Medio: La Patria
Fecha de la publicación: miércoles 01 de agosto de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Aunque faltan muchos meses para que se cumpla un nuevo proceso electoral en el país, las circunstancias del presente y las alternativas que surgen frente a ese inminente acto democrático, muestran un precipitado inicio de campaña, que tiene mayor movimiento en los grupos del sector oficialista y se mantiene más bien cauteloso el trabajo en las filas de la oposición y en algunas instancias de futura participación partidaria.
Este tipo de actitudes se ha ido revelando paulatinamente y encuentra entre los actores del partidismo oficial a los más preocupados protagonistas de la actividad preelectoral, cuando se insiste en mantener la decisión de una postulación que aún no se ha definido, con los actuales mandatarios a la cabeza de la fórmula de reelección, deseosos de saber quién o quiénes serán los contendientes en la búsqueda de ocupar las dos sillas del mando superior.
En el otro frente, al percatarse de una opción creada como dijo un político "por padrinazgo" del ejecutivo de la Cámara de Senadores, aparece la figura del expresidente Carlos Mesa, quien admite la notoriedad que ha cobrado su postulación en varios segmentos ciudadanos, pero guarda estratégicamente la respuesta a esos movimientos, abriendo más bien, por lo que parece, una opción más seria y práctica para unir a los partidos de la oposición.
Pero en nuestro medio las cosas se desarrollan bajo una variedad de opciones, las mismas que relucen en ciertos niveles con claridad meridiana, como la "desesperación oficialista" de identificar al contendor político, utilizando algunas cartas de la baraja, que tal parece no han sido las más apropiadas para lograr su objetivo, aunque de algún modo han sacudido a ciertas corrientes políticas para pensar seriamente y entrar en el juego con alguna premeditación que ha sido respondida parcialmente por los líderes opositores, pero sin decisiones que vislumbren a la pareja contendora.
Sin embargo, el factor determinante en cualquier proceso electivo, es el soberano que hasta el momento se debate en una incertidumbre propia de las dudas originadas en disputas partidarias que a su vez son el resultado de la falta de coherencia y disciplina de organización política, con claras estructuras ideológicas o dogmáticas, si se quiere, y una conciencia vertical al defender y promover sus convicciones.
La multiplicidad de los partidos en nuestro medio han sido la causa de lo que se conoce como la "atomización de los votos", arrojando resultados que en algunas elecciones no han sido fiel expresión de mayorías, al contrario, significaron una demostración de la diversidad de intereses sectarios y de oportunismo circunstancial acomodaticio en los curules legislativos o las institucionales de gobernabilidad departamental.
Es evidente que el actual mandatario logró en la última década el mayor apoyo eleccionario, lo que le permitió gobernar el país hasta el presente en las condiciones que conocemos y que ahora plantean, en orden democrático, una renovación que se avecina y en la que se espera la participación de candidatos idóneos, con respaldo de la comunidad organizada partidariamente y bajo alternativas de absoluto respeto a la Constitución Política del Estado.
El tiempo corre inexorablemente, pero deben ser establecidas todas las condiciones necesarias, para encarar el nuevo proceso electoral que de la manera más responsable y práctica permita a los políticos ser parte de la nueva consulta directa a la población boliviana habilitada para escoger a sus mandantes. Precipitar las condiciones democráticas puede ocasionar distorsiones electivas.