Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: jueves 09 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Por primera vez en 12 años de gobierno, el presidente Evo Morales dio un discurso breve, de 33 minutos, para dar un informe al país en un 6 de agosto. Cualquiera de sus alocuciones diarias, cuando inaugura una cancha o cosas por el estilo, puede durar 45 minutos o más, así que el hecho de que no haya hecho una larga exposición en el día patrio es una novedad. Abruptamente, cuando había hablado un poco más de 30 minutos, Morales dijo que “por el frío” decidió interrumpir su alocución.
Ello es, por lo menos, raro, ya que mitad del país está acostumbrado a tener bajas temperaturas y, en el pasado, esto no le impidió al Jefe de Estado dar largas argumentaciones. Además, si ello era así, pudo haberlo advertido antes de empezar su discurso.
Días antes del evento, el gobernador de Potosí dijo que se preveía que las palabras del mandatario durarían más de dos horas.
Aunque sus colaboradores han salido a la palestra para contrarrestar los comentarios y decir que no hubo tal recorte y que el Presidente tiene la potestad de hablar más o menos tiempos (lo cual es obvio) sin que ello represente un problema, todo conduce a pensar que la razón para que acortara su discurso fue la presencia de manifestantes de plataformas ciudadanas defensoras del 21F que fueron a Potosí desde diferentes puntos del país, además de un numeroso contingente de miembros del Comité Cívico Potosinista (Comcipo).
Aunque la seguridad del mandatario hizo lo posible por impedir el paso de estos grupos a las inmediaciones de la Casa de Moneda, donde se reunieron las autoridades, los gritos de Bolivia dijo No de la bancada opositora y de los grupos ciudadanos eran indisimulables. Ante ello, en vez de escuchar sus palabras e informe, sus adeptos (incluso altas autoridades presentes) se dedicaron a responder con un apoyo: Bolivia dice Sí.
El resultado fue un ambiente de mucho ruido y confusión, de poca atención y clima incómodo y poco propicio para las reflexiones. Nunca Morales había enfrentado algo parecido en 12 años.
Que la gente se reúna para protestar en torno al cumplimiento del 21F se ha hecho habitual en estos días, pero que lo haga en un discurso de mensaje a la nación es preocupante y podría ser considerado como una demostración de un malestar que no quiere ser reconocido por el Gobierno; o, dicho de otro modo, es mostrado como periférico poco importante o antipatriótico.
Con todo, la brevedad del discurso no es lo más importante de la jornada del 6 de agosto, tampoco la movilización ciudadana, sino el contenido propio del mensaje, el mismo que, quizás por estos antecedentes, se caracterizó por la falta de propuestas al país.
Los dos discursos, tanto el del vicepresidente Álvaro García Linera como el de Morales, no hicieron más que reiterar conceptos ya conocidos. Morales intentó, hasta que interrumpió su discurso, usar la ya desgastada fórmula de comparar algunas cifras de su Gobierno con las de antes de 2006.
Aunque habló de la unidad del país y la importancia de la Agenda 2025, mostró desorientación en algunos campos. Tal vez el más notorio fue la crisis de la salud, que ha sido una de las mayores preocupaciones en estos meses y a la cual el Mandatario respondió con afirmaciones poco creíbles como que “estamos preparados para enfrentar el cáncer”, cuando presenciamos a diario el drama que viven los pacientes con esta enfermedad.
Por lo demás, el adelantar el pago de un segundo aguinaldo este año es otra razón para la preocupación del sector privado, que no ha podido hacer que esta decisión sea al menos revisada por sectores.
En resumen, lo que hemos presenciado el pasado 6 de agosto es que no existe una evaluación autocrítica sobre la situación del país: la falta de reflexión sobre la penosa situación de la salud; la escasa, sino nula, diversificación productiva y otros aspectos, incluso políticos, han sido soslayados.
Obviamente los políticos siempre intentarán llevar agua a su molino. Pero en esta coyuntura, del discurso de Evo Morales se esperaba más.