Logo
# Novedades
Medios Digitales

Límites y posibilidades de las oposiciones

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: domingo 16 de julio de 2023

Categoría: Debate sobre las democracias

Subcategoría: Democracia representativa

Dirección Web: Visitar Sitio Web

Lead

Los tiempos están corriendo. Las elecciones primarias están pensadas para entre fines de 2024 a principios de 2025. Estamos hablando de poco más de un año. A estas alturas ya deberían estar conformadas las estructuras. Celebro que salgan opciones, como Al-Bus de Carlos Börth o lo de la Tercera República, desde Santa Cruz. La pregunta qué viene después. Qué van a poder estos líderes ofrecerle a esa ciudadanía ya mencionada, con la composición que tiene, para poder tener éxito electoral. Porque si te organizas para ser líder, tienes que tratar de tener éxito electoral.


Contenido

Las oposiciones siguen atrapadas en su lógica antagónica frente al MAS y no están constituyéndose en alternativas viables de alternancia.

 / 16 de julio de 2023 / 06:45

Una conversación con la politóloga cochabambina Marité Zegada sobre si es posible, o no, de construir una alternativa al MAS en Bolivia.

El punto sobre la i

Es necesaria una reflexión sincera y de fondo acerca de las oposiciones en Bolivia, que vaya más allá de las consignas de apoyo o de rechazo. Es un lugar común, demasiado común, repetir a pie juntillas que éstas encarnan lo bueno y noble, pensándolas forzosamente en función a antagonizar con el MAS, endosándoles la tarea de aplastar al partido de Gobierno, sus liderazgos y la ciudadanía que vota por esa opción.

La función de la oposición no debe pensarse en relación al MAS, sino en el horizonte de la construcción de alternativas democráticas que permitan alternancias ordenadas del poder, que recojan lo bueno de lo avanzado y mejoren lo que haga falta. Una oposición constructiva es necesaria en democracia y ayuda a mejorar el desempeño de todos los actores políticos en general. Sin alternativas sensatas y potentes de por medio, se impone la lógica simple de que, en el pueblo de los ciegos, el tuerto es rey.

Para abordar esta cuestión, dialogamos con la politóloga cochabambina Marité Zegada, quien viene realizando una extensa y profunda tarea académica al respecto por más de una década. Su percepción no sólo es lúcida, tiene además el regalo de la franqueza y la claridad.

¿Cómo ves el panorama de las oposiciones en Bolivia?

Un poco para encontrarle sentido al tema de la oposición, porque a ratos parece incluso algo limitado a una consigna antimasista, revisemos un poco la literatura clásica de ciencias políticas al respecto. Los autores contextualizan a la oposición en el marco del pluralismo democrático. Ahí diferencian una oposición responsable, constructiva, que va al diálogo, y una oposición que ellos la llaman desleal o semileal, en su caso, que es más antagónica, bloqueadora. Esto es muy importante en un ambiente pluralista, donde hay cierta fuerza de la oposición. Ahora, en el caso de Bolivia, la verdad es que no hay esa opción constructiva porque hace 16 años tenemos una oposición bastante opaca, porque está objetivamente reducida a una minoría, no escuchada, además. Por otra parte, hemos tenido una oposición en este tiempo articulada de manera forzosa y eso manda un mensaje también para lo que viene en adelante. Forzada porque una vez que llegan al poder terminan divididos, no solamente en fracciones sino incluso en personas que toman la decisión de apartarse y de tener un pensamiento y una posición propia. Eso hemos vivido con Podemos de Tuto Quiroga, que se dividió en tres fracciones en aquel entonces. Luego con la coalición de Manfred Reyes Villa, lo mismo. Después también con Unidad Demócrata. Recuerdo que en ese momento personas como Jimena Costa y otras adoptaron una posición personal para hablar. Y un poco está pasando también ahora con la oposición que tenemos, en Comunidad Ciudadana y Creemos.

