Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 17 de agosto de 2018
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En abril del 2010 nuestro Gobierno convocó -en Tiquipaya- a una exitosa conferencia mundial sobre el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra, a la que asistieron delegados de más de 100 países y de más de 40 gobiernos. Era el segundo gobierno de Evo y ya se pudo advertir -en su discurso inaugural- que nuestro Presidente empezaba a sufrir los efectos nocivos del poder. En todo caso, la conferencia fue muy positiva y como resultado de la misma se creó, el año 2013, un Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza para “visibilizar acciones que violan los derechos de la naturaleza”, si bien se dejaba claro que los veredictos de esa corte no serían vinculantes.
Sin embargo, el mismo año 2010, y a pesar de la mencionada conferencia, se pone en marcha el proyecto de construcción de la carretera Cochabamba-Trinidad, que pasaría por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), uno de los más ricos reservorios de biodiversidad que tenemos en Bolivia.
La primera respuesta social fue un masivo rechazo a ese proyecto y la movilización de una nutrida marcha indígena en defensa del TIPNIS, marcha que el año 2011 fue brutalmente reprimida -en Chaparina-, fabricando para ello un supuesto intento de secuestro del excanciller Choquehuanca (¡protagonizado en realidad por una policía disfrazada de indígena!).
El Gobierno no tuvo otra explicación que una supuesta “ruptura en la cadena de mando” (cadena que dependía del exministro Llorenti, hasta ahora premiado por su silencio), y que curiosamente provocó la renuncia de la ministra de Defensa Cecilia Chacón, con lo que se comprobaba que las instrucciones provenían de la Presidencia (única instancia que podía dar órdenes a dos ministerios). Adicionalmente, recordemos aquella especie de plebiscito truncado que se organizó para hacer aparecer que la mayoría de los pueblos indígenas del TIPNIS estaban de acuerdo con la carretera.
El escándalo fue tan grave que el Gobierno informó que se descartaba el proyecto de nueva carretera. Pero en los hechos no se descartó, siguió adelante, de manera más o menos discreta, y hoy se sabe que ya están construidos los tres puentes que requería dicha obra. Pero la resistencia social siguió siendo fuerte y hoy ha logrado que se haga presente una comisión del mencionado tribunal, uno de cuyos miembros - Alberto Acosta (Ecuador)- empezó recordando que la misión que los traía al TIPNIS era resultado de aquella cumbre del 2010, en Tiquipaya. La delegación tiene previsto reunirse con los indígenas del TIPNIS en la comunidad Trinidadcito.
El Gobierno no ha obstaculizado el trabajo de dicho tribunal, pero parece muy poco probable que le haga caso (apelando a que sus decisiones no son inapelables). Y esa indiferencia sería un síntoma altamente preocupante de la actitud del propio Gobierno, que estaría borrando con el codo todo lo que innovó y posibilitó con aquella prometedora cumbre de 2010.
Estamos asistiendo a la anulación de los famosos derechos de la Madre Tierra, así como a la desarticulación del Estado Plurinacional, cuyo sujeto central se supone que son todos nuestros pueblos indígenas, grandes o pequeños, y por tanto también los que pueblan el TIPNIS (que han enviado una delegación para recibir a la comisión, la que afirma representar a las 64 comunidades indígenas de dicho territorio).
Una vez más están en juego dos de las columnas del proceso de cambio -el respeto a los derechos de la Madre Tierra y el reconocimiento de todos los pueblos indígenas-, lo que tendrá graves consecuencias internas (si destruimos a la Pachamama ¿qué nos queda?) y también lamentables consecuencias externas (el desprecio a una comisión internacional).
Comparada con esto, la renuncia de Gringo Gonzales resulta de ínfima importancia, ¿no creen ustedes?
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba