Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 13 de agosto de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Y es que varias carreras profesionales se balancean en este momento sobre la cuerda floja. Haber sido elegido como vocal sigue siendo un honor que muchos envidian, pero continuar bajo las condiciones actuales podría significar el fin del prestigio adquirido. Su destino se decidirá en el instante en que el Movimiento Al Socialismo (MAS) busque inscribir, por cuarta vez en la vida, a Evo Morales y Álvaro García Linera como sus candidatos presidenciales. En ese momento, los vocales del TSE tendrán que decidir si ambos señores cumplen los requisitos para participar de las elecciones de 2019.
Si el TSE convalida la repostulación y da la orden de incluir esa dupla en la papeleta electoral, habrá pignorado su prestigio ante medio país. Si por lo contrario, redacta una amable carta advirtiendo que ambos ciudadanos no pueden competir, se expondrá a una ira gubernamental jamás vista.
En su lugar, yo optaría por lo segundo, que sin ser la carta más aconsejable para garantizar la integridad física de la víctima en turno, es la única que amansa la conciencia individual.
Si los vocales en cuestión no renuncian prematuramente, están obligados a fundamentar su decisión con precisión jurídica milimétrica. Dos nociones vitales chocan en este entuerto, cual trenes macizos propulsados a alta velocidad. Por un lado, está el voto ciudadano del 21 de febrero de 2016, cuando el pueblo soberano les cerró la puerta a Evo y Álvaro para volverse a postular. Por el otro, está la sentencia del Tribunal Constitucional, que, a su vez, se basa en el artículo 23 inciso b de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, más conocida como Pacto de San José.
Para preservar su prestigio, los vocales del TSE solo necesitan repetir que el voto del pueblo está por encima de todo en este mundo, y que si “Bolivia dijo No”, es sencillamente No. Ni el Tribunal Constitucional, ni la Corte Interamericana, ni las deidades ancestrales pueden desconocer la soberanía de un pueblo. El derecho a elegir está por encima del derecho a ser elegido.
Cuando los ministros o parlamentarios los amenacen con hacerles un juicio por contravenir un tratado internacional, el cual, de acuerdo con la Constitución tiene carácter vinculante, los vocales en cuestión podrán recitar el inciso c del referido artículo 23 de la Carta Interamericana, que les da a los ciudadanos el derecho “a tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país”. Pues resulta que tanto Evo como Álvaro tienen prohibida, por la Constitución, una tercera repostulación consecutiva como candidatos presidenciales al igual que todos los demás ciudadanos de Bolivia. Se trata de un derecho que ha sido restringido para todos, con lo cual, no hay discriminación alguna. Así de claro, ser vocal y ser decente es, por ahora, vivir en el mejor de los mundos.