Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 24 de agosto de 2018
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Consultas megaproyectos
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Apelo a mi viejo Diccionario de la Lengua Española, para explicar que cancerbero es un portero o guarda severo o de bruscos modales. Pues bien, como cancerberos se comportaron los cocaleros del Polígono 7: “indígenas de tierras bajas” que quieren mestizarse con telecentros, polideportivos y mensajitos de celular, además de colonos vallunos y cocaleros altiplánicos de las subcentrales Sécure y Conisur, todos del partido de gobierno, MAS. Cerraron la entrada a la Comisión del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza (TIDN), al llamado Polígono 7 de invasores cocaleros del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis).
Los oficialistas aceptan espurios argumentos de que “la visita no había pedido permiso”; no hubo secuestro, dijo el Ministro y le hizo eco el vasallo gobernador valluno, como si el bloqueo o cerco no hubiese vetado el uso de celulares y cámaras, ni avance o abandono del punto de bloqueo por horas a la Comisión, y de paso, a la prensa.
El mismo Conisur de indígenas de tierras bajas que quieren ser cocaleros reconoce que hay cocales en el Polígono 7. El Viceministerio de Sustancias Controladas admite que hay allí pozas de maceración de cocaína. Tal vez la Comisión no sabía que el acceso a esos trajines delictivos requería de un simple permiso para visitarlos. No será suficiente, porque en el futuro se les ocurrirá pedir visa, bendición papal, firma de Evo, garabatos de capos “indígena originario campesinos” y peaje para entrar a esa republiqueta independiente.
La pugna está, por un lado, en lo que llaman “indígenas de tierras bajas” en este régimen altiplano-centrista y mentiroso de 36 nacionalidades originarias con iguales derechos, que quieren vivir en el Tipnis de acuerdo a sus “usos y costumbres” ancestrales: vivir del monte, su Casa Grande. ¿O es que los trillados “usos y costumbres” son solo para los masistas”? Por otro lado, los usurpadores del infame Polígono 7, sus aliados “vuelca gorras” y el Gobierno empeñado en una carretera que mata la reserva natural atravesándola por el medio, con tres puentes ya terminados. Ofrecen externalidades de mestizaje sociocultural en el paraíso cocalero, que ni paga impuestos: polideportivos para los que ni tienen zapatos, telecentros a quienes no saben de Android y otros sistemas operativos, ni tienen computadora para navegar en Internet.
Existe un antes y un después en todo el embrollo.
El “antes” fue Evo Morales figurando a nivel internacional como defensor de la Pachamama, la Madre Tierra, en un planeta preocupado por el medio ambiente. Culminó su impostura ante ecologistas gringos e indígenas de Bolivia en la Cumbre de Tiquipaya en 2010. Allí acordaron formar el Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza (TIDN). Con tal respaldo, indígenas del Tipnis viajaron a Bonn, Alemania para denunciar la carretera asesina del área protegida. Se acordó mandar a Bolivia una Comisión para recoger =======in situ====== testimonios de las partes en conflicto, incluido el Gobierno.
El “después” fue un Evo Morales que parece haber dado un giro de 90 grados en pose antes protectora de indígenas y naturaleza. Ya no viste humilde chompa a rayas, y come lo que quiere, lo que es sinónimo de rico según el Chavo del 8. Por detrás están los suchas de variados intereses –madera, petróleo, cocaína, venta de lotes, karaokes, puteríos y votos– a los que no importa la reserva natural y los indígenas de tierras bajas.
Me pregunto cómo responderá Evo a su ministro que se burla de poses pachamamistas que otrora fueron presidenciales. En efecto, el ministro tildó a la Comisión de turistas; que no representan a nadie; que tenían que coordinar con los “dueños” masistas del Tipnis, siendo que la ley establece que el nivel central del Estado es responsable de las áreas protegidas. Un policía se lavó las manos: “yo no puedo hacer nada, ustedes saben que esta zona es así, peligrosa”. Como el contrabando de Sabaya y los pichicateros chapareños, podía haber agregado.
El mal ejemplo cunde como una enfermedad infecciosa. Ya hay cocales en Colomi, Yapacaní, etc. Los cocaleros de La Asunta están armados. Ahora campesinos y mineros exigen explotar oro y producir coca en el Parque Nacional Madidi. Expandir cocales para cocaína es el torvo motivo detrás. ¡Poco importan la cultura indígena y la naturaleza de esta Bolivia bendecida por su biodiversidad!
El autor es antropólogo.
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