Medio: El Diario
Fecha de la publicación: miércoles 27 de noviembre de 2024
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Estamos a punto de cerrar el 2024, un año marcado por el odio y la revancha. Consecuencia de quienes se dividieron por intereses particulares. Y en medio de una galopante crisis económica, con escasez de diésel, de dólares y la elevación del costo de vida. El gas se hizo gas, mermando los ingresos. Es difícil que vuelva el auge gasífero, que otrora generó la bonanza económica. La gallina de los huevos de oro fue sacrificada por los angurrientos de Poder. La ciudadanía aún está inmersa en la incertidumbre y la desesperanza, como resultado de esa situación.
El año que viene será ajetreado por afanes electorales y por la celebración del bicentenario. Dos eventos que han coincidido en una misma gestión. Pero también estará presente el fenómeno de la crisis económica y sus secuelas. Realidad que seguirá agobiando al país, a no ser que se presente el “salvador”. Pero que llegue con un cargamento de billetes verdes, no importa que lo haya obtenido como crédito de organismos financieros. Lo importante es recuperar la estabilidad económica.
Más de once millones de bolivianos rendirán homenaje a los manes de la Patria, por el bicentenario. El país se cubrirá de rojo, amarillo y verde, con profundo sentimiento patriótico. Ojalá no tengan cabida la intransigencia, el oportunismo, el racismo, el regionalismo y el radicalismo, en el desarrollo de esa manifestación cívica, de trascendental significación, para los nacidos en esta bendita tierra. Será el momento culminante para reflexionar acerca del destino patrio de cara al futuro. Acerca de la suerte que correrá el pueblo boliviano, de persistir la coyuntura económica adversa. Acerca de los recursos naturales renovables y no renovables, tan codiciados por ciertas potencias. Ahora que la crisis económica, golpea con fuerza. Esa herencia que hemos recibido de los gobiernos de turno. Los más afectados son los sectores de escasos recursos.
Los políticos deberían deponer la confrontación, a fin de no empañar los actos respectivos. Por esta única vez, por lo menos, porque siempre estuvieron haciendo berrinche, con o sin motivo. Acarreando piedras y troncos sobre carreteras. Amenazando con movilizaciones y bloqueos. Trepando a la testera en el parlamento, como si estuvieran en una cantina. Con riñas y peleas, como si estuvieran en callejones de alta peligrosidad. Lanzando mentiras y calumnias. Ese es el rasgo de aquellos hombres y de aquellas mujeres que viven succionando las arcas del Estado. Que nada bueno hicieron por el país. Que son parte de los nuevos ricos en democracia. Que hacen ostentación de riqueza y lujo, con una actitud de insulto a los menos favorecidos. A quienes no tienen lo suficiente para llenar la canasta familiar. Que empañaron con sus actos la imagen de Bolivia ante el mundo. Que deterioraron la praxis democrática. Acciones que nada bueno dicen del político de nuestros días. En otros tiempos teníamos parlamentarios de elevada y sólida formación política.
En suma: celebremos el bicentenario con unidad nacional y sin resquemores. Por Bolivia, en todo caso.