Sergio Almaraz, uno de los renombrados intelectuales del nacionalismo revolucionario de nuestro país, en su Réquiem para una República, cuyo segundo capítulo describe “el tiempo de las cosas pequeñas”, refiere que superada la etapa de las grandes transformaciones de la Revolución de 1952 (el voto universal, la reforma agraria, la nacionalización de las minas y la reforma educativa) y poco antes de su caída (1964), el gobierno del MNR sin ideas ni proyectos quedó desamparado y se dedicó a realizar cosas intrascendentes, por ejemplo, comprar pupitres para los escolares o comprar motocicletas para la policía. Esta paradoja histórica parece reiterarse actualmente con el Tribunal Supremo Electoral, sobre todo, cuando los vocales de manera entusiasta se empeñan en actividades pequeñas y negligentemente omiten los grandes retos que deben afrontar. Esta columna intenta sostener esta conjetura.
Trascurridas las elecciones nacionales del 2020 y las subnacionales del 2021 y, considerando las limitaciones de ambos eventos y de la democracia intercultural en general, el organismo electoral debía asumir algunos retos importantes, pero la renuncia de Salvador Romero Ballivián (29 abril 2021) y Rosario Baptista Canedo (13 noviembre 2021), implicó la pérdida de dos notables profesionales que, sin duda, podían encarar adecuadamente los grandes desafíos del TSE, lamentablemente, quienes los sustituyeron y quienes se quedaron, sin el perfil competitivo, vienen desarrollando tareas triviales.
Así, a manera de ilustración, la Dirección Nacional Jurídica, junto a sus mecánicas e insignificantes labores cotidianas (elaboración de informes legales, realización de notas internas y externas, preparación de contratos, producción de resoluciones administrativas, revisión de convenios internos y externos), debía asumir con responsabilidad tareas fundamentales como la elaboración de proyectos de ley orientadas a mejorar la implementación de la democracia intercultural: disminuir la sobrerrepresentación en la democracia representativa, reducir los procedimientos y ciertas exigencias para el ejercicio de la democracia directa y participativa, y, viabilizar el pleno ejercicio de la democracia comunitaria.
En relación a las labores del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático (SIFDE), cabe destacar los anodinos diplomados, cursos y seminarios en los que, obligatoriamente, sólo participan los funcionarios del organismo electoral mientras que la ciudadana está completamente ausente. En lugar de tales actividades triviales e intrascendentes, el SIFDE debía fomentar, en el marco del pluralismo político, grandes discusiones en torno a temas como las dificultades de la democracia intercultural, las paradojas de las elecciones judiciales, el padrón electoral, la distribución de escaños entre los departamentos y otros. Además, conviene subrayar que el organismo electoral ha dejado de publicar investigaciones serias que alienten el debate público, la última revista Andamios es un número impresentable (quizá por eso no lo distribuyen), contiene varios errores de fondo y está colmado de fallas de edición y diagramación. Todas estas falencias las hizo notar un digno ciudadano y las presentó a Sala Plena, pero obviamente, no fueron tomadas en cuenta.
Respecto de las actividades de la Dirección Nacional de Tecnología de la Información al mismo tiempo que cotidianamente brinda apoyo técnico a todo el organismo electoral y, principalmente al SERECI, debía concentrarse en dos retos fundamentales: por un lado, la implementación de un nuevo registro biométrico, que garantice un depurado y limpio padrón electoral, afortunadamente, gracias a la acertada impugnación del Vocal Tahuichi no se firmó el contrato con la empresa HDA Inversiones e Ingeniería en Tecnología S.A. que debía realizar sólo una actualización de la plataforma biométrica, cuando en realidad se requiere soluciones de fondo (nuevo registro biométrico) para transparentar los procesos electorales; por otro lado, se advierte que nuestro organismo electoral es el único que demora demasiado tiempo en presentar resultados electorales en la región. Brasil que es un país 10 veces más grande en extensión y población y brinda información del cómputo la misma noche de las elecciones, considerando esta enorme limitación, esta dirección debía preocuparse por mejorar y actualizar el DIREPRE a fin de que el cómputo de votos se realice de manera eficaz y eficiente según lo demanda la sociedad.
Estos son los grandes retos que debe afrontar el organismo electoral de manera urgente y, simultáneamente, debe abandonar “el tiempo de las cosas pequeñas”. [P]
Eduardo Leaño Román, Docente de Ciencias Políticas, UPEA