Medio: El Periódico
Fecha de la publicación: domingo 10 de marzo de 2024
Categoría: Debate sobre las democracias
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En el intrigante juego de construir una nación más diversa y autónoma, Bolivia se lanzó a una etapa que sonaba a prometedora: la autonomía. Este término, aún en pañales en el léxico político, planteaba retos intrigantes y, al mismo tiempo, abría las puertas a oportunidades que podrían darle un giro interesante al futuro de la nación.
Uno de los desafíos más evidentes radicaba en la necesidad de definir con claridad el alcance y los límites de la autonomía. ¿Hasta dónde llega la autodeterminación de una región?, ¿Cómo se armonizan las aspiraciones locales con la cohesión nacional? Estas preguntas no son solo retóricas; son esenciales para evitar tensiones futuras y construir un marco que permita la diversidad sin comprometer la unidad.
Ahora, a 14 años de la conquista de la autonomía, la participación ciudadana emerge como el pilar fundamental, es esencial que la población participe activamente en la creación de las futuras autonomías. La construcción de un modelo inclusivo debe ser un tango de dos, más allá de las disputas políticas; debe resonar en las voces de aquellos que sentirán directamente el calor de estas transformaciones.
No obstante, con cada desafío, emerge una oportunidad. Bolivia tiene la oportunidad de construir un sistema de autonomías que celebre y respete su diversidad cultural y geográfica. La riqueza de sus tradiciones y la singularidad de sus paisajes pueden convertirse en activos para el desarrollo sostenible y equitativo.
En esta etapa, el diálogo se presenta como la herramienta fundamental para llegar a un entendimiento mutuo total. Es el momento de que todas las partes involucradas se sienten en la mesa, compartan visiones y concilien diferencias. La construcción de autonomías no es una carrera, sino una danza en la que la empatía y la comprensión mutua son pasos necesarios, una danza en la que el oír y ser oído es lo más importante para lograr llegar a un entendimiento completo y favorable no sólo para unos pocos, sino para todo el país.
Lo crucial en esta etapa es dar un vistazo a las experiencias pasadas, qué errores se cometieron y qué podemos hacer para no cometer los mismos, también es importante aprender de los países que lograron llegar a un nivel autonómico total, aquellos países que hicieron lo que nosotros aún no hemos logrado; la planificación y aprendizaje estratégico de esos países, junto con la promesa de no cometer los mismos errores que en el pasado, son las mejores tácticas para llegar a una autonomía que sea una luz al final del túnel, que sea un faro de progreso y justicia.
En última instancia, la etapa autonómica de Bolivia es un capítulo en la historia que ayuda a construir un Estado más participativo. Este proceso, con sus desafíos y oportunidades, requiere la colaboración de todos los actores, desde las instituciones gubernamentales hasta la sociedad civil. Es la oportunidad de crear una narrativa colectiva que refleje la diversidad y unidad de Bolivia, asegurando que, en este tango hacia una autonomía real, ningún grupo quede en la sombra. Andre Martin Castedo Torrico.