Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 26 de agosto de 2018
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Beatriz Layme / TIPNIS
El contraste entre dos regiones ha convertido al TIPNIS en un espacio de diferencias sociales y económicas. Trinidacito refleja el “vivir en armonía” con la madre naturaleza y el olvido del Estado. Mientras que el Polígono 7, al sur de la reserva, crece con visiones opuestas, en medio del desarrollo y la modernidad, impulsadas por el Gobierno.
A Trinidacito, que está en medio del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), aún no llega el tendido eléctrico, la red de agua potable ni un médico. Cuando cae la noche, las pequeñas habitaciones de madera se alumbran con mecheros o linternas. Los focos se encienden sólo para eventos especiales, gracias a un motor que funciona con gasolina.
En 1978, ante inundaciones por las fuertes lluvias, 36 familias agarraron sus escasos bienes y dejaron la comunidad de San José de Patrocinio, y a más de 15 kilómetros fundaron Trinidacito, donde edificaron una iglesia. También construyeron una escuela rústica de madera; hoy es el núcleo escolar San Miguel, que alberga a estudiantes de otras comunidades. Después de 40 años, la unidad educativa no tiene ninguna mejora. “Del Gobierno sólo escuchamos promesas”, afirma Bernardo Tamo, el cacique de la zona.
En 40 años, en la comunidad indígena tampoco se construyó ni una posta sanitaria. Algunos originarios pasaron cursos básicos de primeros auxilios; pero si la enfermedad es grave, el paciente es llevado en caballo o en moto hasta Kateri, que está a dos horas de Trinidacito. Si la familia no tiene recursos “se espera nomás, será el destino…”, dice Julia.
Es casi nula la comunicación vía celular. Para tener señal se debe ir a determinados puntos de una improvisada pista de aterrizaje de avionetas o a un extremo de la cancha de la comunidad.
La realidad de los habitantes de Trinidacito no es ajena para otras poblaciones aledañas, que viven en similares condiciones, excepto en aquellas que respaldan al Gobierno, que impulsa la construcción de la carretera Villa Tunari- San Ignacio de Moxos por medio del territorio indígena.
“Esto es una represalia porque rechazamos la construcción de la carretera”, asegura Miriam a Página Siete, quien comenta que pese a las carencias en esa localidad viven felices y en equilibrio con la naturaleza.
Los indígenas se han convertido en guardianes de la reserva natural. Ellos buscan –insisten– la armonía entre el hombre y la naturaleza, debido a que la conciben como la que proporciona las pautas de cómo vivir bien y todo lo necesario para sostener la vida.
“La naturaleza es nuestra vida. Para nosotros entrar al monte es como ir al supermercado para sacar comida, es ir a la farmacia por medicina. Si entran a nuestra casa con la carretera, moriremos”, advirtió el exdirigente indígena Marcial Fabricano, durante la audiencia instalada por la Comisión que envió el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza, para verificar la denuncias de presunta violación y depredación de la Madre Tierra.
“Nosotros sobrevivimos con la naturaleza, se vive de la caza, la pesca. No es indiscriminado, se caza y pesca para sobrevivir, no para lucrar”, afirma el sacerdote Pastor Iba, nativo de Trinidacito.
Al otro extremo, a casi 60 kilómetros está el Polígono 7, que se muestra próspero. El apoyo estatal salta a la vista. En esta región, las 14 comunidades indígenas del TIPNIS quedaron rodeadas por predios de colonos. Los originarios, de a poco, se apartan de sus tradiciones. Algunos conservan su lengua, vestimenta y gastronomía. En la zona todo gira en torno al dinero.
En este sector tienen el tendido de energía eléctrica y la mayoría de los pobladores cuentan con automóviles. En la vía de tierra se observan restos de aceite que eliminan los coches, los arbustos están impregnados de polvo y del hollín que expulsan los motorizados. La señal de telefonía celular es óptima.
Los habitantes de este lugar respaldan la construcción de la carretera por medio de la reserva. “Si no tenemos carretera, no podremos sacar nuestros productos; nuestros hijos no podrán ir a la escuela; cuando sube el río, es difícil movilizarnos”, indica Rubén, afiliado al Consejo Indígena del Sur (Conisur). El 19 de agosto, integrantes de esa organización bloquearon la vía para impedir el ingreso de la Comisión.
