Desde el año 2005, las y los bolivianos vivimos el bombardeo sistemático de mentiras del líder máximo del MAS, Juan Evo Morales Aima, hoy elevado por sus bases de hermano a “comandante”. La capacidad de falsear la realidad de este personaje fue y es tan grande que en los casi 14 años de ejercicio de la presidencia tuvo obnubilada a buena parte de la población boliviana y sus admiradores del exterior. Sin embargo, el año 2014 el hechizo ingresó en franco declive por el desprecio que demostró a la Constitución Política del Estado negándose a aceptar su derrota en el referéndum revocatorio convocado por él mismo, situación a la que se fueron sumando las falsas acusaciones vertidas contra sus opositores, las interminables persecuciones judiciales y órdenes de ejecuciones sumarias de supuestos terroristas.
Hoy ante la grave crisis económica que se vive en el país por el vaciamiento de las arcas del BCB y la imposibilidad de conseguir dólares en los bancos y el mercado paralelo, constatamos que las mentiras sobre la bonanza económica, los intentos de desestabilización de “la derecha” y el esmero puesto en presentar al jefazo como “víctima”, no tenía otro objeto que distraer la atención de la población sobre graves y reales problemas como la corrupción, la ineficiencia en el manejo del Estado, el crecimiento del narcotráfico, el agotamiento de las fuentes de producción de gas y petróleo, así como la nula inversión en investigación y exploración para reemplazarlas.
Pero, como nada es eterno, ni la ceguera colectiva es sostenible en el tiempo, después de tanta maldad, abuso, atropello a los derechos humanos y dolor ocasionado a cientos de familias, salen a la luz las verdades que las tenía guardadas el masismo sobre el supuesto “golpe de Estado”; verdades que salen de la boca de actores del mismo partido, quienes de su espontanea voluntad, y sin presión alguna, cuentan detalles de la cobarde actuación de Evo Morales Aima, cuando al no poder soportar su derrota en las urnas y en las calles, instruyó a los líderes de organizaciones sociales incondicionales para que exijan públicamente su renuncia y así al menos dar apariencia de huida forzosa.
Una vez más la vida nos demuestra que las mentiras tienen patas cortas, la verdad vio la luz, y de nada sirve que salgan a desmentir los beneficiarios eternos de los trastornos de personalidad del jefazo; todo lo dicho por los propios masistas era por demás conocido. Ahora veamos cómo reaccionan los escribidores que fungen de corresponsales de la prensa internacional y, sobre todo, la justicia corrupta que tiene condenadas sin debido proceso a personas inocentes.
DE FRENTE
JULIETA MONTAÑO S.