Medio: Opinión
Fecha de la publicación: martes 18 de julio de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Vamos directo al grano: el revoltijo actual entre políticos, la confusión promovida y su consiguiente escándalo, es un campo abierto de lucha, entre quienes tienen "pega'', los que no la tienen, y la están buscando.
¿Acaso se nos ocurre pensar que se trata de una lucha ideológica, donde el ardor está en la discrepancia de la filosofía política?; lo que se escucha decir hasta el hartazgo es "el proceso de cambio", rezago de una posición pragmática, cuya finalidad fue capturar los poderes del Estado.
Ocurre que desde hace algunos meses, después de intentos fallidos para cambiar ministros, los facciosos hicieron más clara su afrenta, y desde entonces tienen distraída a la opinión pública con acusaciones mutuas, conformando dos bandos, cada uno con su respectivo “alias”; de tal manera están las cosas que habiendo sigla oficial de la gobernanza, son por un lado oficialismo, y por otro, oposición.
Hay mucho de visceral en esta situación, se nota en la verbosidad pretensiosa. Sin embargo, no llega a ser convincente la farándula y el bullicio, es la creencia común que en cualquier momento se re-distribuyen las "pegas" y amaina el conflicto.
Al ciudadano normal le preocupan otras cosas: la producción, el empleo, el comercio, la disponibilidad de dólares, la inflación, la seguridad patrimonial, la tranquilidad, la salud y el bienestar. De todo esto deben dar cuenta y razón los responsables de la gobernanza, desde el nivel del Poder Ejecutivo, pasando por las gobernaciones y las alcaldías, donde como escribió Miguel Cervantes "se están cociendo habas" y vaya que están bien calderadas.
Decir que el alboroto cotidiano es lucha por el poder, es benigno; sin duda que hay mucha verdad, pero es más bien un disfraz, el enfrentamiento real es por el dinero. Se está viendo, que tal desbarajuste puede continuar; y para que no suceda, la palabra es popular, es ciudadana: que los senadores y diputados legislen, y fiscalicen la gestión del país, que los ministros de Estado extremen sus esfuerzos, que sean eficientes a tiempo completo, siembren ilusión y esperanza entre los bolivianos; con jueces probos habrá justicia.
Somos padres, hijos y hermanos, sintiendo el latir de la vida a cada instante: trabajando, estudiando, educando, con suficiente merecimiento para el placentero descanso, sin el agobio de escuchar (en esto la televisión tiene mucho que proponer) solamente malas noticias.
Democracia es aprobar, cuestionar, o reprobar la gestión gubernamental, lo que por ahora es difícil, pues quien lo hace, pasa a ser enemigo del "proceso de cambio." ¡Falacia! Todo obedece a un libreto ladinamente urdido, precisamente para debilitar la libertad de expresión.
Fue en democracia precisamente que se eligió al actual gobierno (es de reconocer que no le han tocado buenos tiempos), pero, además, está siendo desacreditado por sus propios militantes, que enemistados echan tierra, lodo y destruyen, cuanto de bien (algo tiene que haber) estuviera haciendo, o intentando hacer, el Presidente de Bolivia y sus ministros.
FORO
Mario Malpartida
Periodista y economista