Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 21 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Ya no es novedad que el jefe de Estado hable, sin pudor alguno, de sus intenciones de permanecer todavía más tiempo en la presidencia pese a que ya se ha convertido en el boliviano con la mayor permanencia en el poder.
Y no es sorpresa porque, como él mismo dijo en Ivirgarzama, tanto él como sus acólitos repitieron varias veces el libreto de estar en el mando de la nación no solo por un largo periodo sino “para siempre”. Recordemos la última declaración en ese sentido: "Dijimos varias veces, antes en el Palacio, ahora en la Casa Grande del Pueblo, no estamos de inquilinos, no estamos de pasajeros, no estamos en alquiler, los movimientos sociales, el pueblo unido antiimperialista, se va a quedar para siempre".
Pero habrá que aceptar, autocríticamente, que, al margen de quienes forman parte del gobierno, nunca tomamos en serio aquello de “para siempre” porque ese es un absolutismo difícil de alcanzar. “Para siempre” es eso, la eternidad, infinitud, perennidad, perpetuidad… y el ser humano es, más bien, perecedero.
A partir de ahí debimos preocuparnos porque —tarde nos damos cuenta— el Movimiento Al Socialismo (MAS) no se pavoneaba como otras organizaciones políticas. A estas alturas, todo indica que tenía un plan y lo está ejecutando tan bien que ya lleva más de 12 años en el poder. Eso fue, precisamente, lo que se celebró en Ivirgarzama y ahí fue donde Evo Morales volvió a lanzar el “para siempre”.
¿Es posible gobernar “para siempre”? Para una persona no, porque tarde o temprano tendrá que morir. En el caso de las monarquías, eso se solucionaba mediante la sucesión hereditaria pero, cuando de democracias de trata, lo que se hace es burlar a la ley o bien inventarse una que permita el anhelado objetivo de prorrogarse en el poder. Cuba es el mejor ejemplo. Fidel Castro gobernó literalmente hasta más no poder y dejó la presidencia a su hermano antes de cumplir medio siglo en el ejercicio del mando. Aunque parezca difícil de creer, su dilatado mandato fue legal porque, a partir de 1959, él y sus acólitos se encargaron de ajustar las leyes de Cuba a sus necesidades sectarias.
Cuba es, entonces, el modelo a seguir por Venezuela, Nicaragua, Bolivia y los países donde sus gobernantes se han proclamado militantes del denominado “socialismo del siglo XXI”. Fidel ya no está, su hermano ya cedió el poder pero el Partido Comunista de Cuba sigue gobernando, ahora a través de Miguel Díaz-Canel.
Por todo lo que estamos viendo, es más que obvio que Morales quiere emular a Castro. Gobernará hasta que ya no pueda y luego cederá al mando a alguien de extrema confianza. Se especula, incluso, que su hija Eva Liz pueda sucederlo. Eso no está permitido en la actual legislación pero el MAS se las arreglará para cambiar las leyes. El propio Evo Morales lo dijo hace ya tanto tiempo: “yo le meto nomás. Si es ilegal, que legalicen mis abogados, ¿para qué han estudiado?”.
Por eso es que debe preocuparnos lo anunciado en Ivirgarzama: porque esa no fue una bravuconada sino un anticipo de lo que se viene. Para empezar, es más que obvio que Morales volverá a ser candidato aunque la Constitución lo prohíbe y la mayoría del electorado boliviano rechazó la posibilidad en un referendo que costó millones que, por lo visto, no habrán servido para nada.
Y desde luego que, a partir de ahí, la ilegitimidad del gobierno del MAS será manifiesta y eso determinará una lógica resistencia no solo de las fuerzas de oposición sino de gran parte de la ciudadanía. Se vienen, entonces, tiempos difíciles, de confrontación, pero también eso está previsto por el partido en función de Gobierno. Fue el propio Evo quien dijo que podría haber una convulsión para sacarlo del poder y advirtió, también, que defenderá su permanencia en el cargo. Lo está haciendo desde ahora.