Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 13 de junio de 2023
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Acoso y violencia política
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La asambleísta departamental por el MAS Muriel Cruz es una de las cinco mujeres víctimas de la violencia política contra el género femenino en una semana. Ella fue brutalmente agredida, en una acción cobarde que merece ser investigada y sancionada.
Como Muriel Cruz, hay violencia política contra Amparo Carvajal (presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos), que fue abusivamente desalojada de las oficinas de esa institución y permanece en vigilia en la calle, a pesar del hostigamiento que le hacen activistas afines al MAS. También fueron agredidas las concejalas cochabambinas Claudia Flores y Daniela Cabrera, la primera golpeada, y la segunda hostigada hasta llevarla a una crisis de nervios que la tiene postrada en el hospital. Pero hay más, en el mes de junio también se ha ejercido violencia contra la dirigente guaraní Francisca Sánchez.
No son casos aislados y muestran que la violencia es moneda de cambio contra los adversarios políticos y contra personas que amenazan intereses personales y sectarios que son ajenos a los intereses del país; las mujeres están en la primera línea de estas agresiones.
En el caso de la asambleísta Muriel Cruz, ella fue golpeada y arrastrada de los cabellos sin que nadie la defienda. Ocurrió durante una vigilia de presuntos autoconvocados para defender la Gobernación cruceña. Hay videos del hecho y claramente se puede ver a las mujeres que golpearon a la autoridad. Ella tiene más de 30 días de impedimento y se sabe que no ha podido alimentarse normalmente, además de tener moretones y rasguños en la cara y el cuerpo. La dirigente indígena Francisca Sánchez estaba con la asambleísta y fue insultada por la masa enardecida.
En este caso, la actuación de la Policía ha sido tan reprochable como cuando se realizaba el paro de los 36 días. Los uniformados llegaron y detuvieron a quien encontraron a su paso, sin tener certeza de si habían participado en el hecho o no. Además, hay denuncias de abusos y golpes a los aprehendidos, incluso hay un par de testimonios que hablan de un joven que vomitaba sangre por la agresión policial. El comandante justifica el uso de agentes químicos, pero no responde por la actuación discrecional de sus subalternos.
La conducta policial merece más reproche aún porque detuvo a varias personas, pero no a las que agredieron a la asambleísta, a pesar de que fueron filmadas. Ellas huyeron a vista y paciencia de los uniformados. La eficiencia policial queda en duda porque hasta la fecha no fueron detenidas para que respondan por la golpiza, dando lugar a un sinfín de especulaciones.
Así como en Santa Cruz, también en Cochabamba hubo un hostigamiento y agresiones que son totalmente reprochables. Mientras que en La Paz hay una anciana defensora de los derechos humanos que es acosada, mientras hace vigilia para defender la sede de la Asamblea Permanente de DDHH, a pesar de tener cáncer. De esto no ha dicho nada el presidente Luis Arce ni otros masistas, quienes sí se han indignado por las agresiones a Muriel Cruz. Esto parece confirmar que hay gobierno para unos y mano dura para otros, según sea el color político y según sea el grado de estorbo o funcionalidad para el poder.
El balance de todo lo relatado determina que una sola sea la posición frente a estos hechos. No es tolerable la violencia, venga de donde venga; más aún si se trata de violencia política contra las mujeres, porque esto demuestra que la ley de paridad de género y otras medidas son un cascarón vacío cuando se sigue presionando para que ellas no tengan derecho a tener una vida política, gobernar, legislar ni hacer activismo. Esto no solo habla mal de quienes cometen estos actos condenables, habla muy mal de quienes tamizan sus respaldos a conveniencia y no coadyuvan a terminar con esta barbarie.