Medio: El Diario
Fecha de la publicación: viernes 29 de septiembre de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Hace algunos años, la ciudadanía escuchó de boca de algunos jefes políticos que se llaman de “izquierda”, la dulce consigna de “proceso de cambio”, oferta que sería la panacea que cure de todas los males y enfermedades del país y una transformación pondría fin a la confusión social permanente y permitiría el retorno a la edad de oro, en la que no se conocía las palabras tuyo y mío. Es decir, el cambio llegaría triunfalmente, para que se cumpla lo que se ofrecía y lo que se esperaba.
Sin embargo, como la promesa de cambio era abstracta, se volatilizó rápidamente, (porque lo abstracto no existe). Es más, como nada tenía de concreto, causó la decepción de la ciudadanía y el prometido proceso, que en la realidad nada cambió, produjo la masiva oposición de los movimientos sociales y ellos se pasaron a la oposición y abandonaron a quien les prometían todas las glorias y un nuevo paraíso.
En efecto, la población se dio cuenta que no se sabía cuál era el “cambio” ofrecido, si era de guardia en el Palacio, el cambio de camiseta, de zapatos, de condición civil, de ir ahora hacia adelante, de derecha a izquierda, etc.
Entonces, los movimientos sociales al verse engañados por semejante malabarismo verbal, se dieron cuenta de la trampa a que habían sido conducidos y cada cual empezó a marchar por su lado, lo cual se confirma al presente en los hechos, al producirse la división del MAS, el abandono a su jefe, la presencia de nuevas fuerzas que tratan de rectificar el camino equivocado a que ha sido conducido el país y volver al curso natural de la evolución social.
Semejantes antecedentes tuvieron, por supuesto, sus frutos y los movimientos sociales se vieron abandonados, y sin ideología convincente se alejaron del caudillo de turno, se escindieron, le pusieron una cruz negra y cada uno ahora busca a quién arrimarse para seguir en el poder.
Tan notable proceso de decadencia y descomposición de una corriente política que pensaba eternizarse en el poder y que aseguraba que no era simple inquilina del Palacio de Gobierno, de donde nunca saldría, terminó en un enorme cero, sin otras esperanzas debido a sus sueños metafísicos.
Pero, por otro lado, los movimientos sociales encontraron que el proceso de cambio, si bien nada tenía de concreto, en realidad, en su ubicuidad, lo que sí produjo fue un retroceso al pasado. En esa forma, según datos generales, se retrocedió no en términos numéricos, sino en conceptos más amplios, en etapas históricas ya superadas.
En fin, es la historia del país, que gira en un círculo vicioso de nunca acabar.