Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 08 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
El lanzamiento oficial desde Chimoré, el 6 de julio pasado, del binomio Evo Morales-Álvaro García para supuestamente imponer sobre Bolivia la repostulación/reelección en 2019 de ambos a sus cargos de Presidente y Vicepresidente del país, respectivamente, ya sería un dato de la coyuntura. Ese lanzamiento acaba de ser ratificado, sin el más mínimo pudor, por el propio García Linera en una larga entrevista de El Deber, publicada el 6 de agosto último.
A la pregunta de “¿(por) qué la ciudadanía debería aceptar que Evo y Álvaro se vuelvan a postular en 2019, pese a los resultados del 21F?”, García responde, con helado despotismo, y ya asumiéndose sin remilgos como el compañero de fórmula de Morales, “… (por) motivos legales, constitucionales y políticos. El Tribunal Constitucional ha habilitado un derecho y por temas políticos en el 21 de febrero de 2016 lo que hubo fue un empate. Una mitad de Bolivia, un 51%, votó por el NO, influida por mentiras y un conjunto de falsedades, y otra mitad de Bolivia votó por el SI. Ahora se trata de desempatar”.
¿Un “empate”? El mismo García había declarado, poco antes del 21 de febrero de 2016, que en un referendo “un sólo voto” de diferencia ya es suficiente para definir quién ha ganado y quién ha perdido y que los resultados del referendo del 21F –cualesquiera que fuesen– serían rigurosamente respetados por el partido gobernante. ¿2% de diferencia –51% por el NO, 49% por el SÍ– no es bastante más que “un solo voto”? ¿51% es una “mitad” y 49% es otra “mitad”? ¿Sabe algo de aritmética el aprendiz de matemático que funge de vicepresidente?
Como fuere, lo que pareciera es que ya García habría comenzado abiertamente una precampaña con supuestas miras a imponer su repostulación/reelección como acompañante vicepresidencial de Evo Morales. “Este 6 de agosto nos encuentra con las luchas electorales de 2019 ya desatadas”, le dice García a El Deber, en lo que suena a toda una clarinada electoral.
Pero, no se puede olvidar que tanto Evo Morales y Álvaro García han hecho de la mentira y de la manipulación informativa un eje fundamental de sus modos de gobernar. Es preciso ser precavidos y no caer en una posible maniobra distractiva por parte de los inmorales expertos en la desinformación y el engaño que son Morales y García. No es evidente, en absoluto, que Morales y García estén de modo efectivo con aprestos electorales.
La insistencia en afirmar por parte de García Linera de que “las luchas electorales” están “desatadas”, los supuestamente plañideros pedidos a Carlos Mesa de parte de Gringo Gonzales y otros políticos del MAS para que el expresidente se declare “de una vez” candidato presidencial para las justas electorales del 2019, los obvios y reiterados intentos, durante las últimas semanas, por parte del MAS de electoralizar la coyuntura, suenan a un libreto construido por parte del oficialismo al que hay que prestar la mayor atención.
Tanto afán electoral por parte del MAS es sospechoso. La noticia de que el binomio Evo-Álvaro ya ha sido finalmente decidido de modo definitivo por el oficialismo, siendo capital, podría ser engañosa. Es preciso preguntarse sobre lo que verdaderamente está ocurriendo dentro de la cúpula del partido de gobierno y seguir con cuidado lo que vaya ocurriendo en su interior a continuación.
Dada la evidente debacle de la intención de voto a su favor que está sufriendo el MAS, y ante el despeñadero electoral en el que Evo Morales se ha metido gracias al autoritarismo, la corrupción y la mediocridad de la gestión gubernamental que preside, el riesgo de una cancelación de las elecciones presidenciales de 2019 empieza, en todo caso, a aparecer real. La vocinglera fanfarria electoralista por parte de los estrategas del MAS durante las últimas semanas, ¿está encubriendo acaso la preparación de una estrategia del oficialismo para cancelar las elecciones de 2019?
Todo, y algo más, es de esperarse de un gobierno que, como el del MAS, despliega su gestión política con base al engaño, la maniobra autoritaria y la desinformación planificada. No corresponde, en todo caso, pecar de incautos. Urge empezar a considerar cual debiera ser la estrategia de respuesta de la oposición ante la eventualidad de que el MAS anule las elecciones de fines de 2019. Es preciso que el plural y ya inmenso movimiento democrático de Bolivia empiece a discutir sobre sus estrategias de resistencia antiautoritaria si se cae el escenario electoral.
Ricardo Calla Ortega es sociólogo