Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 03 de agosto de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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Como mujer y militante política quiero compartir que asumir la representación política de las mujeres no es algo que se alcanza o exige por el simple hecho de nacer biológicamente mujer. Tal representación supone una identificación auténtica con la diversidad de realidades de discriminación, exclusión y violencias que afectan a las mujeres sin importar su condición económica, identificación étnica-cultural, educación, orientación sexual, religión, ideología, etc. Una representación política que encarne un proyecto feminista emancipador y transformador del poder y sus instituciones desde el espacio cotidiano al estatal, es algo que todavía no se ha visto emerger con claridad en ninguna fuerza política local o nacional (...).
Superando esencialismos, debe quedarnos claro que este desafío de asumir y ejercer la representación política no es solo para las mujeres, sino también para los varones en el poder. Por ello, es necesario que alcancemos condiciones de participación efectiva, no solo en igualdad, sino también en equidad. Urge que se llene el vacío en la representación política real y que se abra paso a la transformación cualitativa de las estructuras institucionales del Estado, de los partidos y de las organizaciones sociales de base.
La participación política paritaria no es un fin en sí mismo, es más bien un medio para transformar las relaciones de poder basadas en la dominación y subordinación histórica de las mujeres, para que las políticas, leyes, programas, proyectos y toda acción que se encara desde el Estado tome en cuenta y responda a las múltiples necesidades de esa mitad de la población que somos las mujeres en nuestra diversidad: niñas, jóvenes y ancianas, urbanas o rurales, campesinas, mestizas, afro bolivianas o indígenas. En síntesis: queremos iguales oportunidades de participar en el proceso electoral, en la conformación de los órganos del Estado, pero también en el ejercicio real del poder.
La representación política de las mujeres supone, en muchos casos, una doble militancia, que se hace visible cuando las reivindicaciones de género se contraponen a los intereses de la dirigencia, del partido o de la organización en la cual se milita. Esto ha llevado a muchas tensiones y confrontaciones, en particular al interior de partidos y procesos revolucionarios que pregonan subvertir las situaciones de dominación, explotación y exclusión de una clase, pero que a su vez no dudan en subordinar, postergar o descartar las reivindicaciones de las mujeres.