Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 26 de mayo de 2023
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Municipal
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Las pugnas internas entre concejales de la alianza Súmate, por acaparar los dos cargos que le corresponden en la Directiva, están ocasionando desde hace 23 días un gran perjuicio a los más de 700 mil habitantes que residen en el municipio de Cochabamba, toda vez que las puertas del Órgano Deliberante se encuentran tapiadas y hay grupos de personas que mantienen vigilia en sus afueras, las cuales no dejan ingresar con total libertad a quienes trabajan en esta entidad.
El Concejo Municipal tiene, entre sus principales tareas, elaborar leyes locales, fiscalizar al Ejecutivo en las obras que este implementa, atender a la población en las audiencias públicas y realizar los trámites en diferentes áreas de su competencia.
El conflicto que se arrastra por casi un mes empezó cuando se eligió a la nueva directiva, con votos del MAS, quedando como presidenta, Daniela Cabrera, de Súmate; Joel Flores del MAS como vicepresidente; y Claudia Flores, también de Súmate, como concejal secretaria.
Las desavenencias explotaron debido a que Súmate había decidido mantener en la Directiva a Marilyn Rivera en la Presidencia y a Diego Murillo en la Secretaría. Por eso tildaron de traidoras a las concejalas que, con votos del MAS, fueron elegidas en esos cargos.
Como medida de presión, grupos afines a Súmate llegaron hasta las puertas del Concejo, tapiaron los ingresos e instalaron carpas en la Plaza de Armas para que las dos concejalas que fueron elegidas renuncien por “traición”.
El argumento de las dos concejalas elegidas, Cabrera y Flores, es que su prioridad es fiscalizar el trabajo del alcalde Manfred Reyes Villa, como es debido, porque con la Directiva que estuvo durante dos gestiones seguidas eso no era posible.
En los últimos 23 días hubo acusaciones, procesos, declaraciones ante el Órgano Electoral, ante la Policía, denuncias de amenazas de muerte, violencia, golpes y fricciones entre los concejales del MAS y de Súmate.
Pero quien realmente paga los platos rotos por la angurria que existe entre los actores políticos que representan a los dos partidos con representación en el Concejo Municipal es la población porque una de las entidades más importantes del municipio está con las puertas cerradas, al margen del conflicto que ocasionan decenas de personas que se han asentado con sus carpas en la plaza 14 de Septiembre, incluidas letrinas portátiles que desprenden malos olores.
Hay instancias en la justicia ordinaria y en el Órgano Electoral que deben, con urgencia, analizar todos los pormenores de este conflicto, evaluar posibles salidas y actuar en consecuencia, con el apoyo de las fuerzas del orden, como último recurso.
Sin embargo, ninguna instancia se anima a poner orden en el municipio y la suerte de Cochabamba depende de la buena o mala voluntad de los concejales.