Medio: Sumando Voces
Fecha de la publicación: lunes 11 de marzo de 2024
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Acoso y violencia política
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Bolivia se jacta de haber logrado la paridad entre hombres y mujeres en la política, particularmente en los órganos legislativos (Asamblea nacional, Asambleas departamentales y concejos municipales), sin embargo, persisten los debates sobre si esa representación abandera la lucha por los derechos de las mujeres, si esa participación tiene altos costos para las mujeres que ingresan en la política, y si las mujeres son enviadas de manera deliberada como punta de lanza de las peleas entre los partidos, como sucedió en la Cámara de Diputados la semana pasada.
El programa Sumando Voces en Directo abordó esta temática el último jueves en el marco de las reflexiones por el Día de la mujer, con la participación de la politóloga y exparlamentaria Erika Brockmann, y la abogada defensora de derechos de Tarija, Mariel Paz, quienes coincidieron que la paridad es la reparación de una injusticia histórica e incluso necesaria para la representación simbólica de la mitad de la población.
Sin embargo, al margen de ese logro, la pregunta es si las mujeres están haciendo un aporte importante a la agenda de derechos o están enfrascadas, igual que sus compañeros hombres, en las peleas cotidianas.
La activista Mariel Paz dice que, si bien Bolivia es un país con cifras “escandalosas” de violencia en la región e incluso en el mundo, “no sería justo pretender que esa mayoría de mujeres tenga que hacerse cargo de toda la desigualdad que hay en Bolivia”
Más allá de eso, observa que la participación política de las mujeres tiene “un costo alto, un costo altísimo que lo hemos visto en el caso de Juana Quispe. A las mujeres se les puede ir la vida por acceder al derecho a la participación política”.
Comenta que, las mujeres diputadas, senadoras, asambleístas y concejalas con las que habla, le cuentan de “las peripecias que tienen que sufrir para lidiar con el machismo de sus propios partidos”.
Otra historia se vive en el ámbito privado. Paz indica que los hombres que hacen política tienen el apoyo de la mujer y cuando vuelven a casa su familia les espera intacta, en cambio, la mujer tiene que lidiar con la culpa, los reproches y cuando vuelve a casa puede que ya no tenga pareja.
Brockmann puede hablar por experiencia propia y así lo hace. Dice que las mujeres, una vez que llegan al ámbito político, lo hacen porque algún político hombre las promueve porque de otra manera es un ámbito restringido y, una vez dentro, enfrentan la invisibilización.
“Hay que ser resistentes a la frustración, siempre recomiendo que traten de blindar y asegurar lo mejor posible su espacio interno, o sea la familia, el espacio doméstico, que sea un espacio que las arrope en lugar de que las inhiba y profundice el sentido de culpa”, recomienda la exparlamentaria.
Ella dice que ahora se da cuenta que muchas cosas que le pasaron cuando era legisladora eran parte de la discriminación. Por ejemplo, recuerda que cuando estaba en el Senado no había baño para mujeres o aquella vez en que un colega hombre les dijo a las mujeres que no lo contradijeran delante de la gente, en referencia a los hombres.
Y, si bien las mujeres no tienen roles directivos en los partidos, ¿por qué aparecen protagonizando las peleas, como ocurrió en la testera de la Cámara de Diputados recientemente?
Brockmann considera que la polarización, la corrupción y otros males de la política están más allá del sexo de los actores y que hacen más bien a una forma de concebir la política en Bolivia en general.
Sin embargo, también reconoce que las mujeres son las que aparecen al frente de las peleas justamente para evitar que haya una respuesta de los varones. Incluso recuerda que en la Asamblea Constituyente, “en las discusiones ocurridas en el marco de la polarización, eran las mujeres que colocaban al frente, porque les pedían una prueba de lealtad para que cumplan su rol de disciplinadoras en la política”.
Mariel Paz, que trabaja con poblaciones indígenas del Chaco en el CERDET, considera que estas escenas de violencia obedecen a la necesidad de las mujeres de hacer visible su lealtad al jefe del partido, lo que expresa el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran incluso ejerciendo cargos legislativos.