Medio: El Periódico
Fecha de la publicación: lunes 24 de julio de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Eduardo Claure
Falta muy poco para que el país ingrese a una suerte de calesita de feria o circo, por la proximidad de las Elecciones Nacionales del Bicentenario. También se aproximan esos momentos y escenarios en los que aparecerán muy orondos, quienes se consideran políticos salvadores de la Patria en los que se desafíen a debates, tácticas para elaborar listas de precandidatos, definición de candidatos “vía dedazo, padrinazgos, comadrazgos, primarias y/o secundarias internas”, alianzas, pactos, compromisos y, seguramente, preocupaciones por influir y/o interpretar los resultados de encuestas que sobrevendrán alegrando a muchos y desencantando a otros. Los medios, las RR.SS., plataformas virtuales, páginas web, blogs y toda suerte de medio de comunicación electrónica, llenarán el ciber espacio, la nube y el papel impreso; las pantallas chicas y celulares, laptops y tabletas, sonarán y sonarán. Mucha agenda llena. La considerada “clase política” y la sociedad boliviana, estarán ajetreados por reconocer caras viejas, maquilladas, nuevos rostros, “novedosos discursos”, viejos panfletos y pasquines harto cansinos. La vocinglería en plazas y parques, serán endemoniadas como las entrevistas en radios y canales de televisión de todo corte y alcance. Ah, la política boliviana.
Todo este panorama es razonable, hay algarabía. Sin embargo, esta “clase política” desde hace muchísimo tiempo, quizá, unas tres décadas no habla de un tema crucial, pilar de definiciones políticas: El Programa de Gobierno que necesariamente deben presentar como requisito para su inscripción en el TSE para participar en aquellas elecciones nacionales. Hasta hoy, que se conozca, únicamente la agrupación ALBUS ha hecho circular su Declaración de Principios y otros materiales de contenido político, igualmente el grupo denominado BUNKER Tercera República que viene haciendo presentaciones de su “Decálogo” en diferentes ciudades del país. Del resto de los partidos políticos y agrupaciones ciudadanas y plataformas como la “Junta Democrática”, nada aún han dicho sobre este importantísimo asunto: Un Programa de Gobierno que sea la carta de presentación y de esperanzas para la Patria Bolivia; entendemos debe ser alternativo a todo lo sufrido en estos casi veinte años del más puro socialismo, marxismo, leninismo y comunismo comunitario tal como espetaba Linera desde el 2006 al 2018, hasta que se quedó sin aire para continuar sus arengas de que “el sol no saldrá y la luna se ocultará”. Si bien es temprano hablar de un Programa de Gobierno, no lo perdamos de vista. Las cohesiones socio políticas que se van conformando y saliendo de una amorfa dispersa y residual realidad, no debe olvidar este elemento crucial: Un Programa de Gobierno, con lineamientos generales y específicos según la realidad y lo que se diseña para el país y los bolivianos. Esta hoja de ruta o agenda nacional debe contener el elemento esencial: Visión País. Un programa que señale las aspiraciones a seguir en el corto, mediano y largo plazo, y no, únicamente referido a asuntos de coyuntura o la continuidad de las temáticas de la actual agenda azul.
Cual será el escenario adecuado que propongan los hoy partidos y referentes cohesionados.? Quienes conducirán la construcción programática.? Los partidos políticos.? Las plataformas.? Los entornos palaciegos, como siempre.? Asesores y expertos invitados o próximos a los círculos de poder hoy reactivados que ya se están aproximando a los referentes cohesionados.? Se buscará otras modalidades, formas o instancias abiertas y participativas.? O como ha sucedido siempre serán los infaltables demiurgos que creen saber de todo y nada.?
Esta nueva forma de organización política -que no debiera ser coyuntural, sino de proyecciones de largo plazo- debiera ser un privilegiado escenario de discusión, de debate que canalice intereses y demandas postergadas por el Socialismo del Siglo XXI y el perverso proceso de cambio, que no cumplieron con las expectativas prometidas a ser cumplidas, sino que sólo configuraron un cuadro ideológico caprichoso y siniestro. Esta instancia de la mayor importancia debe tomar posición respecto a toda la problemática nacional y determinar soluciones y prioridades. Un buen plan, un buen programa, debe servir a un buen candidato(s), que se rodee de buenos y expertos asesores que propongan y definan en función de la realidad y del futuro: globalizado, con libertades, con derechos, con leyes, con obligaciones y responsabilidades ciudadanas y políticas.
Y, sí no es así que suceda.!! Si los espacios participativos no se dan, y no se transparentarán las definiciones quedando estas en pequeños grupos que provoquen sesgos en las alternativas necesarias.? Debe insistirse en generarse instancias participativas e inclusivas de carácter institucional y organizacional y con actores relevantes, encuentros ciudadanos, plataformas web, que recojan visiones y alternativas. El Programa que necesita Bolivia, no debe ser de fachada, sino de carácter vinculante, de tal manera que el Programa Político de Desarrollo, debe provocar una carta suscrita por los candidatos con el pueblo representado para su cumplimiento, que de no cumplirse por actitud y decisión expresa por irresponsabilidades técnicas o administrativas de funcionario o instancia alguna a futuro -una vez gobierno, soñar no cuesta nada-, debe merecer medidas correctivas que pueden reglamentarse sobre la marcha y según se elabora el Programa Político de referencia. Se viene hablando de ofertar un “gobierno abierto”, muy interesante, sin embargo, debe considerarse estos otros elementos que hacen a una buena gobernanza con llegada a la voz del pueblo al que se le ofrece todo y finalmente no se la da nada de nada… Desde la sociedad civil organizada, podría “ajustarse” las relaciones con estas cuatro cohesiones políticas en formación, para ver certidumbre, confianzas y lealtades desde un principio, como es este asunto de la construcción de un Programa de Gobierno, sin ambages, para no volver a encasillar a los bolivianos en un cuadro ideológico sin norte y sin brújula.