Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 03 de julio de 2023
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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Estas disputas al interior del MAS-IPSP ya son un síntoma preocupante de una incapacidad de una crítica interna
¿El Movimiento Al Socialismo– Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) es un partido político o un movimiento político? Esta interrogante que desató un debate por mucho tiempo, hoy por las circunstancias/avatares de esta estructura partidaria/política se reactualiza. Quizás, sea uno de los espacios donde se dirimirá la tensión interna que tiene a evistas y arcistas en una franca batalla azarosa.
La “guerra interna” del MAS-IPSP tiene hoy a sectores elitistas de este partido político. O sea, es una vieja disputa de los partidos tradicionales. La historia contemporánea enseñó a la larga que luego esos partidos se atomizaron en varias corrientes políticas (vgr. Movimiento Nacionalista Revolucionario-MNR). Empero, en el caso específico del MAS-IPSP tiene un rasgo fundamental, ya que su añadido IPSP no es un adorno, sino es constitutivo de la organización política en la cual Evo Morales es su jefe partidario.
Ciertamente, las organizaciones sociales e indígenas/campesinas que hacen parte del Pacto de Unidad fueron fundamentales no solamente para trazar el horizonte plurinacional del Estado boliviano, que luego fue enarbolado por el MAS-IPSP en el desarrollo de la Asamblea Constituyente, sino que recientemente, en el curso del golpe de Estado de 2019, la acción movilizadora del Pacto de Unidad fue crucial para recuperar la democracia.
El vaciamiento del modelo decisorio en el MAS-IPSP —como explica Fernando Mayorga—, la crisis del liderazgo carismático de Evo Morales, no fue resuelto por una institucionalidad partidaria donde se zanje estas discrepancias, entre otras cosas, porque Morales ya no se constituye en un actor mediador para bregar con las tensiones internas, sino, al contrario, se erige en un actor político involucrado directamente en las reyertas de las entrañas del MAS-IPSP.
En este contexto, el Pacto de Unidad quizás cumpla un papel de mediación que quizás con el argumento de “salvar al proceso de cambio” se erige como una instancia para allanar las tensiones, aunque sabiendo, por la influencia centrípeta del conflicto, que determinadas organizaciones campesinas/indígenas están alineadas detrás del evismo o del arcismo. El Pacto de Unidad debería preocuparse, además, por la vía de una reforma política y moral para recuperar el horizonte estratégico y rescatar la capacidad hegemónica del MAS-IPSP.
O sea, estos forcejeos internos como la censura del Ministro de Gobierno por la Asamblea Legislativa, donde el evismo se alió con los partidos opositores quizás para arrinconar al mandatario Luis Arce, con la intencionalidad de que se baje en su intención de buscar la reelección presidencial. No obstante, esta jugada en el tablero interno del MAS-IPSP está perforando no solamente a legitimidad de los actores estratégicos en pugna, sino, por efecto colateral, está afectando la propia imagen del MAS-IPSP, que más allá de los liderazgos carismáticos o circunstanciales, se erigió en las dos últimas décadas como un referente político del bloque nacional-popular.
Estas disputas al interior del MAS-IPSP ya son un síntoma preocupante de una incapacidad de una crítica interna que viene desde el golpe de Estado, especialmente de los sectores evistas, sobre los errores estratégicos cometidos para generar las condiciones propicias para que la oposición se movilizara, inclusive con tácticas golpistas; y, por el otro lado, los arcistas, en vez de temporizar sus intenciones releccionistas, se sumergieron a atizar el fuego de la confrontación interna. Todo ello son nubarrones que ciernen sobre la cohesión del MAS-IPSP.
(*) Yuri Tórrez es sociólogo