Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 12 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Recordarán también que a pesar de las diversas e interesantes respuestas siempre generaba mayor admiración aquella persona que revelaba “quiero ser presidente”; tal vez porque ser presidente significa ocupar el cargo de mayor responsabilidad que una persona pudiera ejercer, demostrando el grado de compromiso y ambición que poseía aquel joven con sus ideales. Hoy en día, esa admirable respuesta resulta ridícula si tomamos en cuenta las intenciones de Evo Morales de perpetuarse en el cargo de presidente y de llevar a su partido a la continuidad eterna en el ejercicio del poder.
Es más, la misma respuesta dejó de ser inocente, de hecho, resulta hasta peligrosa. Ya que quien confiese tener aspiraciones al cargo de presidente será sometido a desacreditaciones morales y físicas, pero no sólo eso, sino que será objeto de investigaciones y acusaciones para explotar hasta los mínimos errores que hubiera cometido, costándole caro sus sueños de gobernar el país, sin importar si sus intenciones de mejorar a Bolivia con ideas y postulados innovadores son fundamentadas.
Considero que estamos atravesando una etapa diferente en términos de política mundial denominada neo-dictadura, manifestada en aquellos grupos de poder que se perpetúan en su cargo socapados por un pueblo sin aspiraciones, esperando a que una persona solucione todos sus problemas, eternamente.
No logran comprender lo absurdo que es pensar que sólo una persona puede resolverlo todo indefinidamente. Se olvidan que los tiempos cambian y los problemas difieren a diario, lo que una persona era capaz de resolver en algún momento no implica que pueda resolverlo en otros, especialmente si no le cabe el conocimiento para hacerlo.
El presidente es una persona de carne y hueso, con dones y limitaciones; va al dentista, ve películas, escucha música, se enamora, usa el baño, se ofende si le dicen algo que no le gusta, aprende algo nuevo a diario y sobre todo se equivoca, es exactamente por eso que la alternancia en el poder es tan importante, porque da la oportunidad de que otra persona se haga cargo y resuelva asuntos que otros no podrían. ¿Qué le vamos a decir a aquel joven (hombre o mujer) que sueña con ser presidente?, ¿que ese cargo ya está ocupado?, ¿que se dedique a hacer algo más sencillo?
Lo triste es que sus opciones se reducen aún más cuando vemos la realidad laboral a la que se enfrenta. En el caso, por ejemplo, que respondiera “quiero ser empresario”, tendríamos que comenzar por decirle que sus sueños implican realizar extenuantes trámites burocráticos para conformar una empresa, desembolsar una porción significante de capital en impuestos, pagar los cada vez mayores beneficios sociales, contando al doble aguinaldo o su empresa sería revertida a los trabajadores, costándole su patrimonio –aun cuando la inversión y los riesgos hayan recaído en su persona– y que ni se le ocurra intentar generar ganancias aún si su idea es beneficiosa para la población, porque en el país apuntamos a tener lo mismo, sin importar si él o ella es quien trabaja duro por realizar sus sueños y otra persona hace poco o nada.
Entonces, debemos estar conscientes que en el país no podemos ni aspirar a ascender al más alto cargo público, ni construir un negocio privado si no estamos dispuestos a minimizar nuestras ganancias para “donarlas” al Estado, que para colmo la administra de manera estrepitosa.
Lo que el Gobierno falla en entender en su administración es que idealmente las esferas públicas y privadas deben ir juntas para beneficiar a la colectividad, sin incurrir en una guerra innecesaria cuando el fin que buscan es exactamente el mismo: mejorar la calidad de vida de las personas. Indudablemente existen individuos que sólo piensan en dinero y en la forma de aprovecharse del resto para su beneficio, así como existen autoridades que sólo piensan en imponer sus reglas para que nadie les quite las ventajas que poseen ocupando su cargo.
Las declaraciones antagonistas de los miembros del MAS me generan una angustia sin igual, ya no se entiende si quieren mejorar a Bolivia o empeorarla, no se entiende si quieren unir a Bolivia o dividirla.
Siendo ellos los que ocupan un cargo gubernamental representando a todos los bolivianos deberían emprender en un discurso armonioso y de unidad, en vez del llamado a la confrontación como estrategia radical para conseguir apoyo.
El niño que acostumbra escuchar ese tipo de declaraciones provenientes de personas que en su concepción son admirables, crecerá queriendo dañar a su compatriota por ser diferente, perderá el sentido de convivencia en armonía y creerá que el odio por superficialidades es legítimo. El racismo es malo en toda su concepción, no resulta menos reprochable porque lo diga el Vicepresidente.
Es necesario concientizar que el futuro de cualquier país está en sus valores, acompañado íntimamente de la educación enfocada en el amor y orgullo de todo lo que conforma su territorio, para que, si un niño o niña sueña algún día llegar a la presidencia o construir una empresa, su meta sea la misma: contribuir para mejorar la patria.
Debemos seguir aplaudiendo a quien quiera llegar a ser presidente, especialmente si cuenta con sueños, ideas, aspiraciones y potencialidades para mejorar la vida de sus compatriotas en el tiempo que sea permitido de hacerlo y en la esfera que desee desarrollarse. Interferir en ello resultaría en una violación flagrante a la libertad humana de buscar un propósito en la vida, resignando las intenciones y el actuar individual a un sometimiento ciego de los caprichos de autoridades que manipulan leyes, procedimientos y resultados a su antojo y beneficio.
Los que trabajan en las filas del actual gobierno acatando postulados a escudo y espada, deben tomar en cuenta que el día que ellos no compartan en opinión las ordenes de sus jefazos se convertirán en víctimas de su justicia hueca y serán tildados de traidores por poseer un cerebro propio. Liberémonos de este miedo impuesto para dar la oportunidad a que otra persona tome las riendas para el futuro del país, basta de crear enemigos falsos que perjudican el desarrollo mental y físico de todos nosotros o terminaremos víctimas de nuestro propio guardián, como dice la siguiente frase: sin importar cuanto miedo tienen las ovejas al cuento del lobo, quien se las come es su pastor.