Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: lunes 20 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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En los más de 12 años del Proceso de Cambio el pueblo ha sido testigo, y víctima a la vez, de las prácticas opositoras encaminadas a conducir al país hacia escenarios de incertidumbre y violencia. La derecha —que carga sobre sus espaldas el peso de su pasado autoritario y antinacional— no ha tenido escrúpulo alguno para urdir acciones políticas en torno a un objetivo claro: desestabilizar el país y generar niveles de violencia descontrolada.
Las advertencias de Carlos Mesa, Tuto Quiroga, Doria Medina —y otros de igual cuño—acerca de las supuestas amenazas sobre la democracia boliviana, son parte de aquella lógica del miedo que patentizó a la vieja partidocracia subordinada a la Embajada de Estados Unidos.
Los ejemplos de aquella actuación tenebrosa sobran. Demás está señalar que las directrices de esa campaña contra el país vienen desde Estados Unidos y la vocería oficiosa de quienes están acusados de genocidios o tienen juicios pendientes por corrupción en Bolivia.
Vale recordar que apenas instalado el gobierno del presidente Evo Morales, en enero de 2006, comenzó la conspiración de los sectores más recalcitrantes de la ultraderecha nacional e internacional. Los hechos violentos de racismo y discriminación que sucedieron en torno a la Asamblea Constituyente instalada en agosto de 2006 en Sucre, tuvieron la firma de grupos de choque fascistas propios de las agrupaciones de derecha que —vale la pena subrayarlo— gobernaron Bolivia de 1985 a 2005 y, claro, bajo la dictadura de Hugo Banzer de 1971 a 1978.
La violenta reacción de los separatistas contra la Asamblea Constituyente —que en su momento mereció amplias reflexiones— fue la muestra palpable de lo que estaban dispuestos a hacer quienes —por voluntad del voto popular— perdieron sus privilegios. Dos años más tarde, en el frustrado golpe cívico prefectural y la acción terrorista/separatista, quedó demostrado hasta dónde podía llegar la oposición a Evo. Es sabido que las acciones para desestabilizar Bolivia no cesan.
Por ello, no es casual que hoy los voceros de la derecha se llenen la boca con discursos contra el gobierno del presidente Morales y pretendan generar un escenario de confrontación inexistente y siembren el miedo por todos los medios a su alcance. En los hechos, ni les interesa el país y menos la democracia, el Gobierno del pueblo, les interesa defender sus intereses y para ello sí están dispuestos a todo.