Medio: La Razón
Fecha de la publicación: martes 21 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Implica la única movilización política (y social), salvo la denuncia permanente de algunos líderes políticos de oposición, que pretende frenar la carrera electoral del oficialismo en aras de postular otra vez, ante una cuestionada decisión del Tribunal Constitucional, a Morales, en 2019.
Con el 51,3% de votos en el referéndum de 2016 a favor del No a la modificación de la Carta Magna y el Sí 48,7%, a favor de la repostulación, el país ha resultado polarizado. Si bien la diferencia de los resultados fue pequeña, la mayoría de los bolivianos rechazó la repostulación de Morales, y, sin menosprecio alguno, la minoría de entonces le dio un fuerte respaldo al Presidente, a sabiendas de que la nueva postulación pasaba por modificar la Constitución, una decisión que rompía el compromiso del Movimiento Al Socialismo (MAS) de permitir la “alternancia” a partir del segundo mandato constitucional de Morales.
Ese 51,3% del No fue determinante e importante. Rompió con la hegemonía del MAS y sacudió las esferas del poder, que no se resignó con los resultados adversos; buscó otra vía para persistir en su propósito electoral, a pesar de su carácter ilegítimo.
Instalada la candidatura de Morales, aquella cifra debería ser la base para quienes quieran capitalizar el rechazo al gobierno del MAS. Sin embargo, no parece ser suficiente considerando que quienes quisieran tomar ese resultado, ahora resumido en el 21F, se encuentran muy dispersos y, peor, dedicados a su pelea política y particular por buscar la renuncia del Presidente a la mentada repostulación.
Mientras, el MAS ha señalado al expresidente y vocero de la causa marítima, Carlos Mesa, como su contendor electoral, quizás confiado en la lectura de las encuestas que lo hacen candidato sin serlo. Esa animadversión del MAS solo se entiende por su afán de construir un adversario y así legitimar la repostulación.
Entre titubeos por ser o no ser y su constante boca a boca con el Gobierno, Mesa solo se ha ofrecido liderar la movilización por el 21F, sin conseguir apoyo explícito. A su aura intelectual le falta materia; tiene admiradores, no militancia ni partido.
Quizás no quiere legitimar la carrera electoral de Morales. Así se entiende también la actitud de otros líderes políticos, como Samuel Doria Medina, Rubén Costas o Luis Revilla, que no expresaron su interés por ser parte de los comicios de 2019, con el caudillo del MAS al frente.
Tan determinantes e importantes, ¿quién capitaliza los resultados del 21 de febrero? En su afán de restarle legitimidad a la inminente candidatura de Morales, ¿pretenderán aquéllos abstraerse de su participación en las elecciones y dejar en bandeja otra victoria electoral a Morales?
A pesar de la denuncia, por el momento las acciones internacionales por anular la candidatura de Morales no consiguen su propósito, y la movilización callejera parece no ser la vía posible en ese afán.
Los tiempos se acortan. Mientras la oposición se encuentra en su dilema de persistir con el 21F o seguirle la corriente a Morales, faltará meses para posicionar un candidato capaz de tomar para sí ese 51,3% de febrero de 2016. (21/08/2018)