Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 21 de agosto de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Renuncias y cambios de autoridades electas
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La renuncia de José Alberto Gonzales al Senado boliviano ha causado un fuerte remezón político. Que la tercera persona en la sucesión presidencial presente su dimisión, no sólo al cargo de presidente del Senado, sino a ese cuerpo legislativo, no deja de ser importante, más aún considerando el momento delicado por el que atraviesa el Gobierno, con una popularidad a la baja, muestras de descontento callejero y una sensación de descontrol y desmoronamiento.
Gringo Gonzales renunció por razones personales, según declaró, aunque un columnista cercano al oficialismo afirmó en un diario local que en realidad se debe a un “drama humano”, que supuestamente está sobrellevando. No se sabe exactamente cuál sería ese problema que aflige al comunicador, pero en todo caso este diario espera que sea pasajero.
Tanto el presidente Evo Morales, como el vicepresidente Álvaro García Linera se apresuraron a decir que Gonzales volverá a un cargo en el Gobierno en breve plazo. Eso es algo que debería ponerse en duda. Si el problema que tiene el exsenador es serio, en unas semanas no se habrá resuelto. Morales y García Linera tratan claramente de calmar las aguas y explicar por qué un dirigente masista importante se aleja del poder.
Las especulaciones por su salida fueron variadas, desde que ocuparía el cargo de Ministro de Comunicación, considerando las falencias que presenta esa área, hasta que desea pugnar por el cargo de Vicepresidente.
La oposición quiso ver en este asunto una lucha interna de poderes, que no ha sido probada, aunque no está demás recordar que, entre las perlas que soltó Gringo antes de irse, está aquella que dice que Evo es su hermano, mientras que con el Vicepresidente apenas a una sopita de zapallo ha llegado. Claramente, se desliza una tensa (no) relación con García Linera.
Tras su renuncia, Milton Barón, un exdirigente cívico chuquisaqueño que fue muy crítico con el Gobierno, fue “elegido” por el Presidente para reemplazar al Gringo. Los opositores que se saben ubicar a tiempo en el oficialismo son premiados, los demás son procesados.
Por otro lado, fue Morales quien “aceptó” primero la renuncia de Gonzales y luego eligió a Barón, lo que termina de demostrar que en Bolivia no existe independencia de poderes. Ya expresó Morales que no cree en ello por ser un invento del imperialismo.
En todo caso, la partida de Gonzales amerita una reflexión sobre algunos aspectos muy positivos se su personalidad: la austeridad sin ambages, la actitud en buena medida conciliadora y crítica que, quien sabe, podría haber precipitado su alejamiento del poder.