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Medio: El Periódico
Fecha de la publicación: jueves 18 de julio de 2024
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Hace un tiempo, manifestaba que en el año 2019, vivimos en Bolivia un inusual golpe de estado. No sería ético, desde una perspectiva analítica, que no se consideren los motivos que indujeron a semejante torpeza, motivo de esta publicación.
Desde que apareció la figura de Evo Morales en la política boliviana, el discurso de la inclusión, de la erradicación del racismo, de la protección a la madre tierra en base a la recuperación de nuestros recursos naturales, y de la igualdad de oportunidades para todos los habitantes del país, fue el sustento que después se transformó en EL PROCESO DE CAMBIO.
La gran mayoría fue conquistada con esos cuatro postulados, y como todos sabemos, derivó en la asunción al poder del Movimiento al Socialismo el año 2006, amparado sobre todo en los movimientos sociales.
La lucha, contra los políticos que detentaban el poder hasta esa gestión, era desigual, motivo urgente de conseguir una nueva constitución que represente los 4 pilares que describimos anteriormente. Fueron más allá: hicieron un cambio trascendental, recomponiendo el escenario de nuestra democracia, otorgando mayores responsabilidades a los menos y quitando trascendencia a los centros urbanos.
Pronto, la fagocitosis política consumió entre los primeros a Andrés Solíz Rada, al Mallku Quispe, a Román Loayza, al emblemático Filemón Escobar, Felix Patzi y otros que, sorprendidos, se dieron cuenta que eran funcionales a un gobierno que ya se mostraba vertical.
Luego, en el segundo mandato (2010–2014), varios de los nombrados y otros, intentaron estructurar una disidencia en el MAS. Fueron dejados de lado y sustituidos por gente aceptada por Morales (“invitados”, “conversos”, “apegados” y otros).
En ese contexto, tuvimos que afrontar el 2015, una nueva elección donde ya la oposición reclamaba por la manifiesta intención de Evo de prorrogarse en el poder. Sin embargo, gana por tercera vez el MAS (2015–2020). La victoria se da con gran mayoría en varios departamentos. No era suficiente. Se intenta inducir a la colectividad a que acepte la agenda 2020 – 2025, con el argumento de era necesario un cuarto mandato.
Así, luego de un año del tercer mandato, fuimos testigos de los esfuerzos para legitimar la repostulación de Evo y Álvaro mediante un referéndum. Esta vez, es el pueblo el que responde en las urnas, y consigue ganar el NO un 21 de Febrero/2016.
Como respuesta, los resultados del Gobierno se empezaron a traducir como si fueran de propiedad exclusiva de Morales. Se inician aceleradamente acciones que catapulten otra vez al líder. Se plantea el reclamo de Bolivia en La Haya. Casi al final de la demanda, Evo comete el error de reclamarle a Donald Trump, en ese momento Presidente de Estados Unidos, en un encuentro internacional. Gran error táctico y de estrategia. Los poderosos inclinaron la balanza en favor de Chile.
Evo y sus incondicionales, maltrechos a estas alturas, montan que candidatear es un derecho humano, y consiguen habilitar a Evo y Álvaro. El colectivo, luego de los comicios de 2019, se enardece cuando se quieren manipular los resultados. Esa ansia de prorrogarse ocasiona una fractura constitucional, como sucedió con Paz Estenssoro y René Barrientos.
Y el ¿PROCESO DE CAMBIO?
El MAS se recompuso y afrontó las elecciones de 2020. Morales, sin llegar a ninguna primaria, propuso a Luis Arce y David Choquehuanca, quienes resultaron electos. Supuestamente sería una continuación del poder de Evo. Sin embargo, el país estaba económicamente muy venido a menos, y debían efectuarse ajustes, que el líder indígena no aceptaba ni estaba de acuerdo, transformándose en lo que es hoy: la mejor oposición del gobierno de Lucho y David.
Evo, en la actualidad, quiere volver a ser Presidente, cueste lo que cueste, mientras los actuales gobernantes, muestran también sus intenciones de lanzarse a un segundo mandato. ¿Y Bolivia, como esta? Muy bien, viviendo de los préstamos internacionales y sobrellevando una crisis que nos lacera. ¿Qué paso? Otra vez el maldito prorroguismo que ahoga nuestra democracia, nuestra economía, nuestras esperanzas, que tiene miles de facetas y aristas, y nos está llevando nuevamente al borde de la debacle, como muchas veces ocurrió en nuestra historia.
Ojalá aparezcan nuevos liderazgos, o los que ya tenemos, puedan emerger y lograr posicionarse en la preferencia de la ciudadanía. Es necesario recomponer la patria, con una visión de generar estabilidad y mejores días, administrando con sabiduría lo que tenemos, con propuestas que resulten de una reinserción de Bolivia a todo nivel. Caso contario, más temprano que tarde, como predice el lamento boliviano, seremos víctimas de un acomodo geopolítico continental.