Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 02 de junio de 2024
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Jorge Richter, en contacto con EL DEBER, negó que hubiese renunciado a su cargo como
vocero presidencial, pero admitió que su
ciclo en ese despacho “está cerca a concluir”.
La columna que publicó este domingo, titulada “Antes del
fin”, generó
una serie de versiones en las redes sociales sobre su alejamiento de ese alto puesto en la Casa
Grande del Pueblo.
EL DEBER le preguntó si es que el texto anunciaba que
había renunciado al cargo al que el propio presidente Luis Arce lo invitó hace
tres años y medio, al principio de su gestión. Su respuesta fue puntual. “No dice eso lo que escribí”.
Sin embargo, más tarde, complementó: “Mi tiempo en la vocería está próximo a
concluir. Los últimos años de mi vida he pensado
mucho en las formas que tenemos y debemos tener las personas para dirigirnos al
otro, para dignificar el espacio en el que estamos. Es, sin duda, un esfuerzo
continuado y diario, entonces corresponde también empezar y saber
despedirse del lugar donde estoy”, respondió
a través del WhatsApp.
Aseveró que “cada cual hará una lectura interpretativa
distinta. Algunos lo tomarán con rabia, otros con sorna y los menos le darán el
valor que encierra la intención. Después la
vida continuará como cada mañana”.
Finalmente, Richter prometió al periodista que le hizo la
consulta: “Cuando
todo esté terminado, tú también lo sabrás de mi propia expresión”.
En el texto de su artículo, marca cinco ideas enumeradas, en las que parece
justificar la decisión de alejarse del poder.
En el primer punto remarca por ejemplo que “de forma
solapada se gobierna, desde hace tantas décadas, con un marcado desinterés del sentir
diario de la sociedad, como si afuera de los espacios de decisión, oficiales, opositores y privados, importara nada el
destino y las esperanzas de esos miles que bullen por las calles y que es la
gente a la que refieren para salvar una repentina interpelación conciencial”.
¿Sugiere un entorno palaciego que aísla al mandatario? En el segundo punto
asegura que “Los
grupos de adulones tienen una rareza que los caracteriza: son
extraordinariamente rápidos para florecer y su velocidad es absolutamente
proporcional al daño que producen. Cercan
a los decisores, los desconectan de la realidad y los mantienen anestesiados
mientras ellos estrujan su espacio de poder. Entonces acá la reflexión, cuando
todo resuena a crisis, a dificultades que no desaparecen, a complejidad y
sensaciones de fracaso, es el momento de andar y caminar entre la gente, lejos
de los comensales de la mesa chica…”.
En el punto tercero remarca que “la infalibilidad y la arrogancia no guardan
proporción con las lógicas societales que
van mutando y modificando las realidades”, mientras que en el cuarto que “La
democracia polarizada de hoy debe dejar de lado los apellidos que la desvalorizan
sostenidamente -liberal, popular, capitalista, burguesa- para construir con perseverancia inagotable la
democracia que iguala los derechos, las participaciones y la representación.
Y en el quinto subraya que “será permitido avanzar en un gran consenso nacional
si pensamos en la necesaria asociación de mercado y regulaciones imprescindibles, empresas
privadas y empresas nacionales estratégicas, seriedad fiscal y macroeconómica y
reformas institucionales profundas en la organización del Estado”.