Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 24 de agosto de 2018
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Consultas megaproyectos
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La presentación de la más reciente versión del informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc por sus siglas en inglés) sobre sobre los resultados arrojados Monitoreo de Cultivos de Coca, ha vuelto a poner el tema en el centro de la atención colectiva.
Que así haya sido no es novedad, pues desde hace ya más de dos décadas que los informes de esta institución son motivo de grandes controversias en los países involucrados en la producción de plantas que sirven de materia prima para la elaboración de sustancias ilícitas.
Y como si los elementos controversiales no fueran de por sí muchos, en el informe correspondiente al último año se incorporan datos sin duda novedosos para los análisis y opiniones. Es que además de las consabidas cifras cuantitativas relativas al aumento y disminución de los cultivos de coca, en esta oportunidad adquiere especial relevancia la ubicación de los mismos.
Es que si además de que el informe indica que el crecimiento de la superficie destinada a cultivos de coca aumentó en un 6 por ciento durante el último año, pone especial énfasis en la ubicación geográfica de las zonas donde se concentra ese crecimiento.
Esas cifras, de por sí elocuentes, lo son mucho más si se observa detalladamente la ubicación de los nuevos cocales. Se constata que es en territorios correspondientes a dos parques nacionales, Isiboro - Sécure y Carrasco, donde se ubican las nuevas plantaciones.
Y si se concentra la mirada en las dos zonas de mayor tradición cocalera, se encuentra que el mayor porcentaje de incremento se produjo en la región central del Trópico de Cochabamba, que concentra el 34% de los cultivos del país, es decir, 1.200 hectáreas. En los Yungas de La Paz, en cambio, zona que alberga el 65% de la producción de coca, tuvo un incremento de sólo 200 hectáreas.
No se puede dejar de considerar, por otra parte, que la zona donde más drásticamente se produce la erradicación de cocales, los Yungas de La Paz, es la única reconocida como zona tradicional. Y es también sabido que esa coca, a diferencia de la del trópico cochabambino, es la única en verdad destinada al consumo tradicional.
Con esos antecedentes, parece evidente que a la de por sí complicada dimensión cuantitativa del problema, habrá que agregarle la dimensión cualitativa pues, por diversas razones, resulta evidente que una hectárea de los Yungas no es del todo equivalente a una hectárea en, por ejemplo, el Parque Nacional Isiboro Sécure.