Las recientes declaraciones del expresidente Carlos Mesa, en sentido de que la unidad de la oposición “no es la respuesta única” de cara a las elecciones generales, generaron reacciones en el campo del análisis. Para el politólogo Wim Kamerbeek, sí es momento de hablar de la unidad de oposición, pero con programas sobre la mesa, mientras que el sociólogo Andrés Delgadillo remarca que para hablar de unidad hay que tener posibilidades, en referencia a Mesa y otros actores políticos.
Tras la entrevista de Mesa concedida al Diario de la capital, Correo del Sur Radio entrevistó a dos analistas, que, por separado, coincidieron en identificar una oposición débil, sin una lectura adecuada del momento político actual.
“Yo más bien pienso que sí es el momento porque lo que estamos viendo es que hay muchas debilidades en las propuestas de la oposición y es una oposición que está muy dispersa en sus propuestas. Creo que es momento de empezar a articular ya las candidaturas en torno a qué hacer frente al MAS”, manifestó Kamerbeek.
Sin embargo, hizo notar que cuando se habla mucho de unidad, se evita hablar, por ejemplo, de programas. Remarcó que los frentes de oposición, como el MAS, no están respondiendo al momento actual de Bolivia.
“Son proyectos políticos destinados al fracaso porque no representan este momento. La unidad se la da a partir de que el actor político tiene la capacidad de ganar una elección (…) No debiera ser un proyecto de la oposición nos juntemos todos para ganarle al MAS. Y después cómo gobiernas. No van a llegar ni al año”, expresó Delgadillo.
Delgadillo hizo hincapié en que hay grupos que no se identifican con la política, que serán claves para ganar una elección; el MAS volverá a imponerse si “los mismos” entran a la contienda electoral, advirtió.
Según su lectura, hay dos maneras para ganar una elección que la oposición boliviana ignora: ideologizar el discurso para que responda al momento actual –el caso de Javier Milei en Argentina– o presentar una candidatura “fresca y novedosa”, como Daniel Noboa en Ecuador. En Bolivia, no hay, hasta el momento, ningún actor político que represente uno de esos casos.