Ese día, luego de visitar Trinidacito, la delegación llegó hasta Isinuta, “puerta de ingreso” al sur del TIPNIS. Alberto Acosta, Shannon Biggs y Enrique Viale, miembros de la Comisión, arribaron al lugar para recoger testimonios sobre la vida en esa zona, pero los colonos los cercaron por seis horas. No pudieron ingresar ni salir en ese espacio de tiempo.
Apoyar las iniciativas del Gobierno generó beneficios a los habitantes de esta región. En marzo de 2012 -después de marchar exigiendo la construcción de la vía por medio de la reserva indígena-, recibieron de manos del presidente Evo Morales “regalos”: 12 motores fuera de borda, nueve de ellos con 15 caballos de fuerza y los otros tres, con 30.
Además, se les prometió cinco ítems para educación, la instalación de una antena de ENTEL , la entrega de carnets de identidad y la construcción de viviendas, ofrecimientos que se concretaron y cambiaron su vida.
Pese a estos beneficios que otorga el Gobierno, para el sabio indígena Benigno Noza, ni la carretera ni la “modernidad” podrán cambiar su ritmo de vida. “No queremos una Madre Tierra enferma, porque nosotros también moriremos”, reflexionó Noza.
Origen de la reserva
- Creación El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) es un área protegida de Bolivia. Fue creada como Parque Nacional, mediante DS 7401 del 22 de noviembre de 1965. Fue declarado Territorio Indígena, a través del DS 22610, del 24 de septiembre de 1990, gracias a las luchas de los pueblos indígenas de la región.
- Territorio El TIPNIS está ubicado entre los departamentos de Beni y Cochabamba. Los municipios son San Ignacio de Moxos y Loreto en Beni, y Villa Tunari y Morochata en Cochabamba.
La zona colonizada del territorio indígena
La región denominada Polígono 7 es un territorio colonizado por campesinos -no indígenas- y demarcado por una “línea roja”, mediante el decreto 22610. Esa norma fue emitida el 24 de septiembre de 1990, durante el gobierno de Jaime Paz Zamora, para evitar nuevos asentamientos de campesinos y colonizadores en los Parques Nacionales.
El decreto fue el resultado de un convenio, firmado el 19 enero de 1990. El pacto fue suscrito por representantes del Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios con la Central Obrera Boliviana, Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y la Confederación de Colonizadores.
El presidente Evo Morales entregó el título ejecutorial TCO-NAL 000229 con 1.091.656 hectáreas para todo el territorio indígena y parque nacional. El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) remarcó en 2009 el Polígono 7 con una línea roja, “reconfirmando” los asentamientos humanos.
El Polígono 7 está ubicado en el lado sureste del TIPNIS y ocupa 123 mil hectáreas bajo control del Consejo Indígena del Sur, entidad que surgió en 1998 por iniciativa de la Prefectura de Cochabamba en medio de la disputa de límites con el departamento del Beni.
De acuerdo con datos estadísticos, hasta 2012, la población creció de 7.578 a 13.040 habitantes, quienes viven del comercio de la coca.
Denuncian obras fantasma en Nueva Galilea
“El Gobierno mintió”, gritó el sabio Benigno Noza, quien denunció -mostrando el libro que lleva el título Beni, logros de gestión 2003 - que el Ministerio de Comunicación informó que en la comunidad indígena de Nueva Galilea se construyeron una escuela y 24 viviendas sociales.
“Miren qué lindo colegio. Ya quisiera que mis hijos estudien en esa escuela, pero señores esta obra es fantasma. También informan que construyeron 24 viviendas sociales; mentira, no hay ni una, todo es obra fantasma”, reclamó.
El sabio denunció las obras fantasma en la audiencia pública que instaló la Comisión enviada por el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza en Trinidacito, comunidad que está en medio del TIPNIS y que rechaza la construcción de la carretera por medio del parque.
De acuerdo con el documento, “el presidente Evo Morales en la gestión 2012 entregó 50 sistemas solares, que comprenden el panel propiamente dicho, la batería, el conversor, cable para su instalación y sus respectivos accesorios; los mismos fueron distribuidos en 33 comunidades”.
En Trinidacito fue instalado el panel solar, pero no funciona, no cuenta con los accesorios.