Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 01 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El mensaje presidencial del 6 de agosto lo dio el vicepresidente Álvaro García Linera y no el presidente Evo Morales. García Linera se tomó todo el tiempo y estructuró su mensaje como si fuera él el Presidente de este país, al punto de que el Presidente se quedó con comentarios sueltos, inconexos y anecdóticos de su gestión.
Evo Morales fue abrumado por las potente voces que invadían el patio de la Casa de Moneda desde las calles de Potosí, gritando “Bolivia dijo NO”. Pero el avasallamiento mayor que vivió su palabra vino no de los opositores, sino del círculo de cuervos que le rodean, en este caso del mensaje del Vicepresidente.
Un mensaje estructurado y largo que carecía del ingrediente principal: la autocrítica. Un mensaje de autoelogio, en el que evitó los temas más graves que atraviesa la sociedad boliviana, como el colapso del sistema de salud y la ausencia completa de justicia. Evitó el tema de la corrupción que los ahoga. En vez de ello se declaró, a él y su gobierno, propietario del futuro del país. Un futuro en el que las mujeres, en palabras textuales, tenemos un lugar en sus reflexiones como “beneficiarias de un dudoso programa de vivienda gratuita para mujeres abandonadas”, programa que no es ni digno de ser criticado, sino que refleja esa visión misógina y paternalista de las mujeres como seres abandonados.
Para declararse dueño del futuro ventila, por enésima vez, su oferta consistente en la agenda 20/25, una agenda desarrollista, extractivista, que es la mayor prueba ideológica, política y económica de que el MAS ha tocado fondo, que el MAS no tiene nada que proponerle al país por carecer de lo principal: sueños con que seducir a un país de jóvenes y de mujeres rebeldes, que no son ningunas abandonadas.
El discurso del Vicepresidente nos coloca frente a un gobierno en el que los papeles han sido intercambiados, donde ni siquiera están dispuestos a respetar la Constitución Política del Estado, no sólo en cuanto al referendo del 21 de febrero, sino en cuanto al Estado laico sin religión oficial, por lo que el muñeco de peluche del evento, receptor de abrazos durante la comunión, de primeros planos repetitivos en la televisión, era el cardenal, como si Bolivia siguiera teniendo como religión oficial la Católica.
Tampoco respetan la Constitución en cuanto a los derechos de los pueblos indígenas, que no gozan del derecho a la consulta previa sobre sus territorios y no gozan tampoco de una bancada indígena por usos y costumbres, sino que deben pasar por el aro del partido, demostrar que son serviles y entonces acceder a un escaño de representación, donde lo único que tienen que hacer es levantar la mano.
Tampoco respetan su Constitución en lo que a la paridad y alternancia se refiere, pues si Evo pretende ser candidato a Presidente, pisoteando la Constitución, como lo ha hecho ortega en Nicaragua, una mujer debería ser la candidata a Vicepresidenta, y no el cuervo que tiene al lado.
Los dueños del futuro dividen al país entre patriotas, que serían ellos, y antipatriotas, que serían los otros demonizados. Se trata de una visión manipuladora de los conflictos existentes en el país, instaurando una ley que se resume en: estás conmigo o estás contra mí; rechazando toda disidencia, toda discusión, todo desacuerdo.
O sea que, además, estos autoproclamados dueños del futuro nos proponen apostar por una polarización que nos convierte de ciudadanos a súbditos de un rey al que simplemente hay que obedecer y al que no se le puede decir ni siquiera no.
Todo esto, irónicamente, se desarrollaba en la Casa de Moneda, probablemente uno de los museos más visitados del país precisamente por cientos y miles de bolivian@s que quieren comprender su propia historia. Un museo que no ha logrado en 12 años de gobierno el replanteamiento de su narrativa colonialista gracias a burócratas de la cultura de la Fundación Cultural del Banco Central, que sólo sirven para aduladores, que se habrán trasladado a Potosí a dar ordenes a los gritos y a poner el mantelito para sus amos.
Por último, en los actos del 6 de agosto la persona más triste y apagada parecía ser precisamente la esposa del Vicepresidente. ¿Por qué será no? Pobrecita, imagino que nadie quisiera estar en su lugar.
María Galindo es miembro de Mujeres Creando.