el tema electoral cobra importancia de primer orden. Será, políticamente
hablando, un año sumamente dinámico y complejo, lleno de variables
interactuando de cara al resultado final.
Los
candidatos y fuerzas políticas, las campañas, las masas movilizadas, los
debates, los ataques y la guerra sucia, los medios de comunicación, las redes
sociales y las nuevas tecnologías, serán lugares de intensa interacción.
El nivel y características de estas interacciones, variaran de acuerdo a los
tiempos políticos y el cronograma electoral. En ese sentido, se pueden
vislumbrar cuatro fases, cada una con sus propias características.
La
primera, transcurría en estos primeros cuatro meses, hasta la publicación de la
Convocatoria Oficial, que se produciría 120 días antes del 10 de agosto, la
fecha establecida para estas elecciones. Hasta esa fecha, el escenario tendría
las siguientes características.
Por un lado, y este será el eje principal, el escenario estará copado en torno
a la discusión sobre la candidatura de Evo Morales. El tema aún no está
definido. El sostiene, asesorado por constitucionalistas, que está plenamente
habitado, considerando el artículo 168 de la Constitución, que no dice nada sobre
reelecciones discontinuas. Otros, creen y aseguran que, la Sentencia
Constitucional 1010/23 y el Auto Constitucional del 8 de noviembre de 2024, lo
inhabilitan definitivamente. Sin embargo, el tema no estará zanjado, hasta que
el Tribunal Supremo Electoral (TSE), a instancias del Tribunal Constitucional
Plurinacional (TCP), dilucide definitivamente el tema, habilitándolo o
inhabilitándolo, en la fecha establecida por el Calendario Electoral.
Noventa
días antes del 10 de agosto, el TSE publicara oficialmente la lista de
candidatos y fuerzas políticas habilitadas. Se puede prever, hasta entonces, un
conjunto de movilizaciones para presionar la candidatura de Morales, otra vez,
incluso, con marchas y bloqueos.
De
todos modos, en el “campo oficialista”, habrá dos candidatos. El ala “arcista”,
con la sigla del MAS, tendrá su propio candidato. Al frente, el ala evista, con
sigla “alquilada” y candidato propio (si no es Evo, será Andrónico). Por
primera vez, luego de 20 años de hegemonía absoluta, el MAS ira partido en dos
frentes.
Por
otro lado, en este mismo periodo, en el campo opositor, entre los candidatos,
la pugna será intensa para posicionarse como el mejor de la oposición. Los
datos que nos brinda la historia, nos adelantan que difícilmente habrá un solo bloque
y candidato. Si bien, todos ellos están “dispuestos” a conformar una gran
alianza opositora para derrotar al MAS, colocan adelante, su propia
candidatura. Como es difícil conseguir ese “desprendimiento patriótico”, lo más
probable es que vayan fragmentados, repitiendo el error por sexta vez.
La
segunda fase, 90 días antes de las elecciones, se inicia precisamente con la
campaña de los candidatos oficialmente habilitados. Se extenderá hasta el día
de la elección. Con los candidatos oficialmente en carrera, recién podríamos
configurar, de manera objetiva, el mapa político electoral.
Las
campañas serán intensas, no solo en las calles y en los medios de comunicación,
sino, quizá, de manera más densa, en las redes sociales, Estas, sin duda,
jugarán un papel central en los resultados finales. Los “guerreros digitales”
cobraran notable importancia. Obviamente, no se descarta, una feroz guerra
sucia.
Aunque
en política puede pasar todo, incluso no haber elecciones, por la fragmentación
del voto, no habrá ningún ganador con mayoría absoluta, o con la diferencia del
10%; lo más probable es que tengamos segunda vuelta. Históricamente, por
primera vez en Bolivia, entonces, luego de la aprobación del texto
constitucional, tendríamos, el 2025, el Balotaje o segunda vuelta.
Esto
da inicio a la tercera fase, que se extenderá por tres meses, hasta el 10 de
octubre. Ciertamente, esta segunda vuelta, entre los dos candidatos más
votados” tendrá otra configuración. Las alianzas que puedan efectuar los dos
candidatos en carrera, serán determinantes en el resultado final. De cualquier
manera, no habrá mayorías. El que gane, en segunda vuelta, gobernara con el
parlamento ya definido en la primera.
Ahora
bien, el cuarto y último escenario del 2025, se iniciaría con el nuevo presidente
elegido en segunda vuelta. Este asumirá, de inmediato, una gran
responsabilidad: el control de la gran crisis económica. Debe asumir ese gran
desafío, de cambiar el modelo económico o profundizar la crisis. De efectuar un
ajuste fiscal para equilibrar la economía o perder el control de la
crisis.
Estas
urgentes medidas, el actual gobierno, las postergo irresponsablemente. La
subvención a los combustibles ya no es sostenible, además podría conducirnos a
la debacle. En todo caso, en las cuatro fases, el tema de la crisis económica
estará siempre presente. Estas elecciones se realizarán en un contexto de grave
crisis económica, parecida, salvando las distancias, a las de 1985, en el fin
del ciclo estatista implementado por el MNR en 1952.
Independientemente
de estas fases y escenarios, renglón aparte, merece el proceso, o los procesos,
que se le siguen al ex presidente Morales. La imputación por “trata y tráfico”
y su rebeldía para asumir defensa como cualquier ciudadano, podrían
arrinconarlo y acabar aprehendido. Luego, conducido a Palmasola, Chonchocoro o
el Abra. Si esto sucede, el 2025 se cumpliría el sueño de millones de
bolivianos “antievistas”. Como en política, todo sucede, no se puede descartar
también una probable extradición, a petición de la DEA, a instancias de las
declaraciones de su ex jefe de inteligencia en la lucha contra el narcotráfico,
recientemente extraditado.
Con
todo, sin descartar sorpresas y contingencias, en sus cuatro fases, estos son
los posibles escenarios políticos del 2025.