Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 28 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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Atando cabos
Justicia a la deriva
Si algo necesita el país es un sistema judicial que solucione los problemas de los litigantes. Se requiere un sistema judicial que haga justicia y que funcione de manera autónoma a los otros órganos del Estado y la presión de organizaciones sociales.
Partiremos el análisis con las siguientes dos afirmaciones: con la justicia se penaliza los actos contrarios a la ley o que quebrantan los derechos de otras personas, y, por otro lado, convengamos que el sistema judicial se lo construye para ofrecer un orden en los derechos y en las obligaciones de la ciudadanía. Ninguna de las dos afirmaciones se cumple a cabalidad. La justicia no siempre penaliza a los que cometen delitos; es decir, muchas veces, y cada vez en forma más frecuente, se violan los derechos individuales y colectivos de las personas. De esta manera asistimos a ver el desfile de los hechos de injusticia sentados en butacas de platea.
Hace más de una década esta situación ya era alarmante, por ello en la
Asamblea Constituyente se planteó una solución para superarla,
incluyeron en la Constitución Política del Estado el artículo 182 que
determina que “los magistradas y magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia serán elegidas y elegidos mediante sufragio universal”. De esta
manera somos los electores quienes definimos la renovación de nuestros
jueces supremos, quienes estarán encargados de velar por el cumplimiento
de las leyes.
De esta manera, al parecer, se elimina el cuoteo de nuestros jueces
entre los partidos políticos; sin embargo, por el hecho de que la
mayoría de los miembros del Congreso son oficialistas, las listas de
candidatos para magistrados y magistradas también son oficialistas.
Independientemente de que sean oficialistas o representantes de la
mixtura social, no garantiza que nuestra justicia mejore. No sólo es
cambiar o renovar a los magistrados para que automáticamente la justicia
mejore.
Todos convenimos que la justicia en el país es mala. Pero ese
diagnóstico popular no define qué es lo malo. Si hacemos un sondeo para
determinar cuáles son los problemas de la justicia, estoy seguro de que
las respuestas identificarán algunos temas comunes entre los
entrevistados, pero, además, agregarán una cantidad grande de problemas
como entrevistas se hagan. Pero no hay un diagnóstico científico; es
decir, se habla de la reforma de la justicia sin ton ni son.
Lo que necesita la justicia es una reforma profunda, no unas elecciones
de magistrados y magistradas. Pero tenemos que cumplir la Constitución.
Tampoco es mejorar la justicia la redacción de nuevas leyes o códigos y,
mucho menos, ampliar o reducir las penas para los sentenciados. Al
parecer, se debe partir de la transformación de los valores que tenemos
las personas.
Debemos impulsar como valor social la ética y como valor individual lo
que se entiende por moral. Si no partimos por transformar estos valores,
dotándoles de contenido, no lograremos mejorar nuestra justicia. La
ética y moral de los jueces es importante, también es importante que los
litigantes cumplan los mismos preceptos de moral y ética que exigimos a
los jueces.
Comúnmente decimos que la justicia es sólo para los ricos; sin embargo,
debemos decir para los poderosos. De esa manera se engloba la riqueza
material, la monetaria con la política, derivada del ejercicio del poder
o de las organizaciones sociales, que presionan a los jueces y éstos
fácilmente se doblegan ante ellos.
De esta manera tenemos una justicia a la deriva que se tuerce para
favorecer a los más fuertes. Por eso mismo digo que no se requiere
nuevas leyes, pues éstas seguramente se seguirán orientando al calor de
la presión que se le ejerza al juez. Por esta razón muchas de las
personas simpatizamos con la consigna del voto nulo.
Pero es importante que debamos comenzar a trabajar en la solución a la
ineficacia judicial para que en un futuro no lejano se pueda construir
un país con una nueva moral y ética judicial.
Rodolfo Eróstegui T. es experto en temas laborales