Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 22 de agosto de 2023
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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Los conflictos que a diario vemos multiplicarse entre militantes y afines al Movimiento Al Socialismo (MAS) no son exclusivos de ese partido, ni mucho menos. Como las organizaciones políticas son medios directos de llegar al poder, con frecuencia surgen pugnas que, en la mayoría de los casos —si no en todos— llevan a la división.
En lo que hace a la coyuntura presente, el enfrentamiento entre los bandos rivales del partido en función de gobierno se intensifica y amplía a nuevos escenarios, en una escalada de hostilidades cuyo final es incierto, lo mismo que las consecuencias de esa espiral ascendente del conflicto en la gestión del Estado.
La abierta pugna entre las dos facciones del MAS —evistas, radicales y arcistas, renovadores, los dos bandos que apuntan a posicionar, cada uno a su líder, como candidato presidencial para 2025— lleva ya cerca de 19 meses durante los cuales se suceden episodios de recrudecimiento y otros, menos numerosos, de una especie de reconciliación pasajera, por motivos puntuales.
Hasta hace cuatro meses, ese conflicto estaba circunscrito a los escenarios de la Asamblea Legislativa Plurinacional, los tribunales de justicia y los medios de comunicación.
Desde principios de julio, el impacto y efecto divisor del lío se extiende a las mayores organizaciones sociales que conforman el Movimiento Al Socialismo que en su nombre lleva un agregado: Instrumento para la Soberanía de los Pueblos.
La primera manifestación de ello fue el apoyo a Arce y su gobierno y la advertencia al sector evista del MAS de que no permitirán “cualquier intento de desestabilización” proclamados por del Pacto de Unidad y la Central Obrera Boliviana (COB).
El anterior lunes, el de ministro de justicia atizó aún más las hostilidades intrapartidarias anunciando un juicio penal contra Morales por razones personales. “Aquí se rompió todo”, declaró como respuesta el vicepresidente del MAS.
La ruptura fue más evidente los últimos días en la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia —uno de los pilares del Pacto de Unidad— que ahora tiene dirigencias: una arcista elegida en Sucre, y otra evista, designada en el Chapare.
Y en El Alto, el XXIV congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb) —otra organización fundamental del masismo— se convirtió en el escenario de batallas campales entre ambos bandos, con centenares de heridos, y acabó con la conformación de dos dirigencias.
Podría pensarse que el fin de esas pugnas llegue en el congreso nacional del MAS convocado para los primeros días de octubre, pero eso es incierto, pues el Tribunal Supremo Electoral aún no aprobó su realización.
El conflicto en el MAS crece. Los problemas de la gestión gubernamental también, ejemplos de esto son: la falta de recursos en las arcas del Estado va a agravarse en 2024 cuando Argentina deje de comprarnos gas, la caída desde hace seis años de los recursos para para el pago de la Renta Dignidad, el narcotráfico que parece fuera de control como lo evidencian las cuatro semanas de búsqueda infructuosa de un uruguayo requerido por la justicia de varios países que se burla de la Policía Boliviana...
La división ya es más que evidente. Todo parece indicar que el MAS seguirá el mismo camino que el Movimiento Nacionalista Revolucionario, el partido que tuvo las mayores victorias electorales en la historia del país, pero se dividió en varias fracciones y, así, se redujo hasta llegar a lo que es ahora.