Medio: El Deber
Fecha de la publicación: miércoles 28 de febrero de 2024
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Asamblea Legislativa Plurinacional
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¿Es el peor momento del Poder Legislativo en la historia democrática reciente? A todas luces, la respuesta es afirmativa. Pese a que hubo representaciones variopintas, nunca se llegó al nivel actual, de una Asamblea Legislativa donde prevalecen los insultos, los golpes y la incapacidad.
El Poder Legislativo es el primer poder del Estado. En otros tiempos, a sus miembros se los llamaba ‘Padres de la Patria’ porque enaltecían el rol legislador con capacidad de debate y de puentes para alcanzar acuerdos. Ahora, en cambio, estamos ante personas intransigentes, encerradas en consignas y, por supuesto, absolutamente distantes de la búsqueda de soluciones.
La sesión legislativa del viernes fue una vergüenza y una deshonra para el Poder Legislativo. Sin posibilidad de llegar a acuerdos sobre la orden del día, los diputados llegaron al insulto y a los golpes para imponerse unos sobre otros. Entre las intervenciones de legisladores y legisladores se escucharon agresiones verbales de grueso calibre, mientras a un diputado le rompían la ropa, a otra la arañaban y otros repartían golpes por doquier.
El presidente de la Cámara de Diputados estuvo ausente, no apareció por el Hemiciclo Parlamentario, mientras que su suplente no demostró capacidad para conducir una sesión difícil, tanto así que demostró que le decían todo lo que debía hacer y decir. El resultado fue oprobioso.
También fue la demostración de que no alcanza con ser dirigente contestatario a una de las facciones del MAS o leal a la otra, ya que para ostentar el cargo de presidente o presidenta de la Cámara de Diputados se necesita saber cómo hacerlo, conocer de leyes y procedimientos legislativos; fundamentalmente se precisa estar comprometido con el país y sus necesidades, antes que con un partido político.
El país está estancado desde hace varios meses, la economía nacional se complica cada día. Tenemos autoridades judiciales que imponen una autoprórroga con aval del Poder Ejecutivo y de unos legisladores que cumplen directrices, muchas veces sin siquiera entender cómo lo hacen. En contrapartida, hay créditos estancados, sometiendo al ciudadano de a pie a un círculo vicioso que no da solución a sus necesidades más acuciantes.
Lo más peligroso es que este comportamiento de los legisladores está sembrando descrédito y desconfianza en la ciudadanía, al punto de estar poniendo en riesgo uno de los pilares fundamentales de la democracia. Entiéndase que ya la justicia está sometida a la Casa Grande del Pueblo, al extremo de hacer inviable cualquier iniciativa que no tenga el pulgar levantado del presidente. Un congreso inoperante se debilita y ayuda a que los gobernantes de turno acumulen mayor poder sin fiscalización, sin contraparte y sin posibilidades de voz para las minorías.
En lo que va de la nueva gestión legislativa se ha llevado adelante una sesión legislativa por semana, con más escándalos que resultados. La conducción es ineficiente. Es tiempo de que haya un golpe de timón, de manera que los legisladores actúen en función del bienestar de todos los bolivianos. Queda mucho tiempo para las elecciones y, en cambio, la crisis económica se va profundizando con los días. Ojalá que haya una reconducción que permita salir de éste, que es el peor momento del Poder Legislativo en la historia democrática reciente.