Medio: El Diario
Fecha de la publicación: miércoles 07 de junio de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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“Acontece que, sin apoyo en la realidad de una democracia económica bien trazada, la democracia política es tan precaria en el seno de una nación como en el seno de una asamblea de naciones, universal o continental”, puntualizó, hace más de 70 años, el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho (1).
El dignatario de Estado se refirió “a una democracia económica bien trazada”, por cuanto ello significa una economía plural, con la participación de públicos, privados e, inclusive, inversión foránea, en la perspectiva de promover días mejores, para la ciudadanía, cuyo objetivo siempre fue lograr mejores condiciones de vida. La preocupación ha sido, asimismo, ofrecer, al margen de impulsar el desarrollo de las naciones, bienestar a los sectores de escasos recursos económicos.
La democracia política, sin el concurso de la democracia económica, no tuvo ni tendrá mayores perspectivas, conforme reitera el presidente Ávila Camacho. Situación que está reflejada también en la historia. Esa realidad se impuso en Bolivia, si hacemos memoria, durante la hiperinflación de los años 80 del siglo pasado. La consecuencia fue, en esa difícil coyuntura, el acortamiento de mandato, de un gobierno legítimamente elegido. La realidad se había tornado muy conflictiva, a raíz de la profunda crisis, traducida en zozobra, frustración e incertidumbre social.
La democracia política se fortalece, por lo visto, en la medida que el estómago se encuentra satisfecho. Con suficientes artículos de primera necesidad para el cotidiano vivir. En caso contrario se debilita, en medio de la desesperación, descontento y desesperanza. Pruebas abundan al respecto, no sólo acá, sino fuera de nuestras fronteras.
Los problemas económicos, en dictadura y en democracia, desgastaron el decantado discurso de transformación. Resulta que la ciudadanía, incluyendo a las personas necesitadas, en particular, ha transitado por los senderos de siempre: postergación, atraso, discriminación y pobreza. La justicia social fue solo un sueño, en tiempos del militarismo y del civilismo.
Es necesario que, en el contexto de una democracia económica, los actores públicos y privados se dignen a crear nuevos empleos, para reducir la población de informales.
Luego de ocho años de haberse aplicado la nueva política económica, que data de la gestión 1985, se dijo que “la estabilidad de precios fue un logro importante en la política económica de los últimos cuatro años” (2). Hecho coadyuvante, ciertamente, con la democracia política.
En suma: ojalá que la democracia política y económica se complementen por el bien común.
NOTAS
(1) “La Nueva América”, por el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Manuel Ávila Camacho. Discurso inaugural de la Conferencia Interamericana para la Guerra y la Paz. México, 21 de febrero de 1945.
(2) Luis Carlos Jemio M.: “Análisis de coyuntura económica, al 30 de junio de 1993”. Publicidad Arte Producciones (Promotores y Editores), La Paz – Bolivia, noviembre de 1993. Pág. 9.