Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 28 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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Algo análogo sucede cuando elegimos a nuestros líderes políticos. Cada votante podría interiorizarse en el perfil de cada candidato, su historial, su propuesta ideológica y programática y elegir de manera realmente racional y educada. En la práctica, conocer a profundidad a un candidato no es algo que pueda hacerse en unos minutos, ni siquiera horas. Una mujer que cría dos hijos y vende refrescos en un mercado, un agricultor que atiende su chaco de sol a sol o un empresario que administra una empresa, no tienen el tiempo para verdaderamente conocer a los candidatos a una elección. A la mayoría de las personas les sucede lo mismo y por eso toman su decisión con información limitada.
Algunos votan siempre por el mismo partido, sin importar quién es el candidato, porque confían en la línea ideológica del partido; otros votan por lo que les dice su cónyuge o su amigo; unos por quienes prometen algún privilegio para su sector; otros por quien les regaló una polera…
Imagínese que tenga que votar para elegir a los cirujanos en un hospital, sin usted saber nada de medicina, ¿cree posible elegir correctamente? Algo similar sucede con la pronta elección de magistrados en Bolivia. ¿Qué sé yo del Tribunal Agroambiental o las funciones del Consejo de la Magistratura para elegir a sus miembros? Educarse sobre los candidatos es costoso y el beneficio particular es ínfimo, después de todo, un voto rara vez decide una elección. Más aun si los cargos a llenarse son varios y altamente especializados. La mayoría elegirá no educarse sobre los candidatos y votará sabiendo poco o nada de ellos.