Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 07 de julio de 2024
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Acciones contra la democracia
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En apenas tres horas, las y los bolivianos pasamos de la falaz querella discursiva “fraude versus golpe”, heredada de la coyuntura crítica de 2019, a la disputa política “golpe versus autogolpe”, regalo de la asonada militar del 26J. El envilecimiento de la conversación pública no tiene límites. Y la renovada polarización tampoco. Hay relatos irreconciliables — y memes— para rato. Mi verdad verdadera le pega a tu vergonzante mentirota. Y así estamos, navegando la incertidumbre.
¿Qué pasó la tarde del 26 de junio? Versiones matan hechos. Para el Gobierno, fue un golpe de Estado fallido; para la oposición (evistas incluidos), se trató de un montaje. El Zuñigazo no sabe para quién trabaja. De pronto, el debate en medios y redes se pobló de voceros y expertos. ¿No entienden lo que es un golpe de Estado? “Les voy a explicar” (sic). ¿Golpe sin muertos, con cámaras y careo, sin resistencia armada, con olvido de Talacocha? (recontra sic).
Allende las certezas de unos y las sospechas de otros, un desquiciado “general del pueblo” se creyó lo suficientemente fuerte, e impune, para desplazar tanquetas hasta la plaza Murillo y entrarse al Palacio de Gobierno. En sus diferentes momentos, habló de nuevo gabinete, recuperación de la Patria, (des)lealtades, cojones del Ejército, liberación de “presos políticos”, uso de blindados con fines de popularidad… Es un hecho gravísimo para la democracia.
La asonada militar puede leerse como un síntoma extremo de la descomposición institucional, el desorden en el campo político, la debilidad del Gobierno. Es también la continuación de la guerra interna del MAS-IPSP por otros medios. Lo cierto es que, al día siguiente, cuando despertamos, el dinosaurio monterrosiano, que lo contamina todo, todavía estaba aquí. La unánime defensa de la democracia se diluyó entre la niebla. Y la oportunidad de encuentro fue atropellada por el triunfalismo.
¿Cuál es el saldo? Hay presos —solo faltaba la fuga del excomandante, a lo Kalimán—, una investigación en curso, multitud de especulaciones, sumatoria de pronunciamientos (hasta Mileibruptos), oportunismos. Queda la evidencia de un servicio de inteligencia del Estado que más parece de complicidad o de tontería. Y ahí están, intactas, corporativas, las Fuerzas Armadas y la Policía, más cerca del cuartelazo y los motines que de su misión constitucional.
Dicen que la historia se repite a sí misma. Debemos agradecer que, esta vez, no haya sido como tragedia. Tampoco se trata de banalizar (¿golpe sin “una ráfaga de ametralladora ni un bazucazo”?, preguntan los que justificaron masacres en 2019). Más allá de la memetización de la política, hay viejos aprendizajes: cría cuervos, jueguen básquet y te sacarán los ojos.
FadoCracia jodida
1. La democracia (im)pactada se estrenó con una lúgubre advertencia: “Bolivia se nos muere” (Víctor). Había que justificar el ajuste neoliberal marca 21060. 2. Casi dos décadas después, el promiscuo modelo huyó en helicóptero. “Dios salve a Bolivia” (Gonzalo), fue la expresión del desmoronamiento. 3. Poco antes, su aliado a la fuerza confesó: “Qué difícil es amar a Bolivia en ciertas circunstancias” ( Jaime). No fue tan difícil con los narcovínculos: “errores, no delitos”. El mirismo como vocación. 4. Hasta volvió el exdictador disfrazado de demócrata: “Más vale un gramo de lealtad a una tonelada de inteligencia” (Hugo). Nos heredó a su cachorro, nada leal, poco inteligente. 5. Y en la fase última: “Le estoy pagando su salario de la limosna internacional que recibo porque extiendo la mano (Carlos Diego). Limosnero. 6. Tiempo de cambio: “Yo le meto nomás. Después les digo a los abogados, si es ilegal, legalicen ustedes” (Evo). Le sigue metiendo. 7. Tras el desastroso intersticio del régimen de facto, íbamos a salir adelante. “Así se maneja la economía, neoliberales” (Luis). Hoy Bolivia se nos jode. Cuatro décadas y un funeral.