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Conflicto, gobernabilidad y democracia en el MAS

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: domingo 05 de noviembre de 2023

Categoría: Debate sobre las democracias

Subcategoría: Democracia representativa

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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Hay que tener en cuenta que lo más probable es que, incluso después de las elecciones de 2025, el siguiente gobierno tenga igualmente un congreso dividido como el actual. Es decir, que esto no parece ser un tema que se va a resolver. Entonces vamos a tener que vivir eso. Creo que el aprendizaje de los políticos tiene que ir en ese sentido en estos dos años. Y para eso que viene hay que empezar por desdramatizar las cosas”, afirma Armando Ortuño a modo de conclusión.


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 / 5 de noviembre de 2023 / 07:02

Una conversación con el economista y analista político Armando Ortuño sobre las aristas del debate a partir de la disputa interna en el partido de gobierno.

El punto sobre la i

La disputa interna dentro del partido de gobierno se presenta ante la opinión pública boliviana con tintes extremadamente altisonantes. Las frases literalmente incendiarias sobran. Las amenazas, insultos y descalificaciones son moneda común entre autodenominados evistas y arcistas.

Ahora bien, por mucho que los actores eleven la beligerancia verbal, eso no resuelve la cuestión medular de la interna en el partido de gobierno, donde hay dos facciones en disputa, cada cual con su reclamo de legitimidad. Así, la cuestión resulta ser la siguiente: ¿es posible la democracia interna en el oficialismo o no? Por angas o por mangas, a la postre terminarán dando una respuesta a esa interrogante y veremos de qué se trata.

Sin embargo, la disputa está teniendo una manifestación concreta en el ámbito de la gobernabilidad. Esto es así porque está en juego la correlación de fuerzas al interior de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Hasta el pasado viernes el arcismo logró imponerse en la Cámara de diputados y el forcejeo continúa en la de Senadores. Lo que queda en claro es que atrás quedaron los días en que la aprobación de leyes era algo dado por hecho. Esto obliga a que el Ejecutivo tendrá que hacerse de mayores habilidades para el diálogo y para convencer, lo cual no deja de ser un ejercicio democrático. La gobernabilidad dependerá, en gran medida, de que el arcismo despliegue esas capacidades.

Para ver en detalle estas cuestiones, conversamos con el economista y analista político Armando Ortuño. Desde una perspectiva práctica y sin apasionamientos, el especialista ordena su exposición de ideas primero en torno a la interna del partido de gobierno, luego la cuestión de la gobernabilidad y finalmente las implicancias de lo anterior en la democracia boliviana.

Conflicto

“Pienso que hay que desdramatizar. Empezaremos de por eso, porque creo que hay demasiadas expresiones, posiciones tremendamente apocalípticas y excesivas y que me parece que no reflejan la naturaleza real del conflicto. Aún más, yo tengo la hipótesis que tampoco reflejan el grado de involucramiento de la sociedad boliviana en el conflicto. Incluso de los sectores afines al MAS. Tengo la apreciación personal de que sigue siendo un conflicto de dirigencias, tanto sociales como partidarias y gubernamentales, con un escaso involucramiento e interés de la mayoría de la población. Así que el apocalipsis no va a venir, porque es una pelea de élites, finalmente. Esto no quiere decir que no tiene efectos en el sistema político, la sociedad y la economía boliviana, pero me parece que estamos lejos de una guerra civil, en torno a una pelea entre dos liderazgos”, sostiene Ortuño.

El economista continúa señalando que “en el fondo, creo que ambos actores dentro del MAS están debilitados. Tanto Evo Morales como Luis Arce, el gobierno, están con una gran incapacidad para lograr sus objetivos. Me parece que esa realidad lleva a un escenario de bloqueo, de autobloqueo, donde lo que vamos a ver probablemente es un conjunto de estrategias judiciales, políticas, tratando de tomar ventaja del otro, pero sin que puedan finalmente resolverlos, porque ninguno de los dos tiene fuerzas para derrotar al otro. No tienen fuerza política y tampoco instrumentos. Pueden hacerse mucho daño, pero no muestran tener medios para asestar el golpe definitivo. Más allá de dos o tres dirigentes prometiéndote sangre, sudor y lágrimas, al día siguiente no pasa nada fuera de lo normal”.

En consecuencia, Ortuño puntualiza que nada de lo anterior es relevante para resolver la situación planteada por los cuestionamientos al congreso de Lauca Ñ, emitidos esta semana por la autoridad correspondiente. Esa es una pelea de otra naturaleza, que tiene que tener una salida jurídica. En ese ámbito, “van a apelar a recursos extraordinarios ente el Tribunal Supremo Electoral. Si eso no funciona, probablemente suban al Tribunal Constitucional Plurinacional reclamando violación de derechos y luego veremos cómo sigue la pelea en los estrados legales”, afirma.

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En las primeras reacciones de uno y otro lado, el debate se planteó sobre quién convocaría a un nuevo congreso. Las explicaciones del vocal del TSE, Tahuichi Tahuichi, zanjaron la cuestión al señalar que la dirigencia del MAS continúa siendo la que estaba hasta antes de la cita en Lauca Ñ y que deberá ser ésta la que proceda con llamar a un próximo cónclave.