Es importante hablar de la oposición porque la calidad de la democracia no sólo depende de la eficiencia de los gobiernos, sino también del desempeño de las oposiciones. Es así porque la oposición orienta, influye, de alguna manera, fiscaliza. Además, construye una alternativa real. Es decir, facilita esto que es básico en democracia, que es la alternancia; que es lo que no hemos tenido estos años porque no ha habido capacidad de caminar en ese proceso. Si no hay oposición, hay impunidad y el poder se esclerosa. Pienso que ese marco es necesario para decir por qué tenemos que discutir de la oposición, más allá del MAS. Para decir, bueno, ¿y ahora por dónde vamos?,

Ahora, en el caso de Bolivia, la oposición además está fuertemente recluida en lo local. En estas las últimas elecciones han ganado varias gobernaciones. Parecería que el territorio donde se mueve mejor la oposición es en las agrupaciones ciudadanas y a nivel subnacional, a nivel local.

Pero además de esta oposición formal o político-institucional que está a nivel nacional o subnacional, están las oposiciones antisistema o que entran y salen del sistema. Ahí existe una oposición importante, pero que no está formalizada en la política. Por ejemplo, los cívicos, los famosos pititas, que desde la sociedad han generado oposición.

¿Cómo ves la situación de Comunidad Ciudadana (CC)?

CC ha representado un momento importante en Bolivia entre 2019 y 2020. De alguna manera ha reemplazado a esas oposiciones de antes, que estaban articuladas como Podemos, como Unidad Demócrata y que ahora se ha desplazado hacia CC como el principal factor de oposición al MAS en las dos últimas elecciones. Esa ha sido su relevancia. Lo malo es que muy rápido se ha visto las limitaciones electorales que tiene, porque se presentó un año después a las elecciones subnacionales y ha sido muy precario su desempeño, casi inexistente. Entonces, no está dando cuenta de una organicidad o de una expansión territorial. Por otra parte, el liderazgo de Carlos Mesa, si bien tiene declaraciones inteligentes, tiene una posición racional frente a las cosas, no logra llegar a la ciudadanía con su discurso. No genera una reacción de adhesión, de apoyo ciudadano, que seguramente estaría esperando. Da la impresión que CC reproduce lo que ha estado sucediendo con las oposiciones anteriores parlamentarias. Es decir, fracciones internas, voces diferentes, desacuerdos y otros. Esto demuestra que hay una división, incluso discursos que son bien distintos entre los diputados y los líderes. CC intentó formar un partido político y el hecho de que no lo hayan logrado es un síntoma. Hasta ahora no hay novedades al respecto y corre el tiempo debido a los requisitos que tendría que cumplir para presentarse a las primarias que vienen dentro de poco más de un año.

¿Cómo ves a CC hacia adelante?

Veo difícil que alrededor de Carlos Mesa y CC se articule alguna alternativa para el país. Y no quiero decir no tiene propuesta, porque sí tiene. La oposición tiene propuestas. El problema es que no conectan con las necesidades y con los anhelos de sectores importantes de la sociedad. En el caso de CC hay una distancia muy grande entre lo que ellos proponen, las características de sus líderes y la sociedad, que está viviendo otro proceso. En la sociedad hay un proceso muy interesante de despliegue de esto que es lo popular, pero que ahora ya no estaría únicamente representado por Evo Morales o esa parte del MAS, sino que puede tener otras expresiones como Eva Copa, por ejemplo.

¿Qué percepción tienes sobre Creemos?

