Medio: El Día
Fecha de la publicación: martes 07 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Desde altas esferas del Movimiento al Socialismo, en vista del creciente e incontenible rechazo del que son objeto, que proviene de casi todos los segmentos poblacionales de las diez ciudades capitales; se está alentando, otra vez, la confrontación entre sectores citadinos con los mal llamados “movimientos sociales”, de origen campesino y rural.
Sin duda, es una pésima y funesta estrategia, que surge de la desesperación que cunde al interior de la voraz elite cleptocrática azul, frente al incontenible hastió que están experimentado al no respetar la voluntad popular por su ambición de “poder eterno”. Insisten, además de dar por descontada, en la inconstitucional re-re-repostulación, desconociendo que todavía es una “asignatura pendiente” en la agenda política nacional, pues la demanda de respeto al voto ciudadano, que dicho sea de paso es de alta agregación, es irrenunciable e inclaudicable.
Veamos la composición y características de estos dos bloques, cuya confrontación está incitando la nomenclatura masista, con discursos raciales y de profundo odio. Los que defienden las tendencias monárquicas y absolutistas, básicamente, la conforman los “movimientos sociales”, cuyos representantes y dirigentes, están cooptados por el poder político al mejor estilo neocorporativista, a través de intensas y jugosas relaciones de intercambio. Sobresalen, entre ellos, los cocaleros del trópico de Cochabamba, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTBB), las “Bartolinas”, los “Ponchos Rojos” y los denominados “Interculturales” (una composición hibrida de colonizadores y depredadores de tierras bajas). Sin “vida propia”, estos movimientos son víctimas de la cínica manipulación de sus dirigentes que, sin ningún escrúpulo, bajo diversos mecanismos de coerción, los obligan a marchar y participar en diversas manifestaciones, con control de listas y distribución de fichas. Con este “modus operandi”, están movilizando sus bases para este 6 de agosto en Potosí, con la finalidad de contrarrestar la presencia de las plataformas ciudadanas, a quienes han amenazado de agredirlos al estilo “Tinku”, si exclaman “Bolivia dijo NO” o muestren sus “cartoncitos 21F”, en el desfile patrio.
En la acera del frente, están los que exigen respeto a la Constitución Política del Estado y a las reglas básicas de la democracia participativa. Defienden el cumplimiento de los resultados vinculantes del 21F. Su composición es, básicamente, citadina. Son las clases medias de todas las ciudades capitales cansadas de tanta arbitrariedad y abuso de poder. Son segmentos sociales con alto nivel de conciencia ciudadana. Si bien hasta hace poco mostraban, en las urnas, su simpatía por el “proceso de cambio”, ahora más bien expresan un profundo desencanto y malestar. Como que hubieran tomado consciencia de que el tan mentado “proceso de cambio”, es puro teatro.
Se trataría, en realidad, de un proceso donde hábiles políticos mentirosos, sinvergüenzas y embusteros con el discurso indigenista y de izquierda, procuran perpetuarse en el poder buscando, fundamentalmente, impunidad, pues ya se imaginan lo que les espera cuando dejen el poder. Estos grupos no tienen una ideología en común. Se movilizan y se juntan, más allá de las pertenencias de clase y etnia, exigiendo respeto a la democracia y los resultados de la consulta del 21F, convirtiéndose, ahora, en la verdadera oposición .
La funcional oposición y los políticos tradicionales no son bienvenidos en estas plataformas. De ahí, el gran temor y paranoia del gobierno, a cuyos componentes les causa pavor y terror que cada vez les hagan recuerdo de la traumática y terrible derrota del 21F. Los odios, menosprecios y descalificativos, expresados por el gobierno, no hacen otra cosa que alimentarlos y robustecerlos, haciendo más consistente su respuesta.
Estos dos grupos, el primero propiciado y financiado por el gobierno y, el segundo, de movilización espontanea; se encontraran en los actos cívicos del 6 de agosto en Potosí, estampando ese escenario de confrontación que marcara el horizonte de la política nacional hasta las elecciones del 2019, si es que se dan.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón