Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 29 de septiembre de 2024
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Una ola de creciente desencanto recorre casi todas las democracias en América Latina. La crisis, polarización e incertidumbre asfixian nuestros espacios públicos. Y las instituciones están cercadas por la desconfianza. Hoy no examinamos la calidad de la democracia, sino “cómo mueren las democracias”. No hay colapso, pero sí lenta erosión. Los indicadores son de des-consolidación, como alertó hace unos años el Latinobarómetro. Es la “democracia diabética”.
¿Cómo navega la democracia en Bolivia? O mejor: ¿cuáles son las percepciones acerca del sistema democrático? Una reciente encuesta nacional realizada por el TSE con apoyo del PNUD brinda valiosos datos al respecto. Se ratifican algunas tendencias de otros estudios.
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La primera cuestión es ineludible: el apoyo a la democracia. La mitad de las y los bolivianos preferimos la democracia a cualquier otra forma de gobierno. La mala noticia es que a la otra mitad le da lo mismo (31%) o hasta cree que un gobierno autoritario puede ser mejor que uno democrático (19%). Son datos terribles, solo comparables con la crisis de 2003-2005. Es una tendencia regional: en 2023, la preferencia por la democracia (48%) fue la más baja desde 1995.
Esta validación gradual del autoritarismo tiene que ver, entre otros factores, con la elevada insatisfacción por el funcionamiento de la democracia. Si la evaluamos por sus resultados, el 61% en Bolivia está insatisfecho (el promedio regional es 69%). Los picos más altos de satisfacción fueron en 2009 y 2015, pero luego el declive ha sido sostenido. Es “el colapso del desempeño”. Y sabemos dónde pueden terminar los insatisfechos.
En cuanto a confianza, dos tercios de los encuestados desconfían de todas las instituciones en todos los niveles territoriales del Estado. Ninguna se salva. Es también una tendencia regional. No hay casualidad ni solo coyuntura. “América Latina es la región más desconfiada de la tierra”, afirma el Latinobarómetro. Priman la desconfianza interpersonal y, claro, en las instituciones y los liderazgos.
Más allá de estos datos críticos, lo más valioso del estudio del TSE son las percepciones sobre las democracias en plural. Con la nueva Constitución, desde hace 15 años nuestro horizonte democrático se asienta en el ejercicio complementario de tres formas de democracia. Aunque solo el diez por ciento conoce la democracia intercultural, un amplio porcentaje puede identificar/diferenciar las democracias representativa, directa-participativa y comunitaria. Es, todavía, una buena idea en construcción y en disputa.
En este tiempo de desencanto, donde el miedo busca ganarle a la esperanza, la democracia boliviana será intercultural y paritaria, o no será.