Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 26 de noviembre de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Digamos que más del 50% de los votantes bolivianos, durante casi dos décadas, han votado a favor del proceso de cambio. En efecto, las elecciones de los años 2005, 2009, 2014, 2019 y la última 2020, confirman el hecho que los sectores subalternos (campesinos, obreros, gremiales, cooperativistas, trabajadores por cuenta propia y profesionales comprometidos) no dividieron su voto. Racionalmente saben que dividir el voto significa el principio del fin del Modelo Económico Social Comunitario Productivo y el inicio de su opuesto, el Modelo Neoliberal.
Una proyección de este fenómeno hace suponer que, en la elección general del 2025, esta mayoría ciudadana organizada votará por la opción más cercana a sus intereses y que tenga mayores posibilidades. Sin embargo, tempranamente surgió una disputa al interior del MAS – IPSP, por la candidatura presidencial para el Bicentenario de Bolivia. Por un lado, el líder histórico Evo Morales, y por otro, Luis Arce Catacora el operador económico del Modelo. Aparentemente el primero, con un control de los movimientos sociales y el segundo con el dominio, también aparente, del “maravilloso instrumento del poder”.
Decimos aparentemente, porque los movimientos sociales organizados manifestaron de inicio defender la gestión 2020 – 2025 de Luis Arce, sin cuestionar el liderazgo histórico de Evo Morales. Subyace en esa posición que el gobierno atendería primero la difícil situación económica producto del desgobierno de facto y la pandemia COVID – 19, para restablecer el modelo de desarrollo prevaleciente hasta el año 2019.
Tal vez incluso antes del primer año de gobierno de Luis Arce, fue conformada el ala arcista, que progresivamente excluye al entorno político de Evo Morales. Como resultado esta contradicción, hace dos años, toda la política gira alrededor de esta contienda, llegando a los extremos de coincidir, en coyunturas cada vez más frecuentes, con tácticas de la oposición neoliberal, y, lo que es peor, procurar dividir a las direcciones de las organizaciones sociales de las clases subalternas, única garantía real de la continuidad del proceso de cambio.
Esta disputa de poder que debía ir por la discusión de la Agenda Patriótica del Bicentenario, en momentos de un contexto internacional en crisis (Guerra de Rusia – Ucrania y ahora Israel – Palestina) e internamente por la disminución de los ingresos nacionales provenientes de la venta de nuestras materias primas particularmente el gas, toma una forma perversa y hasta autodestructiva (a solaz y beneficio de la oposición). Los bandos en conflicto recurren a la denuncia personal de nepotismo, prevendalismo, corrupción, uso indebido de influencias, tolerancia al narcotráfico, etcétera, dejando en un segundo plano la propuesta de viabilidad del Modelos Económico Social Comunitario Productivo en una época de crisis social general.
El Congreso de Lauca Ñ, como el Cabildo de El Alto, no realizan un diagnóstico socioeconómico y político de la situación actual del país y en consecuencia no determinan lineamientos de estrategia, planes, programas y proyectos nacional populares que den continuidad al proceso de cambio.
La política no está a la altura de la masa, decididamente lo que esperan los sectores subalternos que cifraron su esperanza y apostaron por el Modelo, es acabar con la incertidumbre creada por la campaña de Evo Morales y Luis Arce, con el agravante de estar seguros que separados ambos pierden y el 2025 sería el fin del proceso de cambio. Aquí, como en Brasil, Chile, Colombia, Perú, Ecuador o la Argentina, lo que está siempre en juego, con sus particularidades, es un modelo estatal soberano y de justicia social o un modelo liberal de inversión extranjera y libre mercado.
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El reto del momento es muy grande, garantizar la conclusión del mandato de Luis Arce Catacora, y crear las condiciones para la continuidad del Modelo Económico Social Comunitario Productivo en el nuevo periodo 2025 – 2030.
En una coyuntura internacional en la que se constata una bipolaridad del poder planetario: Los Estados Unidos y sus aliados de la Comunidad Europea, por un lado, y por otro, la China y sus afines particularmente Rusia, el Estado Boliviano está en condiciones de concretar contratos soberanos en la explotación e industrialización del Litio de Potosí y Oruro, el Hierro del Mutún, energía nuclear en el Altiplano, Valles y Trópico y, los grandes proyectos hidroeléctricos.
Al mismo tiempo se debe atender lo que ya está en marcha como la refinadora de Zinc, fábricas de cemento, los proyectos de riego y de industria liviana contemplados en el programa de sustitución de importaciones y seguridad alimentaria.
Volviendo a las consideraciones preliminares y luego de los caminos que puedan imponer las direcciones de los “radicales” y “renovadores”, serán nuevamente los sectores subalternos organizados y los profesionales comprometidos los que el 2025 definan la prosecución del proceso de cambio.