Es evidente que desde Santa Cruz no se ha logrado articular una representación político-institucional que logre interpelar al resto del país. Yo creo que la opción más seria en términos de construcción institucional partidaria fue el Movimiento Demócrata Social, porque duró mucho tiempo, tenía un líder claro y una gestión por detrás. Con todo, ni siquiera esa opción logró trascender realmente las fronteras regionales. Ha pasado algo parecido con el caso de Creemos, si se observa los resultados electorales de 2020. En Santa Cruz tiene una mayoría importante, aunque tampoco veo que en la propia Santa Cruz se esté gestando una representación, una oposición político- institucionalizada. Parece una inviabilidad. Luis Fernando Camacho ha sido lo que podríamos llamar un líder de situación, un líder que se ha creado, se ha subido a la cresta de la ola de un conflicto y supo manejarlo en términos de imagen, de espectacularización. Por momentos parecía que Camacho se perfilaba como un líder un tanto disonante, un poco fuera de lo rutinario de la política. pero no ha llegado tampoco a esto por otras limitaciones que también él tiene y tuvo.

¿Cómo ves a Manfred Reyes Villa?

Manfred Reyes Villa provino de su actividad comunitaria ligada al banzerismo. De hecho, su primera gestión en la alcaldía fue como concejal por ADN, Pero pienso que, al presente, con todo lo que ha sucedido en estos 20 o 30 años ya, desde su emergencia que fue a principios de los 90, hubo un giro donde este origen casi no es visibilizado ya. Diría que él se ha convertido en una suerte de líder nacional popular, pero de derecha, dentro de la línea neoliberal y opositora por lo tanto al MAS. ¿Por qué esto? Porque esta votación tan importante que ha obtenido en la última elección, por ejemplo, refleja su estilo de gestión, y logra mucha votación de sectores populares. Ahí sí conecta con el banzerismo. Su perfil de gestión siempre fue muy personalista, de ir a ver las obras con botas y con casco, de acercarse a la gente, a los comerciantes, en persona. Ese estilo es muy fuerte en Manfred. A eso hay que añadirle una gestión que ha sido vista por la ciudadanía en Cochabamba como muy eficiente, que además hablaba de la modernización, hizo muchas obras de cemento. Todo eso ha quedado anclado en la memoria colectiva en Cochabamba y por lo tanto ha sido uno de los factores de su triunfo en la última elección

También puede leer: Polarizaciones y fragmentaciones, el puzle político boliviano

La gente puede quedar muy contenta con él, porque además en la gestión se puede ver no solo está atendiendo a la zona norte, está atendiendo bastante a la zona sur, también en parte por estrategia política, pero hace obras en las zonas populares. Así, la gente le apoya porque se siente atendida por la alcaldía.

¿Se proyecta hacia 2025?

Ahora, en sus intentos de trascender al plano nacional, el primero fue en 2002 y terminó en este triple empate. Ahí sí daba una señal de un paso muy cercano al ámbito nacional, pero más adelante, cuando se presenta el 2009, de alguna manera quemó un tanto sus posibilidades de ser un líder nacional. Pienso que ahora no se va a animar a dar ese salto, porque si se observa con detalle, él tiene mucha potencia a nivel de alcalde, pero, por ejemplo, en el caso del censo, él no ha expresado una posición política opositora. Él ha preferido abstenerse y eso hace de manera permanente. Él dice, estoy aquí para trabajar por Cochabamba. No entra en el debate político nacional. Por estas razones pienso que muy difícilmente podría animarse a ser candidato nacional para articular a una oposición en el país. No sé si le iría bien o mal, tal vez le iría bien porque es conocido y por todo lo mencionado, pero no creo que él se animaría por estas limitaciones que se le presenta ahora.

¿Puede pensarse una oposición en Bolivia de espaldas o que directamente antagoniza y niega lo popular?

Me parece una falta de visión total el no buscar una representación de estos sectores mayoritarios en Bolivia que son los sectores populares, además con un fuerte sello indígena. Ya no podemos hablar que estos grupos están recluidos en el área rural, están poblando las ciudades, están entremezclados con el resto de la sociedad. No hay una llegada de la oposición a estos sectores. Muchos de estos sectores económica y numéricamente muy poderosos, por lo tanto, electoralmente tan amplios, no están representados tal cual en la política. Porque, por ejemplo, los comerciantes de El Alto, no están en la base social del núcleo duro del MAS. Están jugando con el MAS de acuerdo a los momentos. Así, pueden estar incluidos circunstancialmente, abrirse luego, en otros momentos pueden ser una oposición muy fuerte como los paros que hicieron contra esta ley de ganancias ilícitas, etcétera. En esta masa social popular que hay en Bolivia, que es muy amplia y mayoritaria, no todos están con el proyecto del MAS.

