- La Razón - Tras sentencia del TCP, Evo le pide al TSE no someterse a fallos inconstitucionales
- Correo del Sur - Conoce las funciones, deberes y derechos de los jurados electorales
- Correo del Sur - Sucre, lunes 18 de noviembre de 2024 TSE quiere que el debate electoral sea obligatorio
- EJU TV - Conoce las funciones, deberes y derechos de los jurados electorales
- El Diario - Denuncian y rechazan acciones del poder contra las judiciales
- El Diario - Ven plan para convalidar fraude en elecciones 2025
- Urgente BO - Conoce las funciones, deberes y derechos de los jurados electorales
Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 30 de junio de 2024
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Acciones contra la democracia
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Juan José Zúñiga desafió al Gobierno la mañana del día que comandó el asalto militar a Palacio Quemado. A pesar de que le notificaron que iba a ser destituido de su cargo, dirigió un acto militar en el Gran Cuartel Militar de la zona de Miraflores, en La Paz. Esa misma mañana, junto a sus cómplices, también afinó detalles de la acción que iba a concretar horas después en plaza Murillo.
La última llamada que contestó fue a las 9:00 del 26 de junio. Habló brevemente con el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, la autoridad política le consultó del movimiento inusual de tropas con armas desde Challapata a La Paz. Dijo que no sabía nada y que le iba a devolver la llamada. De ahí, se arropó con sus bases militares en un acto en el patio del Gran Cuartel Militar. Puso grados a oficiales, suboficiales y sargentos que son parte de la unidad de Inteligencia. Pasó revista. Saludo a sus subalternos y les pidió “insubordinación y constancia”.
Zúñiga todavía se sentía el dueño del Ejército a pesar de que noche antes le habían notificado que ya no era más comandante del Ejército porque afirmó, en una entrevista televisiva, que “arrestaría” a Evo Morales si intentaba postularse como candidato presidencial.
La noche del 25 de junio llegó a Casa Grande del Pueblo para reunirse con los ministros Edmundo Novillo, de Defensa, y María Nela Prada, de la Presidencia. Luis Arce todavía estaba en una reunión con los gobernadores del país. En ese encuentro, que según Novillo fue cordial, Zúñiga aceptó el relevo.
Sin embargo, el exjefe miliar nunca aceptó esa destitución. Siguió con sus labores y se animó a participar del acto como si nada hubiera pasado. Luego de ese evento, fue a su oficina para organizar la supuesta toma del poder. Ahí estaban militares en servicio pasivo, militares activos, el grupo “Pachajchos” y hasta civiles. En esas cuatro paredes se afinó la toma de la plaza Murillo.
Los “Pachajchos” es un grupo de poder que está al interior del Ejército de Bolivia. Tiene mucha influencia al momento de designar destinos de oficiales y tienen mucho peso en el combate contra el contrabando. Zúñiga era el líder de esta sección no oficial.
Las tanquetas blindadas ya estaban en el Gran Cuartel Militar. En una se subieron los tres comandantes de fuerza: Zúñiga, del Ejército; Juan Arnez, de la Armada; y Marcelo Zegarra, de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB).
Zegarra, en su declaración, aseguró que él fue llevado a Palacio sin conocer el objetivo de esa concentración de tropas; sin embargo, en su testimonio también admite que ordenó a sus subalternos acuartelarse en las unidades de la FAB ante cualquier suceso.
A las 14:57 del 26 de junio llegaron las tanquetas a plaza Murillo. Esa acción estaba prevista para las 11:00, pero las fuerzas especiales de Challapata tardaron en llegar a la sede de Gobierno.
A las 15:51 un blindado embistió la puerta de la sede del Ejecutivo, luego de que varios militares cercaron la plaza Murillo. Tras tumbar la puerta de Palacio Quemado, Zúñiga, junto a un grupo de soldados, entró por siete minutos a la Casa Grande del Pueblo, donde se encontraba el presidente Luis Arce junto al vicepresidente David Choquehuanca y varios ministros de Estado.
Después de salir dijo a los medios que iba a “restablecer” la democracia en Bolivia y que liberaría a “todos los presos políticos”, incluyendo a la expresidenta interina Jeanine Áñez y al gobernador electo de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
Denuncia de Arce
El presidente Luis Arce estaba en Casa Grande del Pueblo y se pronunció en la red X: “Denunciamos movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército Boliviano”. Más tarde, el mandatario increpó a Zúñiga, Arnez y Zegarra. Solo el último se bajó del barco e incluso tuvo dos reuniones con Arce en el piso 23 del edificio presidencial.
El Gobierno conocía del movimiento inusual de tropas militares cinco horas y media antes de que los efectivos de la Policía Militar (PM) tomen la plaza Murillo. El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, admitió que a las 9:00 del 26 de junio le informaron el traslado de personal militar capacitado y armado desde Challapata a La Paz. La autoridad dijo que intentó hablar con Zúñiga y que también dio parte a Arce.
El titular de Defensa también logró hablar con el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), almirante José Vigabriel, quien también le dijo a Novillo que desconocía el traslado de tropas desde Challapata. La autoridad militar le dijo al ministro que iba a averiguar lo que estaba sucediendo. Luego ambos realizaron varias llamadas para monitorear lo que estaba pasando.
“Fui indagando más cuando me informaron que extrañamente había una instrucción de acuartelamiento en la Séptima, Octava y Novena División (del Ejército). Cuando me comuniqué con el presidente (Arce), que estaba en un acto, le dije que después de haber constatado que había este movimiento, que volvía a insistirme el personal de confianza que tenemos, volví a llamar al general Zúñiga reiteradas veces y ya no respondió. Entonces, hablé con el comandante en jefe (de las FFAA) para que lo llame (a Zúñiga) y tampoco (le) respondió”, relató.
Según el Gobierno, esta acción militar se planificó en el mes de mayo y que Zúñiga recibió apoyo internacional. Además, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, dijo que a La Paz llegaron cinco francotiradores desde Cochabamba y que también se pretendía el arribo de un grupo de satinadores desde Tarija.
“Existe un ideólogo de este intento de interrumpir la democracia y datan de acuerdo a las declaraciones testificales, hechos y actuados en la Policía Boliviana, esto se había planificado desde el mes de mayo de la gestión en curso”, dijo Del Castillo.
Mientras, el viceministro de Régimen Interior, Jhonny Aguilera, afirmó que Zúñiga manifestó que tenía apoyo internacional. “Él ha dicho que tenía apoyo internacional. Estamos precisamente en miras a establecer cuál es este apoyo, si hubo fuentes de financiamiento o no”, dijo la autoridad.
Existe un documento de Inteligencia policial que establece que “la iniciación de planificación y coordinación interfuerzas” inició con una serie de reuniones en mayo lideradas por Zúñiga junto al exvicealmirante Juan Arnez.
“Durante el mes de mayo, se llevó a cabo una serie de reuniones de alto nivel, lideradas por el general Juan José Zúñiga Macías del Ejército, junto al vicealmirante Juan Arnés Salvador de la Armada Boliviana. Estas reuniones tenían como propósito principal a planificación de acciones específicas contra el orden constitucional”, dice parte de ese documento.
El informe señala a Aníbal Aguilar Gómez como “el ideólogo central de este plan de maniobra”. “Desde mayo, Aguilar realizó presentaciones y análisis detallados en las oficinas del General Zúñiga”, detalla el documento.