Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 06 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Luego de que echáramos al dictador Hugo Banzer Suárez, arrancándole una amnistía general e irrestricta, volvieron muchos compañeros y compañeras a sumarse a los partidos políticos; cada uno se creía dueño de la verdad. La derecha, por supuesto, también estaba bien armada, y ahí comenzó la práctica electoral de la democracia. Fuimos entendiendo que la democracia tenía significados distintos, según quien lo decía. El pueblo trabajador, del cual formo parte, quería el autogobierno para acabar con la acumulación capitalista. Otros entendían a la democracia como un instrumento para ser Gobierno, y desde allí, favorecer sus intereses individuales y capitalistas.
La democracia es un instrumento creado por la burguesía para poder controlar los cuerpos, a través de la complicidad del voto. Mientras que la práctica electoral pasa por la confiscación de los derechos del pueblo a elegir su gobierno. Los partidos políticos son los que se apropian de ese derecho y lo convierten en el privilegio de ser elegidos. Por eso es tan importante para el sistema capitalista controlar las leyes electorales y las cortes electorales, para no dejar que el pueblo les sorprenda. A pesar de todos estos controles, el 2006 Evo Morales ganó las elecciones presidenciales. Y aunque se sorprendieron, no le dieron mucho tiempo al “indio” en el Gobierno. Pero cuando seguía y seguía, y además refundó el país con la nueva Constitución, comenzaron a conspirar para cambiar las reglas del juego. Típico del matoncito de barrio, que cuando está perdiendo el juego, se hace qhelly y se lleva su pelota.
Eso pasa en Bolivia. La burguesía, la oligarquía y los dueños de las transnacionales no aguantan que los pueblos se les escapen de su control. No pueden creer que hayamos aprendido a cuidar el voto y a cuidarnos de las manipulaciones electorales. Es más, hoy nos atrevamos a hablar de democracia profunda o de democracia socialista. Peor se jalan los pelos de rabia cuando decimos que, como pueblos originarios, teníamos una mejor forma de elegir nuestros gobiernos y que queremos recuperar esa memoria. Y tal vez por estrategia seguirle llamando democracia, pero comunitaria, o también ponerle otro nombre. Porque la democracia, como palabra, encubre injusticias a tal punto que le llaman dictadura al hecho de que el pueblo participe en libertad; mientras que a su terrorismo y a sus formas abusivas y dictatoriales de proceder las llaman democracia. Por eso digo, ¿cuál democracia?