Se puede diferenciar, en el caso de estos sectores, circuitos alrededor del MAS. Uno que es su núcleo duro, donde están los cocaleros, sectores campesinos, sobre todo dirigencias, en las bases ya se oyen voces disonantes. Pasa algo similar con los indígenas, parte de las organizaciones están ahí, otras ya están más lejos. En un segundo circuito están sectores sociales que ejercen una suerte de apoyo condicionado al MAS, en función a que el Gobierno satisfaga sus intereses particulares. Es el caso de los cooperativistas mineros y muchos otros, incluso los del comercio informal. Entonces hay una masa de los sectores populares que no está necesariamente unida al proyecto del MAS y que podría ser captada por opositores. Hay otros que están más alejados.

¿Y lo indígena?

Entra entonces la impronta indígena. En los casos de los partidos opositores, llevan candidatos indígenas de yapa y esto no funciona. Por ejemplo, Tomasa Yarhui con Tuto Quiroga o lo que fue Víctor Hugo Cárdenas con Gonzalo Sánchez de Lozada. También en estas últimas elecciones hubo varios ejemplos de ese tipo, pero claramente no se les está dando un rol protagónico. Están yendo de acompañantes, el mismo papel que jugó el tata Rafael Quispe con Jeanine Añez como ministro. Para nada le impregnó un sello indígena a ese Gobierno con su presencia, aunque él es indígena. Con todo, no hay un acercamiento, quizás esa es la falta de visión de la oposición a esta realidad que es nuestra realidad como país y terminan circunscritos a este núcleo señorial que en términos numéricos es muy limitado y está muy venida a menos también. Y no necesitan ser de izquierda para acercarse, porque en otros países se ve cómo los populismos de derecha han tenido algunos éxitos impresionantes, pero aquí no existe ese acercamiento.

¿Cómo ves el futuro inmediato para las oposiciones?

Los tiempos están corriendo. Las elecciones primarias están pensadas para entre fines de 2024 a principios de 2025. Estamos hablando de poco más de un año. A estas alturas ya deberían estar conformadas las estructuras. Celebro que salgan opciones, como Al-Bus de Carlos Börth o lo de la Tercera República, desde Santa Cruz. La pregunta qué viene después. Qué van a poder estos líderes ofrecerle a esa ciudadanía ya mencionada, con la composición que tiene, para poder tener éxito electoral. Porque si te organizas para ser líder, tienes que tratar de tener éxito electoral.

Se esperaría que sectores opositores puedan hacer acuerdos con sectores críticos que vienen del propio MAS, con los que se pueda plantear alternativas. Por ejemplo, está el desmembramiento de Eva Copa. Se habló hace algunas semanas atrás de que Román Loayza se animaría a una posible candidatura. No veo que haya eso, pero digo, no hay por qué no pensar en otras rearticulaciones de la política que no sean más anti MAS necesariamente, sino que abran una puerta distinta a la sociedad y que puedan generar alternativas con sectores que pueden ser de la propia oposición hacia sectores críticos del MAS que están en disidencia con estas líneas principales. Creo que hay que pensar en esto. Intentar un remezón político en términos de representación. El problema, otra vez, es que hay una desconfianza muy grande que parece impedir esto, Por ejemplo, la desconfianza está en comentarios como por qué votar por Eva Copa si ella puede terminar siendo parte de Evo Morales, por decir. Y esto también sucede entre los opositores. El país necesita generar algo distinto que no sea más de lo mismo y que tampoco caiga en el péndulo que vemos en América Latina, que no es ni siquiera ideológico, sino más bien como voto castigo al que estuvo en el poder y así se pasa de un extremo al otro las cosas.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político