Medio: El Deber
Fecha de la publicación: miércoles 01 de agosto de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El 193.er aniversario de Bolivia se celebrará el 6 de agosto con la mira puesta en Potosí. Allí se llevarán a cabo los principales actos en los que participará el presidente Evo Morales y las respectivas autoridades nacionales, departamentales y municipales. El festejo se producirá bajo una inocultable tensión política debido a las manifestaciones de sectores disidentes que harán conocer la demanda por la defensa del voto popular en el referéndum del 21 de febrero de 2016, que le dijo No a la repostulación de Morales para una nueva reelección en 2019.
Como se sabe, un polémico fallo del Tribunal Constitucional habilitó al mandatario para participar en dichos comicios, desconociendo paradójicamente el mandato de la Constitución, que impide más de una reelección a fin de evitar la concentración del poder.
Esta misma Constitución garantiza el derecho a la protesta y la libertad de expresión de todos los bolivianos, por lo que los manifestantes por el 21-F no deberían enfrentar ningún tipo de problema si es que deciden hacer conocer su parecer durante los actos en Potosí. Sin embargo, y pese a las expresiones del ministro de Gobierno, sectores afines al oficialismo alertan que usarán la violencia para evitar dichas manifestaciones.
La Iglesia católica demandó a ambas partes a celebrar el aniversario patrio en paz y tranquilidad, y que la fecha sea, más bien, un motivo para reflexionar sobre cómo está el país en este momento y cuáles son los temas pendientes de nuestra democracia.
Otro frente de conflicto para el Gobierno será el que plantea el Comité Cívico Potosinista (Comcipo), que le ha dado un ultimátum al presidente Morales para que escuche las demandas de ese departamento que, según los cívicos, no fueron atendidas por el Ejecutivo.
Está claro que un elemento central del contexto en que se dará este aniversario patrio es que el país ya se embarcó en una virtual campaña electoral, especialmente, por parte de Evo Morales, que insiste en su postulación pese al mandato popular en contrario. Este factor es, sin duda, el principal combustible que polariza al país y genera las bases para el enfrentamiento. Haría bien el presidente del Estado en reflexionar sobre la situación a la que está llevando al país esta polémica decisión y las prioridades que se deberían discutir hoy para mejorar el bienestar todavía postergado de millones de bolivianos.