Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 18 de agosto de 2024
Categoría: Organizaciones Políticas
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Acción Democrática Nacionalista (ADN) fue el invento de Hugo Bánzer para reinsertarse en la sociedad por la vía democrática. Con él, el dictador de los 70, siempre sospechoso de lo que sucedió en los años de plomo con García Meza y compañía, expió los pecados y acabó en redención. Lo logró con una maniobra contracorriente que embaucó a Conciencia de Patria, aquel partido de embrión emenerrista que el compadre Palenque convirtió en referencia nacional popular y que, en la peor mano jugada por Andrés Soliz Rada, se convirtió en la llave de acceso al gobierno del nuevo Bánzer demócrata y conservador.
Bánzer exhibió entonces un perfil nacionalista que se diferenciaba del MNR por su revestimiento militarista y marcial y que inexplicablemente logró convencer a Condepa de que había una raíz “chola” por la que valía la pena cruzar sus propios ríos de sangre. Eran tiempos de resignificación de los símbolos, los estertores de una década de neoliberalismo salvaje que estaba esquilmando el país, un tiempo donde tocaba frenar, pero donde se podía colar un Tuto Quiroga en la vicepresidencia. Era un tiempo sin contrapesos en la política internacional.
Con sus luces y sombras, incluyendo el deceso del general Bánzer, aquello acabó dentro del orden constitucional con toda su obnubilación autoritaria, pero en apenas dos años todo saltó por los aires. La elección de 2002, tal vez la más contaminada de la historia de la Bolivia democrática, le dio la victoria a Gonzalo Sánchez de Lozada que trató sin mucho éxito reencauzar el proyecto neoliberal que ya había descarrilado en todo el mundo a base de impuestos y subasta de riquezas. Mientras, el MAS había emergido con toda la fuerza luego del traspiés de Condepa y se fue consolidando rápidamente “gracias” a las medidas de Sánchez de Lozada, que acabaron siendo el combustible para la insurrección popular.
Muerto el caudillo, ADN se fue licuando poco a poco. La mayoría de sus referentes se volcaron en la actividad privada más o menos favorecida por sus años de gobierno y en muchos nichos de voto de clase media alta quedó una sensación nostálgica por aquellos tiempos ordeno y mando donde los de arriba tenían caridad cristiana con los de abajo y Bolivia se movía en términos cuasi feudales. Tarija era en esto referencia probada, capital donde por cierto Bánzer había dejado firmes lazos familiares.
ADN ya no terció más. Tuto Quiroga se presentó a las elecciones de 2005 con un conglomerado de siglas que tuvieron a bien llamarse “Podemos” y en 2014 lo hizo bajo el auspicio del Partido Demócrata Cristiano, abrazado ya al liberalismo new age de los grandes lobbys americanos, sin embargo, la experiencia de poder y ciertas “técnicas” en su ejercicio acabaron fascinando a la cúpula del Movimiento Al Socialismo (MAS), sobre todo al final de la gestión de Evo Morales.
Tarija siguió siendo ejemplo. En 2014 el empresario y arquitecto aeronáutico Milcíades Peñaloza conquistó hasta tal punto a Evo Morales que lo nombró primer senador y le dio todo el poder del partido estableciendo una suerte de supergerencia, en parte para eludir el fiasco del Fondo Indígena. Peñaloza había sido uno de los prominentes líderes de ADN en Tarija junto a algunos Vargas, algunos Lema y sobre todo, los Canedo. Seis meses después de aquel nombramiento que abrió en canal al partido provocando la salida de Luis Alfaro, Pablo Canedo fue nombrado candidato a la Gobernación en marzo de 2015. Los resultados fueron lo de menos: aquel abrazo con Julia Ramos simbolizó otro río saltado.
En medio de la crisis de 2019, Peñaloza fue de los primeros en saltar del barco. Otros también se fueron borrando y muchos acabaron por hacer actos de expiación pública durante el gobierno de Jeanine Áñez, por si acaso.
Hace unos días ADN relanzaba su sigla precisamente desde Tarija. Había Canedos y también Donosos: Valmoré hizo sus pinitos como concejal yunta de Rodrigo Paz y sigue llamando excesiva atención en redes y su hermano, Erik, ha intentado acceder al Tribunal Supremo en esta convocatoria.
Puede tratarse de un contrataque o de mera tradición: Luis Arce acaba de nombrar ministro de Hidrocarburos a Alejandro Gallardo, otro cuadro masista hijo de poderoso adenista, amiguísimo de los hijos de Milcíades Peñaloza y que levantó el puño bien alto en su posesión.
En un tiempo en el que la polarización se ha instalado como forma de hacer gobierno y los extremismos recorren occidente, la resurrección de ADN parecía una consecuencia en esa línea. Sin embargo no todos están dispuestos a recorrer el camino en solitario: para algunos, el poder siempre vuelve.