Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 17 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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En lo que pueda parecer el ensueño de una noche fría de pesadas colchas altiplánicas para un partidario de Evo Morales, sin ser bueno para guarismos me puse a jugar con cifras. Si el 14 de agosto cumplió más de 4.500 días en el poder, de aquí a un año serían casi 5.000 días; “hurgadas” las urnas de elecciones futuras, si es que las hubiera, serían casi 6.780 días de Jefazo en el poder. Luego vendría la simpatía: ¡dejen nomás que presida fastos de 200 años de lo que era la República de Bolivia y desde el año 2009 es Estado Plurinacional!
Presento mi propia versión de los 12 años de Evo Morales en el poder, que el diario Página Siete publicara hace poco, resaltando la corrupción en sus hazañas.
En el año 2006, Evo trocó su humilde chompa por atuendo de modista blancoide. Sin tener la formación de Fidel Castro emuló sus largas peroratas. En su discurso inaugural, mostró su irrespeto a la Ley al condenar a José María Bakovic sin derecho a la defensa. Empezaron fastos en Tiahuanaco al estilo de Hollywood, con aguante pétreo de orines en ruinas que ni son quechuas ni aimaras. El yatiri andino que unció al nuevo Sapa Inca se hizo pescar con droga.
Después vinieron las nacionalizaciones. La perla mayor fue la de hidrocarburos, que siendo una simple renegociación de contratos, espantó a las palomas inversoras al Perú: la bonanza tuvo más que ver con altos precios mundiales de materias primas, que con lo sabio de la medida. La solución del desempleo fue colmar oficinas estatales con pegas supernumerarias y, de paso, comprar lealtades.
Como una enfermedad eruptiva, luego cundió algo que sería distintivo de su régimen: la corrupción. Más de una veintena de “puchichis” emblemáticos hasta 2011, decía la prensa. Denunciarlos podría ser la madre del cordero de la enemistad de Evo Morales con los medios de comunicación, así se los maneje con los contratos de avisaje gubernamental.
Pústulas aisladas se habían registrado desde 2006 –las visas chinas, la ‘dolce vita’ del ministro Mamani, quizá replicado en tanto viaje oficial. Destapó la danza de billetes la relación de Evo y Gabriela fue tráfico de influencias además de transacciones sexuales; siguió con el contrabando en 33 camiones que hasta apodo dieron: “Camión” Quintana. Catler Service, Santos Ramírez y YPFB en 2009, en casi todos los años de Evo (2006, 2007, 2008, 2014, 2017) se pringaron cinco ex presidentes de la estatal YPFB –Alvarado, Morales Olivera, Aruquipa, el difunto Villegas, Achá. La red de corrupción en Aduanas, el escándalo Lotex, la extorsión a menonitas, la avivada en Vías Bolivia, todas en 2010; la licitación de la Separadora de Líquidos en Río Grande en 2012; el caso Ostreicher. En el banco estatal se descubrió un desfalco de casi Bs 40 millones, que abrió el sendero tenebroso a otras avivadas.
¿Qué resultado y a cuántos culpables se tiene entre rejas del desvío de $102 millones de dólares a cuentas personales en el llamado Fondo Indígena? Ni hablar de los $140 millones de verdes “extraviados” de bienes incautados al narcotráfico (caso Dircabi). Tampoco los militares se libran: la Empresa de Construcciones del Ejército abandonó contratos de 40 millones de verdes; ¿en qué hidrovía navegan las barcazas chinas y qué pasó con los oficiales culpables de un daño económico de $80 millones de dólares? Hay suciedad en Bolivia TV, y roban en Narcóticos los encargados.
El “ahora es cuando” no fue un oráculo de cambio social, sino de relevo de rateros, digo. Los 12 años de Evo Morales apuntan a una crisis moral, aseveran expertos en el tema. Falta investigar otros casos, sugiere un connotado analista. ¿Qué pasó en las millonarias adjudicaciones en procesadoras de hidrocarburos como Gran Chaco y Bulo Bulo?
Errores más, errores menos, en 2025 serían más de 8600 días y el Palacio de Evo sería lugar favorito de parejas mestizas recién casadas. Faltarían monedas, billetes, calles, avenidas, estadios y escuelas que ostentaran su “ilustre” nombre y la mitad de los recién nacidos “originarios” se llamarían Evo; la otra mitad tendría apelativos gringos mal deletreados o rimbombancias de telenovelas. Todos “pijcharían” hoja de coca, nos tildarían de “cachete hinchados”, y se haría popular una versión nuestra de la canción carioca “Cabeza hinchada, morena” en ritmo de saya. Será el común denominador de corruptos del Gobierno entrar a la cárcel por adelante, vivir lujosamente en chirona o salir por la puerta de atrás.
El autor es antropólogo