“Hemos vuelto a cómo estábamos hasta antes del congreso. Estamos igual, con el MAS que tiene que resolver elegir una nueva dirigencia. Pero bueno, han pasado en cosas, por supuesto, pero básicamente seguimos en lo mismo. Ahora, se ve que la ruta crítica del propio grupo evista es seguir una ruta jurídica que, guste o no, independientemente si se confía o no en el TSE, tiene que darse. Finalmente, en algún momento alguien tendrá que llevar las listas de candidatos del MAS al TSE y ese alguien tiene que estar acreditado. Es decir, hay un camino jurídico que tiene que cumplirse de una forma u otra. Todos los actores tienen que, en cierto sentido, enmarcarse en esa ruta”, señala el analista.

“Me da la impresión es que el escenario más plausible es que en los primeros meses del próximo año siga sin resolverse cuál es la nueva directiva del MAS. El plazo fatal es abril y no me extrañaría que estemos discutiendo, faltando unas semanas, qué va a pasar y que todo siga bloqueado dentro del MAS e incluso que pierda su personería jurídica. Esto porque, vuelvo a mi punto, ninguno es lo suficientemente fuerte como para poder hacer que el otro se rinda. En el fondo ambas facciones se comportan de manera dogmática e intolerante, digámoslo así, y no están dispuestas a aceptarse y darle un espacio de diálogo para resolver democráticamente la pregunta que tiene por delante el MAS, que es quién va a ser el candidato en 2025. Ambas están jugando a la eliminación de la otra y el problema es que ninguna tiene la fuerza para lograr conseguir eso”, indica Ortuño.

A la postre, tanto arcistas como evistas representan dos legitimidades. Unos reclaman su rol durante los 14 años de gobierno de Evo Morales y los otros proclaman haber dado la cara entre 2019 y 2020. “Los dos tienen razón y son parte del mismo partido. En una democracia normal hay esos problemas. Se resuelven en una votación en el partido. Ganan corrientes mayoritarias y hay corrientes minoritarias que tienen dos opciones o entran en el juego democrático del partido y aceptan ser minoría o finalmente se salen y forman otro partido. Tampoco es muy complicado como se suele resolver estos temas en una convivencia democrática”, asevera el economista.

Hasta ahí la cuestión partidaria, que es la dimensión desde la que se gatilla lo segundo, que es la correlación de fuerzas dentro de la ALP y las consecuencias que eso tiene en la gobernabilidad del país.

Gobernabilidad

Entrando en el análisis del segundo punto, Ortuño explica que “la pugna al interior del MAS está generando un escenario de gobierno dividido. Esto es un gobierno donde el partido que está en el Poder Ejecutivo no tiene mayorías por sí solo en el Poder Legislativo. Ahora, un gobierno dividido no es tampoco la muerte de la democracia, porque eso no ha impedido la gobernabilidad ni la capacidad de hacer reformas en el país en los últimos meses. Esta situación obliga a la construcción de coaliciones partidarias o acuerdos coyunturales entre los actores políticos para poder permitir la gestión del gobierno”.

“El problema hoy en día es que todos los actores políticos, en primer lugar, tienen una especie de negación frente a la realidad de un parlamento donde hay cinco o seis fuerzas políticas, cada una con sus orientaciones. Ahí la pregunta del Ejecutivo es si va a haber gobernabilidad. Si no constituyen ningún tipo de coalición o trabajan en algún esquema para poder lograr acuerdos en ALP, en ese caso obviamente va a haber conflicto. En realidad, el arcismo no tiene mayoría desde noviembre del año pasado, cuando Jerges Mercado fue elegido por una fracción del MAS. Eso no ha impedido que se apruebe las leyes del censo, del oro, del presupuesto. Es verdad que, con caminos muy tortuosos, en un caso aliados con unos cuantos diputados por aquí otros por allá, pero que por razones políticas y de visión de país han logrado aprobar normas en ese parlamento dividido”, puntualiza.

Democracia

El analista va un paso más allá y pone las cosas en una saludable perspectiva. “Todos los días hace eso el gobierno de Joe Biden en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Todos los días hace eso en Francia el gobierno de Emmanuel Macron. Ninguno de ellos tiene mayoría en sus asambleas. Entonces, tienen que ir a negociar. Biden ha tenido que ir hasta el último día antes de que se cerraran todas las oficinas gobierno federal porque no tenían cerrado el presupuesto, por ejemplo. Son esquemas que de pronto pueden parecer incómodos, seamos también francos, luego de un gobierno con una mayoría clara como la que tuvo él MAS durante 15 años. Hay que estar claros en que la época dorada en la que un ministro llegaba con su proyecto de ley bajo el brazo y se lo aprobaban en el día ya pasó. Ahora van a tener que ir, negociar y convencer”.

“Por todas las razones antes señaladas, me parece que hay rupturas muy fuertes en los bloques, que parece que no se van a resolver sino hasta una nueva lanzada de dados que va a ser en las elecciones de 2025. Por lo tanto, vamos a tener que vivir con esos fraccionamientos hasta entonces. Si eso se vuelve un tema de odios y de bloqueos, el país verá muy complicado, pero si eso se vuelve una oportunidad para que no se pueda conversar y se pueda mejorar y se pueda ir aprendiendo ese proceso de construir acuerdos y construir algunos consensos, aunque sea caso por caso, pues estamos avanzando. Hay que tener en cuenta que lo más probable es que, incluso después de las elecciones de 2025, el siguiente gobierno tenga igualmente un congreso dividido como el actual. Es decir, que esto no parece ser un tema que se va a resolver. Entonces vamos a tener que vivir eso. Creo que el aprendizaje de los políticos tiene que ir en ese sentido en estos dos años. Y para eso que viene hay que empezar por desdramatizar las cosas”, afirma Ortuño a modo de conclusión.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político