Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 11 de agosto de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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¿Electoralización precoz?
La confusión misma pareciera tender más a abonar la misma antipolítica a partir de la saturación ciudadana
Los resultados del Latinobarómetro se han hecho públicos hace apenas un par de semanas y, de alguna manera, han llegado para confirmar la gran sospecha que no solo nuestras democracias están debilitadas sino que también, en términos de cultura política, el apoyo a la democracia en la región ha disminuido en 15 puntos porcentuales en los últimos 13 años, propiciando el dato de que en 2023 solo el 48% de las y los encuestados en nuestra región latinoamericana consideran que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
Y a pesar de la cantidad de datos que se pueden explorar en el mencionado informe, resalta el que señala que la edad influye en el apoyo a la democracia, estableciendo que a mayor edad más apoyo a la democracia. Y que, más bien, esta relación es inversa respecto al apoyo al autoritarismo o a la indiferencia entre estas dos formas de gobierno. En conclusión, que en América Latina las personas con más edad prefieren mayoritariamente la democracia como régimen de gobierno en comparación con las personas jóvenes.
Son los tiempos de las democracias “complejas” y “estresadas”. Y al momento de entender cómo se reflejan estos constructos teóricos que tratan de explicar fenómenos globales y regionales, huelga también preguntarnos cómo se ha llegado hasta acá. Si bien toda nueva generación construye su relato e identidades con sentido de su época, ésta no viene dada por un cambio cíclico predeterminado, sino más bien que es construida a partir de ideas que son cultivadas incluso en generaciones anteriores y son, más bien, apropiadas y reinventadas generación tras generación.

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¿Qué tipo de apego a la democracia podemos esperar de generaciones que han conocido a la crisis de representación como una constante a través de décadas? ¿Cuál convicción democrática se le puede pedir a una generación que ha visto ante sus ojos a la antipolítica volverse el lugar más seguro y cómodo de la expresión social? ¿Cuánto encanto hacia la política se le demanda a quienes están acostumbrados a los líderes que solo se disputan el inconformismo social?
Cerca de un año de que se inicie oficialmente el periodo rumbo al siguiente ciclo electoral se ha vuelto un lugar común el apuntar que estamos frente a un escenario electoralizado precozmente. Siendo que en realidad pareciéramos cansonamente asistir tan solo a la disputa puntual por el liderazgo dentro de —eso sí— la tienda política más dominante en el escenario nacional. Pero la figura se asemeja más a eso antes que a una verdadera apertura del mercado de proyectos país que debiera significar un proceso electoral desenvuelto dentro de ideales parámetros democráticos, así sea de manera anticipada.
Entonces, ¿nuestro escenario político está siendo electoralizado de manera anticipada? Pareciera que, en aras de ordenar de manera más sosegada lo que vinimos viviendo hace meses en política respecto a esta disputa, es necesario separarla decididamente de un venidero escenario electoral desenvuelto a cabalidad y en un verdadero lenguaje democrático. La confusión misma, pues, pareciera tender más a abonar la misma antipolítica a partir de la saturación ciudadana, antes que una política necesaria y ordenadora de prioridades, preocupaciones, anhelos y proyectos en común que puede desplegarse en el marco de unas elecciones. Que, dicho sea de paso, siempre pueden ser una buena oportunidad para reencaminar los apegos por nuestra democracia.
(*) Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka